Francisco Franco, figura central de la historia de España, fue un hombre que, más allá de su legado, representó una compleja amalgama de ambiciones, habilidades políticas y circunstancias históricas. Desde su ascenso en el Ejército hasta consolidarse como dictador tras la Guerra Civil, su figura fue modelada por una profunda obsesión por el poder y la supervivencia política.
El catedrático de Historia de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova, al abordar la biografía de este personaje, que ha titulado "Franco" (Crítica, 2025), se centra en desentrañar no solo los eventos de su vida, sino también los mecanismos internos que le permitieron mantenerse en el poder durante tanto tiempo.
Su capacidad para aprender de otros regímenes y adaptarse a una nueva época, como el influjo de Mussolini y Hitler, fue fundamental para su permanencia. Según el historiador aragonés, no solo fue un dictador, sino un hábil estratega, capaz de construir un círculo de leales que le garantizó estabilidad.
Para Julián Casanova, la clave para abordar este pasado es el rigor histórico, el respeto por las fuentes y el reconocimiento a quienes han trabajado previamente en la investigación. Su "sueño noble" es que la biografía del caudillo llegue a los estudiantes de Secundaria, especialmente a aquellos que se esfuerzan por comprender y enseñar la historia de España en las aulas, aunque su obra no se popularice en espacios mediáticos.
Casanova, que es también profesor visitante en diversas universidades internacionales, presentó su nuevo título este martes, 11 de marzo, en el Salón Azul del Casino oscense, en un acto organizado por la librería Anónima de José María Aniés, quien aseguró que se trata de "un texto base definitivo sobre la figura del dictador", que además coincide con el 50 aniversario de la muerte del dictador.
Le acompañó, además, el historiador oscense y profesor en Grenoble, Nicolás Sesma, que el año pasado publicó, también con el sello Crítica y sobre el franquismo Ni una ni grande ni libre, que ha tenido un gran éxito y acaba de alcanzar su quinta edición.
Sesma inició su intervención calificando el libro de "fundamental en el siglo XXI" y "accesible" para el público especializado, para quienes tienen un interés general y para aquellos que se acercan por primera vez a la historia de España.
Después, recordó aquellos tiempos en los que fue discípulo de Casanova, "una experiencia única" en el segundo curso de Historia en la Universidad de Zaragoza 1996-1997, con la asignatura Introducción a la Sociología Histórica. "Cuando Julián apareció en el aula, fue como un ciclón, una fuerza de la naturaleza, una descarga absoluta de energía".
Lleno hasta la bandera en el Casino Oscense, en la presentación del libro "Franco". Foto Carlos Neofato
"Sus clases siempre comenzaban de forma pausada, con un tono moderado, pero poco a poco su entusiasmo crecía. A los veinte minutos, aquello se transformaba en una auténtica explosión de conocimiento y pasión. No te daba tiempo ni a pensar ni a asimilar del todo la magnitud de lo que estaba transmitiendo. Esa capacidad para comunicar la historia con tanta fuerza y claridad es, precisamente, lo que ha llevado a Julián a escribir esta biografía de Franco, una obra imprescindible para entender no solo al dictador, sino también el impacto que su régimen tuvo en España y más allá de sus fronteras".
Nicolás Sesma se mostró convencido de que el libro, además de aportar una visión rigurosa y documentada, despertará también reflexiones y debates necesarios".
Destacó de su maestro, además, la convicción con la que defendía sus argumentos, sus continuas referencias, especialmente de autores extranjeros, y su naturalidad. "Julián te invitaba a soñar, a hacernos pensar" y gracias a él y a la universidad pública -que Sesma siempre aprovecha para defender- buena parte de su alumnado se ha podido labrar un futuro profesional.
"Y además, Julián no era alguien que se reservaba para las grandes ocasiones. No era alguien que esperaba dar su mejor conferencia en Madrid o en Barcelona. Yo le vi dar un curso sobre sindicalismo aquí en el Instituto de Estudios Altoaragoneses y Julián lo daba absolutamente todo, sin importar dónde fuera".
