El flamenco-jazz es la única aportación distintiva del jazz que se hace en España al jazz en general. Ya me entendéis... tenemos grandes figuras, músicos sobresalientes, grandes compositores e intérpretes, excelentes bandas, festivales, clubs, escuelas y sellos discográficos de buen nivel; pero todas ellas se insertan en las distintas corrientes internacionales. Todas, salvo el flamenco-jazz.
El buen entendimiento entre el flamenco y el jazz se debe a la base común africana que ya advirtió Miles Davis cuando explica en su autobiografía cómo grabó en Sketches Of Spain (1960) su célebre Saeta y su Soleá: en la saeta “tienes todas aquellas escalas arábigas, las escalas afronegras, que se oyen claramente. Y que modulan y se doblan y se retuercen y serpentean y se mueven en derredor. Es como estar en Marruecos. (…) Había otro poco de lo mismo, el mismo género de voz que yo debía trasladar a la trompeta, en Soleá. Soleá es una forma básica del flamenco. Es un canto sobre la soledad, sobre la añoranza y la pena. Se encuentra próximo al sentimiento negro”.
Al margen de esta aportación de Miles Davis y algún detalle de John Coltrane, la secuencia histórica de la relación entre flamenco y jazz arranca con los discos que Pedro Iturralde grabó en 1967 y 1968 con un joven Paco de Lucía; y bebe bastante también del rock andaluz de los 70: Alameda, Cai, Triana... Pero es Paco de Lucía en sus grabaciones con Chick Corea, John McLaughlin o Al Di Meola quien lo proyecta internacionalmente en esa misma década y quien lo avala con su prestigio en España ante los puristas del flamenco.
El momento decisivo en esta historia fue el disco de 1981 Sólo quiero caminar de Paco de Lucía en el que ya están sus tres acompañantes clave: Jorge Pardo a la flauta y el saxo, Carles Benavent al bajo eléctrico y Rubem Dantas a la percusión y… ese cajón que Paco se trajo de Perú en 1977 y al que ahora todo el mundo llama cajón flamenco.
Otros hitos decisivos son los que protagonizan compositores como Joan Albert Amargós; guitarristas como Gerardo Núñez, Nono García, Tomatito, Ángel Rubio, Pepe Habichuela, Niño Josele, Chicuelo…; pianistas como Chano Domínguez, Pedro Ojesto, Diego Amador, Daniel García Diego, Marco Mezquida, Chico Pérez, Dorantes, Petaca, Moisés Sánchez…; trompetistas como Jerry González, Enriquito, Raynald Colom…; saxofonistas y flautistas como Antonio Lizana, Pedro Ontiveros, Fernando Brox, Alejandro Escalera…; contrabajistas como Javier Colina, Dave Holland, Pablo Martín Caminero, la Tremendita, Juanfe Pérez, Josemi Garzón…; violinistas como Bernardo Parrilla; armonicistas como Antonio Serrano; bateristas como José Antonio Galicia, Guillermo McGill, Tino di Geraldo, Marc Miralta…; y bandas como Los Aurora, La Bejazz o Nanjazz.
Nanjazz es una banda oscense que gira alrededor del pianista y compositor Nano Giménez y el trompetista Gerardo López Pontaque. Raúl Giménez está al cante, Jesús Martí al bajo eléctrico, Marcos Giménez a la percusión y el cante, y Willi Giménez a la percusión. Pieza muy importante es también Manolo Avellanas que se hace cargo de las letras y colabora en la composición.
Nanjazz nació en 2016 y se presentó en el Festival de Jazz de Castejón de Sos en 2017. Fue uno de los 12 grupos seleccionados para el Jazzeñe 2018. Su reciente trabajo Manuco fue uno de los discos finalistas a los premios Min en la modalidad Álbum Flamenco de 2019. Ha participado desde entonces en varios festivales entre los que destacamos, para el video de hoy, el Jazz I am de Barcelona en 2020.
¡Feliz domingo de jazz!