La mayoría de los oscenses sabe dónde se encuentra ubicada la Plaza Concepción Arenal, un espacio que albergó la primera sede de la Prisión Provincial y que entonces se denominaba plaza de San Victorián. Pero quizá no todos conozcan quién fue aquella gallega, experta en derecho, pensadora, periodista, poeta y pionera en el feminismo español.
La escritora Marilar Aleixandre reivindica su figura en su libro Las malas mujeres (Xordica Editorial), Premio Nacional de Narrativa 2022, un ejercicio de memoria histórica en el que rescata también la figura de Juana de Vega y la existencia de las presas de una cárcel de Galicia en el siglo XIX.
La novela, escrita en gallego, ha sido traducida al castellano por la propia autora para la editorial aragonesa de Chusé Raúl Usón -va por la cuarta edición- y cuenta también con versiones en euskera y catalán.
Marilar Aleixandre ha hablado de esta obra este lunes, en el Salón Azul del Casino de Huesca, en un acto organizado por el Colectivo de Mujeres Feministas y la Librería Anónima, y presentado por Chon Allué. Este martes acudirá a la Escuela de Arte, para mantener su primer encuentro fuera de Galicia con alumnado de Bachillerato.
"Pensaba que era un libro muy gallego"
La escritora confiesa su sorpresa por la buena acogida que los lectores le han dispensado a Las malas mujeres lejos de su tierra, porque “pensaba que era un libro muy gallego”, por la temática y la notable presencia de los poemas de Rosalía de Castro.
Una porción de esta narrativa se sumerge en la perspectiva de una ficticia prisionera, Sisca, aunque su trama halla sus raíces en una mujer real de un siglo posterior.
Además, Concepción Arenal y Juana de Vega, dos destacadas exponentes del liberalismo en el siglo XIX, son las otras dos protagonistas de la historia. Se conocieron, se hicieron amigas y colaboraron en diferentes acciones a favor de los desfavorecidos. Crearon una sociedad para enseñar a leer a las presas, pero el director se lo prohibió y mató la iniciativa.
Concepción Arenal, una eminente penalista, fue una de las precursoras a nivel mundial que abogó por la regeneración, cuestionando cuál sería el destino de los presos cuando abandonasen la cárcel, en una época en la que no existía la palabra reinserción.
Por otro lado, Juana de Vega emerge como una figura sumamente interesante para la autora, aunque duda de su notoriedad fuera de Galicia. Marilar Aleixandre estima que, si hubiera sido inglesa, habría inspirado múltiples películas y novelas. “Estuvo metida en todos los pronunciamientos y revoluciones liberales del siglo XIX, desde que tenía 10 años", recalca.
Contrajo matrimonio con el militar navarro Espoz y Mina, pero cuando el reinado de Fernando VII resurge, ambos se ven forzados a emprender el exilio. Londres se convirtió en su casa durante once años, durante los cuales Juana de Vega participó de forma sumamente activa en las conspiraciones en las que su esposo estaba involucrado. Dejó memorias y correspondencia con los líderes más destacados del liberalismo. Abogaba por la instauración de una república y llegó a propugnar que Galicia debía gobernarse por sí misma.
“Juana de Vega logró que destituyeran a un gobernador civil de Coruña. No era simplemente una mujer dedicada a la filantropía, o lo que en aquel entonces se denominaba beneficencia. Era muy reivindicativa”, afirma Marilar Aleixandre.
La escritora observa que, a menudo, existe una resistencia a reconocer la participación de las mujeres del siglo XIX en la política. Se perciben, con cierto menosprecio, ligadas a asociaciones de beneficencia, “pero eso era lo único que se les permitía en esa época”. Sin embargo, comenta con elocuencia, todas las conspiraciones se hacían en casa de Juana.
Fue la lectura de una biografía de Concepción Arenal lo que inspiró a Marilar Aleixandre a escribir la novela. Estaba preparando, junto a María López-Sández, el ensayo Moviendo los márgenes del patriarcado: el pensamiento feminista de Emilia Pardo Bazán. “Ambas proponen cosas muy similares, especialmente en lo que respecta a la educación de la mujer. Pardo Bazán era una feminista más radical, como ella misma afirmaba, pero también era considerablemente más joven. Me encontré con algunas líneas que mencionaban que Concepción Arenal fue visitadora de prisiones en la Galera de Coruña en 1863, durante un par de años”, en un momento en que había unas 300 mujeres en dicha institución y aquello le interesó.