La pregunta que nos hacíamos todos entonces era: "¿Pero bueno, por qué este hombre no es más conocido? ¿Por qué este hombre no habla en la tele, no sale más en los medios de comunicación?" Hoy es tertuliano habitual de Julia Otero; participa en Radio Nacional al lado de Josep Cuní; es un habitual en varios medios de comunicación escritos, "y es, probablemente, la persona que más ha hecho por divulgar las investigaciones del mundo académico".
José María Aniés, en primer término, dando la bienvenida. Foto Carlos Neofato
FRANCO Y ARAGÓN
A petición de Sesma, Julián Casanova comenzó su intervención refiriéndose a los años en los que Franco llega a Academia General Militar de Zaragoza, lo que ocurrió, hasta qué punto la oposición del general Cabanellas pudo convertirse en un freno para la carrera del dictador y de qué manera las personas que nos rodean explican también al personaje.
Antes, no obstante, el autor planteó una reflexión. "¿De qué sirve realmente escribir libros de historia en un momento en que hay tanto ataque al conocimiento? En un momento en el que la opinión está por encima de la indagación".
Cuando Franco llega a la Academia General Militar, que es una creación de Primo de Rivera y del Rey después de que hubiera desaparecido la de Toledo, ya es un general muy reconocido en ese ámbito. Había pasado por África, que para mi es la trinchera de la Primera Guerra Mundial.
A Carmen Polo, con la que se casó en octubre de 1923, aquellos años con "los moros" no le traían buenos recuerdos, como solía decir a su regreso a Madrid, y el tiempo vivido en la capital aragonesa fue el más feliz. "Estoy citando siempre palabras textuales, porque una de las cosas que he hecho en el libro es dejar hablar a los personajes", y salvo en el prólogo, no interviene salvo para explicar cómo llevan a cabo su vida los personajes.
En Zaragoza, él empieza a tener tres o cuatro hilos conductores muy importantes. El primero, que tiene que hacer discursos que ya no son militares, sino políticos.
El segundo, que se ve halagado por las fuerzas vivas. "Ahí está el arzobispo Domenech, que después tuvo un papel importante en todo lo que era la legitimación de la Cruzada. Ahí están, evidentemente, autoridades. Ahí está el rector de la Universidad. Franco vivió aquel hilo conductor de una forma muy interesante".
Tercero, a la Academia General Militar llevó a los africanistas que tenían cuatro o cinco años de combate. Primó a la gente que enseñaba el valor militar y africanista por encima de su capacidad intelectual y didáctica. "Todos ellos le acompañaron en julio del 36, y todos aquellos africanistas y la primera promoción que salió fueron los verdaderos oficiales que después continuaron ascendiendo y fueron el sostén importantísimo de Franco en todo momento, por encima, posiblemente, de los generales".
El cuarto punto que destacó fue que en Zaragoza conoció a Serrano Suñer, que era un abogado joven en aquel momento, nacido en 1901; Franco, en 1892.
Allí conoció a Ramona "Zita" Polo, la hermana de Carmen Polo, y se casaron en 1931. Hizo de padrino José Antonio Primo de Rivera, y a partir de ahí empezó una relación que, desde febrero del 37 hasta finales del 42, "marcó la felicidad completa de un hombre que había sido abogado, diputado de la CEDA, y después, realmente, fue el máximo representante del fascismo y del nazismo en España".
Y el quinto punto que subrayó Casanova fue que Franco "no dejó nunca después de cultivar esa relación con Zaragoza e incorporó un valor nuevo, que fue la Virgen del Pilar, la religiosidad". En un momento en el que la conversión de una guerra civil en cruzada al principio no contaba con militares especialmente católicos y devotos, acabó en una simbiosis entre la política y la religión. Así quedó reflejada en la fotografía del último Franco con el brazo incorrupto de Santa Teresa a su lado y el manto de la Virgen del Pilar, que conecta como un flashback con lo que había sido la Academia General Militar.
Julián Casanova, firmando ejemplares de "Franco" al término del acto. Foto Carlos Neofato
El historiador recordó que Franco volvió muchas veces a Zaragoza y estuvo en el frente del Ebro, pero desmitificó su figura de gran estratega militar. "Se ha hecho hasta una apología, una hagiografía del Franco militar que tiene muy poco que ver con lo que fueron todos los militares que lucharon como él, se brutalizaron como él en la Primera Guerra Mundial y acabaron en el 45, no como él, porque muchos de ellos acabaron colgados, acabaron fusilados o, algunos de ellos, en Portugal, en Argentina o en España, protegidos por la Iglesia católica".
