Pedro Costa Morata presentó este lunes su libro "Israel, del mito al crimen" en una disertación sobre los derechos del pueblo palestino y el papel de Israel en el conflicto. A lo largo de su intervención, desveló aspectos históricos, políticos y sociales del Estado de Israel, criticando sus políticas coloniales y la forma en que la comunidad internacional ha reaccionado ante la situación. Con una mirada crítica, cuestionó la legitimidad del sionismo y abogó por una solución justa para Palestina.
A la hora exacta prefijada y tras unas breves palabras de salutación del presidente del CRMAHU, es Luis, multiactivista de los derechos humanos de Huesca, quien presentó al ponente, en un acto celebrado este lunes.
Repasó la vida de este aguileño, circunscribiéndola a su trayectoria como activista del ecologismo antinuclear y contra los excesos de las industrias eléctricas. Cita también su amplio currículum académico.
Inició su disertación Pedro Costa haciendo referencia a sus orígenes altoaragoneses y a las veces que ha aparecido por aquí por causas bien conocidas: línea eléctrica Cazaril, subestación María Auxiliadora y otras, todas relacionadas con el ecologismo reivindicativo.
Entrando en harina, fue rotundo: "El libro pone en evidencia el carácter mitológico de todo cuanto se refiere al Estado de Israel (“fundamentos bíblicos” y empecinamiento del movimiento sionista por instalarse tras la Primera Guerra Mundial en la Palestina árabe).
Pedro Costa acudió a prestigiosos historiadores israelíes, así como a trabajos arqueológicos de las últimas décadas, para desmontar los pretendidos derechos del sionismo internacional de instalarse en Palestina para crear un Estado propio y exclusivo, étnico y racista.
Indicó el autor que el genocidio con el que Israel masacra a los palestinos de la Franja de Gaza desde octubre de 2023 obliga a clamar contra esos “derechos”, sobre todo el de apropiarse de una Tierra Prometida por un Dios hecho a su medida. Y subrayó que el “derecho a defenderse”, que sistemáticamente alega Israel, solo pertenece a los palestinos invadidos, despojados y humillados, no a los invasores, agresores y colonizadores.
De ahí que haya que considerar plenamente legítima la resistencia del movimiento de liberación palestino. En un ámbito, el internacional, que trata de ignorar el carácter colonial del Estado de Israel, cuyos crímenes hacia los palestinos y su sistemática violación de la ley internacional son tratados con inconcebible tolerancia.
También analizó el papel de Reino Unido en este drama: "En el siglo XIX Gran Bretaña mostró un interés creciente por controlar territorios turcos del Próximo Oriente, esenciales en el Camino de la India, y por eso se creó el Consulado de Jerusalén en la década de 1830. Pero los británicos anglicanos siempre consideraron que era justo que se materializara la promesa bíblica de la Tierra Prometida para el pueblo judío, llegando a proponer, como tierra de asentamiento, Uganda, Madagascar o, incluso, la Patagonia, siendo Palestina una opción territorial posterior.
Y, profundizando aún más, debía analizarse hasta qué punto el mundo de cultura occidental se siente naturalmente impulsado a seguir y justificar a Israel, lo que ha de llenarnos de vergüenza e infamia. Esto se debe a que nuestro occidentalismo es esencialmente judeocristiano, y no resulta nada fácil desprendernos de esa realidad, que a la luz de la historia, no debemos dudar en considerarlo una maldición para la Humanidad.
Siguen a estas consideraciones un resumen detallado de la historia bélica que sacudió estas tierras. Una larga lista de encontronazos militares con intereses semiocultos, basados en la geopolítica más simple.
Habló de los líderes sionistas y de sus antecedentes europeos. Mencionó la imposibilidad de definir un pueblo judío desde un punto de vista étnico.
Preguntado acerca de la posible solución, afirmó que la justicia para el pueblo palestino exige una vuelta atrás y la enmienda de la Historia. Nunca debió procederse a la partición de Palestina: un Estado único, si bien de tipo federal y laico, con capital “religiosa” en Jerusalén para las distintas confesiones.
Incluyendo el retorno a sus casas y tierras de los palestinos expulsados en 1948, y de sus descendientes. Por supuesto que Israel está muy lejos de admitir una propuesta así.
Para finalizar, el autor homenajeó a personas como Shlomo Sand, Norman Finkelstein, Israel Finkelstein, Ariel Liberman y, sobre todo, a Ilan Pappé (que ha tenido que abandonar Israel y asilarse en universidad británica). "Todos ellos, entre otros muchos, deben ser la fuente documental realmente útil y digna para conocer la verdadera esencia del Estado de Israel", resaltó.