En aquel período, había alrededor de 40 cárceles de mujeres en toda España, prácticamente una por provincia, y este es un hecho que se ha perdido por completo en la memoria colectiva. ¿Por qué no existen documentos sobre esto? “Porque es incómodo. La sociedad ha fracasado y prefiere quitar a estas personas de en medio”, se responde.
"Yo no quiero ser mejor, yo quiero ser igual"
Desde el principio, imaginó un conflicto entre la ficticia reclusa Sisca y Concepción Arenal. “Era una mujer visionaria de lo que debían ser las prisiones, pero, al mismo tiempo, era profundamente religiosa y equiparaba el delito con el pecado. En sus escritos, particularmente en Cartas a los delincuentes, sostenía la idea de que la mujer era moralmente superior al hombre”.
Marilar Aleixandre rechaza esta noción que Emilia Pardo Bazán ya contradecía en su época y que, en su opinión, sigue resonando hoy en día: la idea de que las mujeres son más generosas y mejores y que ella considera “una trampa”, porque, por ejemplo, perpetúa la carga de la responsabilidad del cuidado en ellas. “Yo no quiero ser mejor, yo quiero ser igual", enfatiza.
Emilia Pardo Bazán legó un impresionante escrito en forma de ensayo titulado La educación del hombre y la mujer, presentado en el Congreso Pedagógico de 1892 y disponible ahora en castellano a través de la editorial Alianza.
Pardo Bazán plantea la idea de que todas las mujeres son capaces de concebir ideas, no obstante, no todas deciden concebir hijos. Hasta no hace tanto, se estigmatizaba a quienes adoptaban esta postura. “Se ha hecho pasar por deber y virtud lo que es en realidad la sumisión”, considera.
"Se ha hecho pasar por deber y virtud lo que es en realidad la sumisión"
La autora necesitó doce capítulos para, finalmente, determinar por qué una chica de 15 años había sido encarcelada. Una cuñada le sugirió una historia ocurrida en 1953, protagonizada por una niña real de 8 años, Mercedes Losada, a la que Marilar Aleixandre le dedica el libro.
Su madre se sometió a tres abortos, debido a la extrema situación de hambre de su familia, y la niña le acompañó. Las precarias condiciones en las que se practicaban hicieron que no sobreviviera a la última intervención. En esa época, estaba prohibido en España y no se despenalizó parcialmente hasta 1985. La madre tomó la decisión de interrumpir el embarazo debido a la extrema situación de hambre que su familia estaba atravesando.
LAS MALAS MUJERES
El título del libro se inspira en un escrito que Sor Malena, una monja de 1608, dirigido a Felipe III, en el que sugirió que, “igual que había galeras para los hombres, tenía que haber para echar en ellas a las malas mujeres”.
“Estas mujeres eran aquellas sin domicilio fijo, que mendigaban, robaban para alimentar a sus hijos, se dedicaban a la prostitución, practicaban el aborto y, en menor medida, cometían asesinatos”, afirma la escritora.
Añade que, en definitiva, el objetivo principal era "barrer los problemas debajo de la alfombra" y lo compara a políticas actuales como la construcción de vallas en las fronteras para evitar la entrada de migrantes subsaharianos o la propuesta del Gobierno británico de utilizar barcos cárcel para restringir la inmigración.
En Las malas mujeres los libros y la lectura ocupan un lugar destacado. La autora afirma que compartir el conocimiento es una de las ideas centrales de su vida, especialmente porque se dedica a la investigación y la educación como bióloga. Considera que esta importancia del conocimiento también se refleja en las vidas de las mujeres retratadas en la obra.
Por último, señala la feliz coincidencia temporal de Las malas mujeres con la película O Corno de Jaione Camborda, que narra la historia de una mariscadora que asiste en partos y realiza abortos clandestinos en A Illa de Arousa en 1971. Además, menciona la novela de Berta Dávila, Los seres queridos, que aborda el tema del aborto en una época en la que ya es legal, pero sigue siendo un proceso complejo. Estas obras se entrelazan en su temática y exploración de cuestiones cruciales en la historia de las mujeres.