"La biografía que he trazado explica algo más que Franco, pero tiene un primer objetivo: mostrar que las calles de la historia son múltiples, una calle de muchas direcciones", recalcó.
En segundo lugar, indicó que no le interesa "poner al personaje en una sala de juicio, o condenarlo, o santificarlo, y que tiene que ser posible leer la historia del pasado con libertad".
Y tercero, "¿Por qué duró tanto? -se planteó- ¿Que no hay ningún historiador que quiera estudiar a Franco y la historia de España del siglo XX que no tenga que entrar en la pregunta y responder por qué estuvo tantos años en el poder? ¿Quién le dio el carisma? ¿Quién le dio el culto? ¿Quién le protegió? Y allí nos da sorpresas la biografía. Porque nos pone un hilo conductor donde el mundo internacional, desde Hitler hasta Gerald Ford, que fue el último presidente de Estados Unidos que pasó por España, hicieron muchísimo por responder a la pregunta que estoy diciendo, ¿Qué es lo que hizo posible que Franco adquiriera ese carisma, ese poder, y durara tantos años en la historia de España?".
CÍRCULO DE LEALES
Nicolás Sesma señaló que una de las claves que podrían explicar la longevidad de Franco en el poder es su capacidad de aprendizaje. Además, le pidió a Julián Casanova que reflexionara sobre una faceta a menudo subestimada: la habilidad del dictador para formar un círculo de "absolutos leales" que siempre permanecieron a su alrededor. También le preguntó hasta qué punto construye su biografía apoyándose en otros personajes, en un enfoque similar al que utiliza Simon Sebag Montefiore en su biografía de Stalin.
Julián Casanova respondió señalando que el Franco que llega a la Academia Militar, o al que Azaña le cierra las puertas de esta institución, ya había conocido a Primo de Rivera y había sacado conclusiones importantes de su régimen. Según Casanova, aunque Franco se consideraba admirador de Primo de Rivera, no le gustaba su gestión. Destacó que el caudillo tenía una obsesión clara por mantenerse en el poder, como reflejan sus propias palabras: "A mí no me saca nadie de aquí, de aquí al cementerio".
Casanova subrayó que hubo un cambio fundamental en su forma de entender el poder, influenciado por el ascenso de Mussolini en Italia y, especialmente, por el de Hitler en Alemania, quien llegó al poder gracias a Hindenburg. Según él, este proceso de aprendizaje quedó sintetizado de manera explícita en febrero de 1937, cuando Serrano Suñer visitó a Franco en Salamanca. Profundamente marcado por el asesinato de sus dos hermanos en el Madrid republicano, transmitió a Franco la necesidad de transformar el "Estado campamental" que había construido durante la guerra en un Estado inspirado en los modelos italiano y alemán.
El historiador aragonés afirmó que, en los años previos a la Guerra Civil, Franco no tenía el discurso ni la visión política que desarrollaría después. Destacó la importancia de contextualizar ese periodo y recordó que, aunque algunas narrativas simplifican los hechos —como las difundidas en redes sociales—, la Segunda República fue gobernada por la derecha entre noviembre de 1933 y febrero de 1936. También subrayó que Franco fue nombrado jefe del Estado Mayor gracias a Gil Robles, líder de la CEDA, y mencionó la hipótesis de Paul Preston, quien planteó que, si no hubieran destituido a Franco de ese cargo, quizá no habría participado en el golpe de julio de 1936.
LA GUERRA CIVIL
Para Casanova, el gran cambio en Franco lo produce la Guerra Civil. En su libro defiende que, así como los fascistas italianos decían que su pubertad y su universidad fue la guerra, en el caso de Franco, África fue su formación básica, mientras que la Guerra Civil representó su "tesis doctoral". En ese conflicto, comentó, Franco se radicalizó, adoptó prácticas fascistas y aplicó la brutalidad que ya había mostrado en las campañas coloniales, pero esta vez contra los republicanos y un ejército organizado.
