La Fundación Fray Bartolomé de las Casas (Ana Ávila) y la delegación del Congreso Nacional Indígena (Norma Palma, Anselma Margarito y Jesús Plácido) visitaron este domingo Huesca, donde narraron las duras realidades que enfrentan en su incansable lucha por los Derechos Humanos y los Derechos Colectivos de los pueblos originarios. Con la organización de BienvenidXs RefugiadXs Huesca y la colaboración del CRMAHU, se escucharon en la sede de este último palabras de salutación y agradecimiento en distintas lenguas originarias, supervivientes de siglos de desprecio y ocultación.
Como en tantos eventos similares, sobrevoló en la atmósfera cargada de dolor (pero no de victimismo; pero no de desesperanza) el recuerdo de personas que cayeron en este desigual combate, de hombres y mujeres que desaparecieron, y de injusticias y desprotecciones que aún persisten.
De labios de esas tres mujeres y de ese hombre, el público conoció los desplazamientos forzados a raíz de la construcción de una carretera que, junto a decenas de expropiaciones, provocará deforestación y pérdida de naturaleza, de tierra, de esencia comunitaria. Se habló también del significado de "Cobro de piso", una extorsión pura y dura a manos de cárteles de la droga, y de los reclutamientos de menores para combatir junto a los narcos, quienes los convierten en carne de cañón y constituyen una excusa para la hostilidad hacia los miembros de los pueblos originarios.
La delegación relató el impacto de los megaproyectos que dividen comunidades al precio de la extinción de éstas, proyectos siempre justificados por un cuestionable desarrollo de las personas afectadas. Mencionaron el tren Maya, la autopista hacia San Cristóbal, y la extracción de acuíferos y recursos pesqueros por parte de empresas muy reconocidas.
En su discurso, hablaron de la influencia de los grupos narcos, su infiltración en las comunidades, el nuevo frente que han abierto y sus métodos de represión. Describieron la aculturización que rodea a sus comunidades, imponiendo a los más jóvenes unas necesidades artificiales y transformando sus ritos y costumbres en un producto turístico de nula autenticidad.
Además, criticaron duramente a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien, aunque se presenta como abanderada de la causa indígena, sigue lo que consideran una práctica común de la clase política mexicana hacia estos pueblos: acercarse cada seis años a prometer soluciones que, tras el paso por las urnas, quedan en nada. "Claudia no nos representa", afirmaron con absoluta firmeza.
Sin embargo, junto a este brutal retrato de la realidad, también compartieron sus victorias logradas, su deseo de seguir en el combate (la otra opción es perecer o asimilarse), sus esperanzas de vida y de autoorganización. Fueron casi dos horas de charla, calmada pero sin apenas pausas, salvo las provocadas por la búsqueda mental del vocablo más certero para expresar mejor el pensamiento. Un hombre y tres mujeres, con valor y firmeza plenamente demostrados, que continuarían en unas horas con su gira informativa, cosechando empatía y solidaridad.