Cabaña mínima (La Garúa Editorial) constituye una reflexión profunda sobre la conexión entre el ser humano, la naturaleza y la creación artística, donde la cabaña se presenta como un espacio simbólico. A través de poesía y prosa lírica, Lola Irún explora la trascendencia, el misterio de la existencia y el poder transformador del arte.
La autora ha presentado la obra en Huesca este sábado, en un acto celebrado en el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN), acompañada por José Ángel Alegre y Jesús Aguado. Este libro, que fusiona poesía y ensayo, no es sólo un homenaje a pensadores y creadores, sino también a aquellas personas cercanas que, con su presencia, transforman nuestra vida.
La metáfora de la cabaña recorre todo el libro (Colección Mayéutica) y más allá de la evocación del espacio físico, se convierte en una reflexión profunda sobre el arte y la imagen.
Irún indica que el arte no es solo un acto de contemplación, sino "un diálogo entre el espectador y la obra, que se da en el interior de cada uno", influenciado por su bagaje personal. Este enfoque destaca que la experiencia estética está condicionada por la historia individual del espectador. En este sentido, la autora cita a Paul Klee, quien afirmaba que "El arte no reproduce lo visible, sino que lo hace visible", subrayando cómo los artistas proyectan su mundo interior a través de sus obras.
Este enfoque estético se vincula a la cabaña como un lugar de austeridad y simplicidad, donde el ser humano puede despojarse de lo superfluo y centrarse en lo esencial. La autora explica que, construida con materiales sencillos y desnudos, simboliza un retorno a la esencia de lo que realmente importa.

En ese sentido, sería un refugio donde lo exterior se minimiza para dar espacio a la reflexión interna. "La cabaña representa una interioridad no adscrita a ninguna religión específica, sino como un lugar de retiro que permite repensar el mundo, subraya Irún.
Esta reflexión sobre la simplicidad no solo se refiere al espacio de la cabaña, sino que se extiende a diversas formas de arte, como la arquitectura, la pintura y la música.
El libro se presenta en un formato singular: una cubierta que corresponde al poemario Cabaña mínima, dedicado a la interioridad y la reflexión personal, y al girar el libro, encontramos la misma pintura de Antonio Hervás Amezcua, pero con otro título: Cabañas escritas.
Este segundo título reúne breves apuntes en prosa lírica sobre la experiencia de filósofos, escritores, arquitectos, músicos y cineastas que, al alejarse del ruido social, buscaron nuevas formas de habitar el mundo, en solitario, y explorar la creatividad desde un espacio de recogimiento. Estos autores, según estima, nos han legado "obras extraordinarias" que siguen inspirando la reflexión y la creación.
Algunos de sus maestros, asegura, son los propios libros que ha leído a lo largo de su vida. En el poema que da título al libro, se encuentran numerosas menciones a autores y obras que han marcado su camino, como Rafael Argullol, Ramón Andrés y Teresa Martín. Irún ha afirmado que "la función del arte es transformar", porque al leer o al observar una obra, la experiencia cambia nuestra forma de ser.
La autora espera que su propio libro logre cumplir esta misma función. Para ello, ha incorporado una selección bibliográfica para que los lectores puedan conocer el recorrido que ella ha seguido, un camino marcado por biografías y ensayos que la han acompañado. Además, en sus escritos se incluyen reflexiones sobre obras y autores como Strindberg y otros más, quienes se retiraron en algún momento de sus vidas para encontrar inspiración y crear.
Este retiro, ha destacado, no debe interpretarse como una huida del mundo o un rechazo al entorno, sino como una pausa esencial en un mundo acelerado, un momento para la reflexión.

LA ESPIRITUALIDAD
Lola Irún ha comentado que su espiritualidad surge de la convicción de que los seres humanos no solo estamos hechos de lo tangible, sino también de lo trascendental. Se refiere a la necesidad de establecer un vínculo profundo con uno mismo, dedicándose a reflexionar sobre cómo amamos, cómo actuamos y cómo nos expresamos por medio de la escritura.
Para ella, esta espiritualidad no se asocia con ninguna religión específica, sino que representa un espacio de intimidad y reflexión personal. Es un proceso que busca valorar lo invisible y lo que escapa de lo cotidiano.
Irún ve en la creación artística un aspecto esencial de este proceso, ya que es un ejercicio constante de mirar más allá de lo inmediato, cuestionando cómo abordar diferentes situaciones de la vida. Define este impulso como un acto de "actuar sobre lo invisible", algo que, aunque puede ser nombrado de diversas maneras por otros, tiene un significado profundo en su vida.
En su obra, ha incluido un apartado titulado "lugares del alma", donde reflexiona sobre autores como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y San Agustín. Aunque deja claro que no adopta una postura mística en un sentido estricto, sí explora el misterio de la existencia, abordando temas como la finitud humana, la fragilidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte, todo en contraste con la permanencia de la naturaleza.
Esta conciencia de nuestra limitada existencia es, para Irún, una invitación a vivir de manera plena y consciente, a ser más que simples sobrevivientes, reconociendo la trascendencia que reside en nosotros. Para la autora, la creación artística, en particular la poesía, posee un carácter misterioso, ya que no puede ser predicha ni controlada. Ella explica que la poesía "irrumpe como un fogonazo", guiando la mente hacia una metáfora o imagen de manera espontánea.
La escritora también cita a María Zambrano, quien describía el arte como "un instante mágico, cercano a lo sagrado", aludiendo a ese misterio que acompaña la creación. Su práctica espiritual consiste en ser consciente de esos elementos misteriosos en la vida y celebrarlos, ya que considera que son esenciales para el proceso creativo y poseen un valor único para ella.
Aunque nacida en Barcelona, Irún mantiene una fuerte conexión con Aragón, pues sus padres eran originarios de Novillas. Además, presume de una estrecha amistad con el escritor José Ángel Alegre, quien participó en un proyecto artístico previo de Irún. Esta relación la motivó a presentar su obra en la tierra aragonesa, especialmente porque el libro está escrito en castellano y puede integrarse en la rica tradición literaria de la Comunidad Autónoma.
La autora catalana ha mostrado su satisfacción por haber presentado su obra en Barbastro, donde el evento fue muy bien acogido, y ahora, con gran entusiasmo, la ha dado a conocer en el Centro de Arte y Naturaleza, un lugar que considera que conecta de manera perfecta con la propuesta de su libro.