Además, destacó que el final de la Guerra Civil en abril de 1939 coincidió con el inicio de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de ese mismo año, lo que propició los primeros contactos de Franco con las potencias del Eje. Cuestionó el mito según el cual Hitler intentó convencer a Franco de entrar en la guerra sin éxito, afirmando que, en realidad, fue Franco quien buscó acercarse a Hitler en los primeros momentos del conflicto.
Igualmente, remarcó la importancia del apoyo que Mussolini a Franco durante la Guerra Civil. Señaló que el dictador italiano le proporcionó alrededor de 75.000 soldados, que oficialmente se presentaban como voluntarios, aunque en realidad estaban pagados por el Ejército italiano. Además, el líder italiano suministró armamento, aviones y facilitó el traslado de tropas, al igual que hizo Hitler.
Sin embargo, a pesar de este respaldo, cuando Mussolini estableció la República de Saló tras su caída en 1943, Franco se negó a reconocerla diplomáticamente. Casanova citó al diplomático alemán Gustav Goethe, quien, en su diario, expresó su sorpresa y descontento al observar cómo Franco no correspondía a los favores recibidos de Mussolini, ni siquiera otorgándole el reconocimiento oficial a su régimen.
Casanova también explicó que el italiano decidió entrar en la Segunda Guerra Mundial en un momento en que Alemania avanzaba con rapidez. Después de que las fuerzas germanas conquistaran en 25 días varios territorios como Checoslovaquia, Bélgica y otras zonas occidentales, Mussolini consideró que era la oportunidad adecuada para unirse al conflicto. Según sus propias palabras, creía que era "el momento de poner unos cuantos miles de muertos para ir a buscar enseguida el botín".
Franco, según Casanova, compartía una visión similar. Apostaba por la victoria rápida de Hitler y confiaba en que su apoyo a las potencias del Eje le permitiría obtener una compensación territorial una vez terminada la guerra. Esta expectativa reflejaba la creencia de Franco en la diplomacia como un medio para fortalecer su posición internacional y expandir el territorio español.
Julián Casanova desentrañó algunos aspectos del cáracter de Franco. Foto Carlos Neofato
El catedrático explicó que, en ese momento histórico, todas las potencias buscaban compensaciones territoriales, ya que los imperios no eran conceptos abstractos o digitales, sino físicos y expansivos. Subrayó que Franco, a diferencia de otras potencias, no tenía colonias en aquel momento, lo que lo situaba en una posición más débil en términos de proyección internacional. Además, destacó la importancia estratégica de contar con una marina poderosa, ya que los imperios más grandes históricamente dominaban los mares, lo que generaba una competencia intensa entre las naciones.
Retomando la pregunta de Nicolás Sesma sobre cómo Franco construyó su red de leales, Casanova mencionó a Gerald Ford como una figura interesante en este contexto. Explicó que Ford llegó a la vicepresidencia de Estados Unidos el 31 de mayo de 1905 debido a la dimisión de Spiro Agnew, un político estadounidense de origen griego que estaba profundamente implicado en los negocios y en la dictadura de los coroneles en Grecia.
Casanova señaló que Ford tuvo la fortuna de convertirse en presidente tras la renuncia de Richard Nixon, lo que ejemplifica cómo las conexiones políticas y las circunstancias podían llevar a individuos al poder. Aunque la referencia a Ford parece algo tangencial, Casanova lo utiliza como ejemplo de cómo las tramas de poder y las lealtades estratégicas pueden sostener a un líder en el tiempo, al igual que lo hizo Franco con su entorno cercano.
FRANCO Y SALAZAR
Julián Casanova explicó que Salazar, el dictador portugués, observó con desconfianza el proceso de descolonización de Marruecos llevado a cabo por Franco, ya que el imperio colonial era el pilar fundamental de la identidad de Portugal. Según Casanova, anticipó en 1963 que el fin del imperio portugués llegaría precisamente por el descontento del Ejército Colonial, lo que eventualmente se materializaría con la Revolución de los Claveles en 1974.
