Como pórtico navideño, ante la inminencia de unas fiestas en las que todos evocamos nuestra infancia, y en un tiempo en que nos resulta especialmente lacerante la muerte y sufrimiento padecidos por eses seres inocentes y desvalidos, ayer y hoy, en los campos nazis, en las pateras, en Gaza, en Ucrania y en tantos sitios donde solo hablan las armas, les invitamos a compartir, en la tarde de este miércoles 18 de diciembre, a las 19 horas, en el salón azul del Casino oscense, un tiempo de reflexión, y a la vez de homenaje, a esos niños que en medio del terror más pavoroso se refugiaron en sus diarios clandestinos o conjuraron su espanto en sus entrañables dibujos.
La Alemania nazi y sus colaboradores asesinaron aproximadamente a un millón y medio de niños, de los cuales un millón eran judíos. Dicho de otra forma, de los seis millones de judíos asesinados por los nazis, más de un millón eran niños. Lo más terrible es pensar que ese río de sangre inocente no ha dejado de fluir. De los más de 45.000 muertos en la franja de Gaza, una tercera parte son niños. Pero en la charla de este miércoles nos vamos a centrar en el Holocausto, ese agujero negro de la civilización a cuyo conocimiento y difusión entre los jóvenes nos hemos dedicado en los últimos diez años con nuestro proyecto educativo “Conocer el Holocausto: Historia, Memoria e Imágenes”. Para un mejor desarrollo del mismo, y para que puedan beneficiarse todos los jóvenes de Huesca, el 20 de agosto de 2020 nos constituimos como “Instituto Europeo para el Conocimiento del Holocausto y los Totalitarismos” (IECHT), una institución sin ánimo de lucr que tiene como objetivo fundamental el desarrollo de acciones, de toda índole educativa, cultural y social, encaminadas a conocer, alertar y denunciar el desarrollo de toda forma totalitaria en la sociedad actual y futura, así como difundir el conocimiento histórico y las consecuencias que su implantación ha producido. Mientras no nos fallen las fuerzas, y sigamos teniendo la misma cálida y entusiasta respuesta por parte de los jóvenes, continuaremos todos los años con ese largo viaje por los escenarios del Horror siguiendo la estela marcada por los supervivientes.mi
A través de este proyecto hemos conseguido que cerca de mil alumnos de bachillerato oscenses hayan conocido in situ esa lacra de la Humanidad, misión para la que hemos contado también con el testimonio impagable de las víctimas con las que nos hemos reunido a lo largo de esta pasada década. En estas mismas navidades, del 2 al 6 de enero, con 106 alumnos, volveremos a visitar Praga, Ceske Budejovice, Český Krumlov y Lidice, y los campos de concentración nazis de Mauthausen y Gusen, y un campo nazi concebido para internar exclusivamente a personas de etnia gitana, el campo checo de Leti, siendo nosotros el primer grupo europeo en visitarlo. También recorreremos el gulag checo de Vojna, donde el extinto régimen comunista checoslovaco internó a los disidentes para “reeducarlos” y, a la vez, exprimirlos como trabajadores forzados en la extracción de mineral de uranio en una mina anexa al campo. Una vez más, en lo que ya parece un milagro, volveremos a reunirnos en el Instituto Cervantes de Praga con Mihaila Vidlaková, superviviente del campo-gueto de Terezin. Por todo ello, invitamos a nuestra charla muy expresamente a estos afortunados alumnos que van a iniciar una nueva aventura de “Conocer el Holocausto”, también a sus padres y familiares, y, por supuesto, a todos los ciudadanos oscenses.
