La lumbre de la vela que portó Francisco Bartol, tesorero de Studiosi pro Universitate Sertoriana, permaneció encendida sin dar oportunidad a la lluvia pertinaz que parecía querer ahogar sl símbolo de la libertad religiosa y de conciencia que representa Miguel Servet, 471 años después de su segunda muerte, la real que sucedió tras la persecución que desembocó en captura. Anteriormente, había sido calcinado "in absentia" (en ausencia, fugado como estaba) representado por un muñeco y por sus libros.
Desoyendo los venablos en forma de temporal lanzados desde cualquier punto distópico por Calvino, se congregaron para rendir tributo a Servet los humanistas miembros de la Asociación Pablo Cuevas, Bizén d'o Río (gran artífice en su vocación servetiana como miembro del Instituto de Estudios Sijenenses), Antonio Naval, Francisco Bartol y Sergio Paúl con el concejal oscense José Miguel Veintemilla, depositario de la corona floral en el monumento del Parque homónimo del teólogo, médico, geógrafo, filólogo, filósofo y humanista que certeramente, y entre la incomprensión atroz, describió el movimiento del riego sanguíneo entre ventrículos del corazón y el pulmón.
Debajo de los paraguas y mirando a la cara a la efigie imperecedera del sijenense, no faltó la palabra que es el vehículo del pensamiento expresado en libertad, y la Ofrenda leída por Pablo Cuevas, presidente de Studiosi, que reproducimos a continuación
"Miguel Servet, mensajero de la libertad religiosa que fuiste sacrificado por Calvino para robustecer su poder temporal. Tu sacrificio en Champel, aquella tarde noche del 27 de octubre de 1553, te convertía en ejemplo de firmeza, de fidelidad inquebrantable a unas convicciones justas, como son la libertad de conciencia y la libertad religiosa. Hoy, queremos recordar ese duro momento en que ofreciste la vida como apóstol del unitarismo. Por ello, estamos aquí y fieles a tu ejemplo y recordando tu grandeza de espíritu, el Ayuntamiento de la ciudad de Huesca, que te recibió para que tomaras tus enseñanzas, los Studiosi pro Universitate Sertoriana, y todos los altoaragoneses, nos unimos en oración íntima en tu memoria.
Recibe, Miguel, esta ofrenda del fuego, el más antiguo y noble de los elementos. Recibe estas llamas que son el símbolo del martirio, pero también de la intelectualidad y sabiduría. Estas llamas son luz que permiten ver las cosas con su verdadera forma. Con ellas, podemos ver tal y como eras, un altoaragonés de mente clara y de corazón grande, y nos sentimos orgullosos de ti.
Es por esto, que en tu memoria, nos unimos aquí para decirte: descansa en paz, conservaremos tu recuerdo".