Jorge Martín ha exhalado su último aliento y ya descansa en paz dejándonos en este valle terrenal hoy de lágrimas el recuerdo y el magisterio de quien tan bien cantó y, sobre todo, tan maravillosamente abrazó el amor por el folclore. Lo define entre lágrimas la presidenta del grupo que tanto amó, Noemí Lanaspa: "Se nos ha ido un trozo del alma".
La suya no fue la eclosión de un talento temprano, sino la madurez de quien aprecia cuál es su camino. Con cuarenta años, comenzó a cantar la jota bajo la inspiración de José Oto y Cecilia Navarro, una manera de abrazar la pureza como virtud.
Persona extraordinariamente querida en su Asociación Folklórica Estirpe de Aragonia, Jorge ha recorrido multitud de escenarios de España y el mundo deleitando con su prodigiosa y elegante voz. Los premios han sido la consecuencia de su entrega: el Ciudad de Huesca, el Cachirulo, el Demetrio Galán Bergua, el Ordinario del Pilar, el de Tarazona y Alagón, y unos cuantos más con su alter ego Toño Julve. Uno en la cúspide interautonómica, el de Navarra, Aragón y La Rioja en Arnedo.
Como explica Noemí Lanaspa, Jorge Martín sobre el escenario era la personificación del "sentimiento, la elegancia, la transmisión". Era tal su entusiasmo que asistía a todo desde sus inicios en este mundo en el que encontró un gran referente en Carlos Vidal.
Fuera de la jota, Jorge Martín era pintor de brocha gorda y de pincel fino. A brochazos repartía su solidaridad con las monjitas de la Asunción y su profesión en el Hospital Provincial. Con el puntillismo de su afición, perfilaba bonitos lienzos de vida, porque la pulcritud formaba parte de su forma de ser.
De su amigo Toño asumió la interpretación preciosa de El Peregrino, que precisamente fue la pieza que hizo resonó por todos los rincones del Museo Provincial cuando recibió el 20 de julio de 2022 (por cierto, día de alumbramiento de EL DIARIO DE HUESCA) el homenaje de Estirpe de Aragonia dentro del Festival Castillo de Montearagón. Ahora, este gran hombre que hizo de la sencillez un arte de la vida nos lega para la eternidad el amor a la tierra y a la jota, y peregrina hacia predios celestiales donde le espera con los brazos abiertos Carlos Vidal. Un dúo inmortal.
Como legatarios de su bonhomía, el Académico de Honor del Folklore, danzante y padre de danzante, deja a su mujer, Fina, y a sus hijos Jorge y José Ignacio. A partir de las 16 horas de este domingo en la Santa Iglesia Catedral, el gran Jorge Martín al que el corazón le ha hecho cambiar de dimensión será despedido por la humanidad representada en sus amigos. Descanse en paz.