Centrándonos en la tragedia de los niños que sufrieron el Holocausto, hay que decir que algunos de ellos escribieron diarios que se han conservado. Esos niños –como señalara Semprún en su última despedida de Buchenwald en 2010, en presencia de sus compañeros de deportación, y amigos nuestros, Virgilio Peña y Vicente García Riestra– constituyen el último refugio y baluarte de la memoria de aquel gran crimen. Estos deportados españoles, al igual que Helga Weissová, Hana Hnatová-Lustigová y Tomas Radil, niños judíos que sobrevivieron a Auschwitz y otros campos nazis, desde 1945 han venido lanzando su testimonio de verdad y vida desde las grietas del tiempo, desde los desgarros de la historia, con la esperanza de encontrar un destinatario. Testimonio que también nos han ofrendado a lo largo de estos años Dagmar Lieblová, Rena Rach y Zofia Radzikowska –otras niñas judías que sufrieron aquel infierno–, María Dolezalová –la niña de Lidice que se salvó de aquella masacre y testificó en el juicio de Nurémberg–, Jiri Fisher –el último gemelo checo que sobrevivió a los experimentos médicos del execrable doctor Mengele en Auschwitz–, el polaco Karol Tendera o Anna Kackl, la niña austriaca que, junto a su familia, salvó de una muerte segura a dos soldados rusos evadidos del Barracón de la Muerte de Mauthausen. Importante también ha sido el testimonio y la amistad de Irena Fisher Monteagudo, residente en Lidice (Chequia), hija del enfermero checo Karel Fisher, voluntario de las Brigadas Internacionales en la guerra de España, y de Irene Monteagudo, enfermera voluntaria natural de Gijón. Ambos se habían conocido atendiendo heridos en un hospital de Castellón y se casaron en Benicasim. De estos testimonios impagables se han beneficiado, a lo largo de estos diez años de vigencia ininterrumpida de nuestro proyecto, ese millar de estudiantes oscenses. Con la visita a los lugares del martirio –los campos nazis de Auschwitz-Birkenau, Sobibor, Treblinka, Majdanek, Plaszow, Mauthausen, Gusen, Steyr, Ebensée, castillo de Hartheim, Terezin, Lidice, Sachsenhausen, Buchewald, Casa Wansee, Flossenbürg, Dachau, Hodonin, Leti y el gulag checo de Vojna–, la ayuda de los testimonios de las víctimas antes citadas, la lectura de los diarios de estos niños traducidos al español, la consulta de la obra de Alexandra Zapruder “Salvaged Pages: Young Writers 'Diaries of the Holocaust” –que recopila quince diarios de niños judíos–, más las informaciones de “La Enciclopedia del Holocausto” y del “Yad Vashem”, y todas las monografías más importantes que se han escrito sobre el Holocausto, hemos compuesto este homenaje a los niños víctimas del horror más espantoso
Diarios de los niños judíos refugiados
El diario de la niña polaca Miriam Wattenberg –publicado bajo el seudónimo “Mary Berg”, en febrero de 1945– fue uno de los pocos relatos de un testigo presencial sobre el gueto de Varsovia que estuvo a disposición de lectores de habla inglesa antes del final de la Segunda Guerra Mundial. Desde 2020 también lo está para los lectores en español. Se han conservado bastantes diarios escritos por niños que escaparon del territorio controlado por los alemanes y se convirtieron en refugiados. En todos ellos late la amargura por la dolorosa pérdida del hogar y la devastadora separación de familiares y amigos. Según la “Enciclopedia del Holocausto”, algunos de estos niños huyeron con sus hermanos o padres: como las alemanas Jutta Salzberg, Lilly Cohn y Susi Hilsenrath, y la austriaca Elisabeth Kaufmann. Otros llegaron solos a tierras extranjeras, como los polacos Klaus Langer y Leja Jedwad, y los alemanes Peter Feigl y Werner Angress.
Diarios escritos desde los escondites
Han sobrevivido también diarios escritos por niños en la peligrosa clandestinidad de sus escondites. Es el caso, cómo no, del mundialmente conocido “Diario de Ana Frank”, erigido en todo un paradigma testimonial del sufrimiento de los judíos acosados y escondidos en escondrijos inimaginables, intentando eludir –casi siempre en vano– la sentencia de muerte a la que habían sido condenados. Después de sesenta años de su espantosa experiencia en Auschwitz, Eva Geiringers (Viena, 1929), más conocida como Eva Schloss, hermanastra de Ana Frank –el padre de Ana Frank, Otto, que perdió a sus dos hijas en Bergen-Belsen y a su esposa en Auschwitz, se casó con la madre de Eva Schloss, que había perdido a su esposo Erich y a su hijo Heinz en Mauthausen, adonde habían llegado tras la última “marcha de la muerte” que salió de Auschwitz–, escribió su libro de memorias “Después de Auschwitz”. Ambos diarios pueden leerse en castellano. En esta misma categoría estarían también los diarios de Edith Van Hessen de Velmans (traducido al español), Anita Meyer, Bertje Bloch van Rhijin, Leo Silberman, Clara Kramer, Mina Glucksman y Otto Wolf. Otros niños escribieron sus diarios escondidos tras la identidad, nada segura, de una documentación falsa. Es el caso de Moshe Flinker en Bélgica y de Peter Feigl en Francia.