A pesar de los discursos oficiales que hablaban de una "amistad ibérica" sincera, Salazar manifestó su desilusión con Franco. Consideraba que este "ya no le interesaba" porque no había mostrado ningún interés por sus preocupaciones sobre el mantenimiento del imperio. Para el portugués, la conquista y la expansión colonial representaban el origen de la identidad compartida de la península ibérica, y al no encontrar eco en Franco, se distanció de él.
Casanova también recordó que, tras sufrir un ictus, Salazar fue apartado del poder, aunque le hicieron creer que seguía gobernando hasta su muerte en 1970. A pesar de la cercanía entre ambos líderes —se habían reunido en siete ocasiones y el mandatario luso lo consideraba su amigo más querido—, Franco no asistió a su funeral en Madrid, enviando en su lugar al príncipe Juan Carlos. Casanova destacó la presencia constante del príncipe en estos eventos, aclarando que no es él quien fuerza su aparición en el relato, sino que los propios acontecimientos lo colocan en una posición central dentro del "teatro cruel" que fue la dictadura durante décadas.
Julián Casanova invita al lector a sacar sus propias reflexiones. Foto Carlos Neofato
FRANCIA, AMÉRICA Y PORTUGAL
Franco también tenía una visión particular de Francia, que combinaba dos percepciones opuestas. Por un lado, le consideraba un país amigo que podía proporcionar beneficios a España, especialmente porque creía que el fascismo se mantendría en el tiempo. Por otro lado, tenía una profunda obsesión con Inglaterra y Francia, a las que vinculaba con la masonería, a la que culpaba de los grandes males de la historia de España. Según Franco, en esos países se originaron la masonería, la Ilustración y el liberalismo, tres fuerzas que, a su juicio, representaban las raíces de los "pecados" que habían debilitado a España.
Casanova remarcó la importancia de explicar este aspecto en su obra, ya que, aunque había leído muchas biografías sobre Franco, pocas se detenían a detallar en profundidad qué era la masonería. Por este motivo, decidió incluir una explicación más detallada, inspirándose en los estudios de Ferrer Benimeli, uno de los principales especialistas en masonería en España. Casanova consideró relevante dar espacio a su investigación, ya que, aunque es fundamental en el ámbito académico, no siempre es conocida por el público general.
Julián Casanova destacó la importancia de ciertos viajes en la historia del franquismo, subrayando especialmente la visita de Dwight D. Eisenhower en 1959. Según Casanova, el encuentro entre Franco y el presidente estadounidense fue un momento crucial para el dictador, ya que, al recibir su abrazo y reconocimiento, sintió que había consolidado definitivamente su victoria en la Guerra Civil, seis años después del acuerdo bilateral con Estados Unidos en 1953. Para Franco, el respaldo de Eisenhower significaba que ninguna fuerza externa lo derrocaría.
Otro viaje relevante fue el de Eva Perón en 1947. Franco había invitado a Juan Domingo Perón en agradecimiento por el apoyo que Argentina brindó a España durante los años de aislamiento internacional, cuando éste envió toneladas de trigo, defendió a España en la ONU y ayudó al régimen en un momento de extrema escasez. Casanova citó a Luis Ariza, embajador de España en Argentina y exalcalde de Bilbao tras la entrada de las tropas franquistas, quien tuvo una conversación con Evita antes de su visita. Según relató, ella mostró desconfianza, comentando a su equipo en la Casa Rosada: "Vigile a este español, que si puede, se llevará la Casa Rosada porque no paran de pedir los españoles", manifestó.
Durante su estancia en España, Evita realizó una intensa labor de imagen pública. Habló de justicia social y visitó los barrios más pobres junto a la esposa de Franco. Casanova mencionó un momento particularmente tenso entre ambas mujeres: Evita, a quien en privado llamaba despectivamente "la gorda", le señaló a Carmen Polo la diferencia fundamental entre sus esposos: "Su marido ha llegado al poder con las armas, con un golpe de Estado; el mío, con los votos". Este comentario molestó profundamente a Carmen Polo.
Pese a las tensiones, Evita mantuvo una actitud diplomática en público. Al despedirse, declaró: "Os tengo en el corazón". Su visita combinó la defensa del discurso de justicia social y el populismo peronista con actos de carácter simbólico y religioso, como su paso por la Morgueta y la ofrenda al manto de la Virgen del Pilar.