Diarios escritos en los guetos y en Terezin
La mayoría de los diarios fueron escritos por los niños recluidos en los guetos de la Europa ocupada por los alemanes. Se conocen los diarios de Janina Bauman (de soltera Lewinson), Irena Gluck, Halina Nelken, Elsa Binder, Ruthka Leiblich, Dawid Sierakowiak, Peter Feigl, Moshe Flinker y Dawid Rubinowicz. Está publicado en español el diario que escribió Rutka Laskier en el gueto de Bedzin (Polonia), desde enero hasta abril de 1943, los últimos cuatro meses de su vida, antes de ser gaseada en Auschwitz. Se han conservado también al menos cinco diarios escritos en los guetos bálticos por Yitskhok Rudashevski, Gabik Heller, Ilya Gerber, Gertrude Schneider y Tamara Lazerson. En el conocido gueto y “campo de tránsito” de Terezin –presentado por los nazis como un asentamiento judío “modelo”, pero donde sin embargo perecieron 35.440 judíos, más los 88.000 que fueron deportados a campos de exterminio–, también hubo un buen ramillete de niños judíos escritores y pintores, pues intensa e increíble fue la actividad cultural desplegada en aquel recinto de hacinamiento, hambre y muerte. Están los diarios de Alice Ehrmann, Helga Pollacková, Eva Roubicková, Paul Weiner y los más conocidos de Petr Ginz y de nuestra amiga Helga Weissová. Además de su diario, Helga elaboró también en Terezin unas pinturas de gran calidad y fuerza expresiva, como pudimos contemplar en Huesca en la exposición que organizamos y expusimos en el Casino oscense la segunda quincena de diciembre de 2018. Petr Ginz era un niño judío de Praga, de fascinante talento, autor de impresionantes dibujos y pinturas y de un conmovedor diario. Con su asesinato en la cámara de gas de Auschwitz, los nazis cercenaron la carrera de un niño prodigio, pues no en vano, entre los ocho y los catorce años, escribió, nada más y nada menos, cinco novelas con unos títulos que delataban su admiración por Julio Verne (De Praga a China, El sabio del Altai, Viaje al centro de la Tierra, La vuelta al mundo en un segundo). Tan sólo se ha conservado la última, El visitante de la época de las cavernas. El trágico accidente de la lanzadera espacial norteamericana Columbia en 2003 aireó al mundo la tragedia del niño praguense.
Diarios escritos en las poblaciones ocupadas
Numerosos diarios fueron escritos por niños fuera de las paredes de los guetos, en las poblaciones ocupadas. Es el caso de los diarios de Sarah Fishkin, Isabelle Jesion, Riva Goltsman, Günther Marcuse, Leon Wells… Algunos están publicados en español. Como el de Eva Heyman –con prólogo de Elvira Lindo–, una niña húngara que empezó a escribir su dietario secreto y personal el día en que cumplía trece años, el 13 de febrero de 1944, y que dejó de hacerlo cuatro meses después, el 30 de mayo de 1944, poco antes de ser deportada a Auschwitz, donde fue gaseada el 17 de octubre de ese mismo año. Unas horas antes de que los nazis llegaran a la ciudad polaca de Przemysl, Renia Spieguel intercambia su primer beso con su primer y único amor, el adolescente Zygmunt Schwarzer. Renia, que venía escribiendo un detallado y rico diario que había iniciado en enero de 1939 con quince años, fue asesinada en julio de 1942 tras ser descubierta por los nazis. Poco antes de su detención había logrado entregar el diario a su novio. El joven Zygmunt fue deportado a Auschwitz, pero antes había dejado el diario a buen recaudo. Tras sobrevivir a Auschwitz, Zygmunt emigró a Estados Unidos y en 1950 entregó el diario a la hermana de Renia, Elizabeth, y a su madre Roza, que vivían en Nueva York. Durante muchos años no tuvieron fuerzas para leerlo. Fue en 2012 cuando una hija de Elizabeth logró su publicación. Está editado en castellano el asombroso diario de la joven austriaca Ruth Maier, que abarca desde 1933 hasta poco antes de su muerte, acaecida nada más llegar a Auschwitz en noviembre de 1942. El denso y lírico diario, con un deslumbrante tratamiento de temas tan diversos como la soledad, la amistad, la identidad, la justicia o el sacrificio, es una de las obras más luminosas de aquellos tenebrosos tiempos. También está traducido al castellano el diario que la parisina Hélène Berr –estudiante en la Sorbona, lectora impenitente de literatura inglesa e intérprete de violín– escribió entre abril de 1942 y marzo de 1944, una obra de una madurez literaria asombrosa.
En una próxima entrega en El Diario de Huesca recogeremos toda la obra pictórica que los niños judíos consiguieron plasmar en el corazón de las tinieblas de aquellos guetos y campos donde sufrieron antes de ser conducidos a la cámara de gas.
La última entrada del diario de Eva Heyman –“no quiero morir porque apenas he vivido”–, seguirá interpelando eternamente a la humanidad.