Julián Casanova comentó que la primera fotografía de Evita en España databa de junio, aunque su llegada al país se remontaba al invierno. En la imagen, aparecía en la Plaza de Oriente con un abrigo de visón. El historiador consideró que esa foto era significativa, ya que reflejaba la contradicción de una tierra empobrecida, donde alguien que hablaba de justicia social y los pobres se mostraba al lado de un militar austero y no corrupto, mientras ella lucía un lujoso abrigo. Para él, esos símbolos y fotografías eran muy importantes. Además, señaló que los historiadores del siglo XX contaban con recursos como audios, vídeos y fotografías.
En relación con la utilización de fuentes históricas, Sesma recordó que uno de los refugiados republicanos españoles devueltos por la policía portuguesa a la frontera fue Miguel Hernández, quien posteriormente fue condenado a muerte en la prisión del reformatorio de Alicante, aunque la pena fue conmutada por 30 años de cárcel. Además, mencionó que recientemente se había condenado a un investigador, Juan Antonio Ríos Carratalá, a rectificar una de sus investigaciones después de haber ganado dos juicios. Esto ocurrió porque el hijo de uno de los secretarios judiciales que condenó a Miguel Hernández quería, en defensa del derecho al honor, que el nombre de su antepasado desapareciera de las investigaciones de este profesor.
LIBERTAD
Sesma hizo un llamado a la defensa de la libertad de investigación, la libertad de información y el acceso a las fuentes en el ámbito académico, en un momento en que se discuten temas como "la cultura de la cancelación" y la llamada "generación de cristal". Además, aprovechó para hacer dos preguntas: la primera sobre la influencia de Franco como modelo. Señaló que, aunque tradicionalmente se ha pensado que Franco se inspiró en otros países, también se puede argumentar que Franco y la dictadura franquista sirvieron de modelo para otros regímenes. Un ejemplo que dio fue el mariscal Pétain, quien se inspiró en la legislación franquista, especialmente en la Ley de Responsabilidades Políticas, para la legislación de la Francia de Vichy, destacando que el concepto de efecto retroactivo parece haber sido tomado directamente de la legislación española.
Sesma continuó señalando que en la noción de "Francia y anti-Francia", la primera persona juzgada en un proceso donde se le despoja de la nacionalidad y de todo su patrimonio inmobiliario fue el general De Gaulle. Este fue juzgado en rebeldía mientras se encontraba en Londres, y se le quitó la nacionalidad francesa. Agregó que si se le cuenta esto a alguien en Francia, podría causarles "una crisis", sin embargo, tras la liberación de Francia, esa legislación estuvo directamente inspirada en la española.
Además, observó destacó que Franco fue probablemente el primero en poner a un católico como Ministro de Asuntos Exteriores como una imagen hacia el exterior, lo que sentó un precedente. Esta práctica fue luego imitada por otros países, como Corea del Sur durante su dictadura. Incluso mencionó que Sadam Hussein tenía como Ministro de Asuntos Exteriores a Tareq Aziz, un cristiano, y lo presentaba como una muestra de tolerancia hacia las minorías religiosas.
Y Pinochet, fue uno de los pocos jefes de Estado, junto con el de Mónaco, que estuvo presente en el funeral de Franco, y también mencionó a Imelda Marcos.
Casanova reflexionó sobre la creencia generalizada de que las dictaduras de ultraderecha vinculadas al fascismo caen con los casos de Portugal, Grecia y España, pero señaló que esto solo sucedió en Europa. En América Latina, Pinochet llegó al poder en septiembre de 1973, y cuando murió Franco, Videla aún no había caído en Argentina, mientras que la Junta de los Coroneles en Uruguay y las dictaduras de Brasil y Paraguay seguían en pie.
Añadió que Franco mantenía una idea de la Hispanidad que agradaba a quienes defendían esa visión, destacando como ejemplo claro la celebración del 12 de octubre, conocido entonces como el Día de la Raza. Casanova opinó que todo esto es esencial para comprender el impacto de Franco en la historia.
Finalmente, reconoció que, aunque tendemos a comparar a Franco con las dictaduras europeas debido a su cercanía geoestratégica, las dictaduras latinoamericanas deben mucho a Franco, quien ya estaba en el poder en octubre de 1936. Casanova concluyó mencionando que, en Chile, un país que conocía bien, existió un Frente Popular muy importante en los años 30.
Julián Casanova continuó hablando sobre la tradición militar intervencionista, especialmente en Argentina, aunque destacó que nadie llegó tan lejos como Pinochet y Videla en los años 73 y 76. Según él, los lazos de sangre establecidos por la victoria de Franco se reflejaron también en las victorias de Pinochet y Videla, mostrando una conexión profunda entre estos regímenes autoritarios.
Julián Casanova. Foto Carlos Neofato
POLÍTICAS DE MEMORIA
Las políticas de memoria, según Casanova, giran en torno a dos ideas: la posibilidad de que alguien predique el olvido y la posibilidad de que otros recuerden a las víctimas. Este tema, que puede parecer propio de ciertas culturas, según dijo, ha sido muy relevante en países como Argentina y Chile, donde las idas y vueltas en torno a la memoria histórica siguen siendo un tema central.
Casanova también mencionó un episodio clave en la historia de la transición española, cuando Nixon visitó España en 1970. Durante esta visita, el presidente americano y Kissinger estaban claramente interesados en estudiar las formas de la transición en España. Nixon había sido informado de que Franco estaba muy enfermo, pero cuando llegó, se dio cuenta de que estaba en peor estado de lo que le habían dicho. A pesar de este deterioro, expresó que Franco le había causado una buena impresión, y destacó que el príncipe hablaba muy bien inglés. Casanova agregó que, durante la visita, Nixon le aconsejó al príncipe que se hiciera simpático con la gente y que no se preocupara por la democracia", porque ya vendría.
Kissinger, por su parte, confiaba en Carrero Blanco como la persona clave para que la transición española se hiciera según sus propios términos. Según Casanova, Carrero Blanco fue una de las últimas personas en ser vista viva antes de su asesinato.
Julián Casanova relató que la noticia del atentado contra Carrero Blanco sorprendió a Kissinger en París. Estando en España el día anterior, lejos de alegrarse por el suceso, lo primero que hizo fue regañar a la seguridad de Estados Unidos, cuestionando cómo no le habían avisado y destacando que podrían haber estado en el lugar de la bomba.
También expresó que la muerte de Carrero Blanco representaba una gran pérdida para la estrategia geopolítica en el Mediterráneo. Afirmó que, aunque en ese momento no había caído ni Portugal ni Grecia, la historia de Franco era mucho más que la represión, y que había muchos otros aspectos a estudiar sobre su régimen, como la cultura, la corrupción y los mitos.
Casanova destacó que la biografía de Franco, aunque sigue la estructura clásica de este género que abarca desde el nacimiento hasta la sepultura, es menos convencional en su enfoque. En lugar de seguir una narración lineal, el autor aborda temas transversales, integrándolos sin romper la fluidez de la historia.
Citó a su amigo y maestro Álvarez Junco, quien escribió una biografía sobre Lerroux, un personaje más atractivo para este tipo de relatos. Junco utilizaba capítulos narrativos pero también analizaba y extraía lecciones específicas sobre demagogia y populismo. Casanova, sin embargo, creía que para el siglo XXI y para los estudiantes de historia, la narración debía prevalecer sobre los análisis fragmentados.
Casanova subrayó dos puntos importantes en este enfoque. Primero, "la narración no es neutra", ya que no es posible escribir sobre el pasado de manera objetiva desde el presente. El verdadero reto es ser honesto, fiable con las fuentes y justo con las personas que han trabajado previamente sobre el tema.
Y segundo, compartió un "sueño noble" que tenía desde hacía tiempo. A pesar de que su biografía de Franco probablemente no se leerá en espacios populares como 'El Hormiguero'", su deseo era que los estudiantes de Secundaria en los institutos sí lo hagan.
Tanto Julián Casanova como Nicolás Sesma agradecieron a la librería Anónima y personalmente a Chema Aniés, Ana Mora y Marta Bosque el haber organizado esta presentación.