El yacimiento arqueológico de El Forau de la Tuta, en la localidad jacetana de Artieda, correspondiería a una ciudad vascona que pasó un proceso de romanización. Así lo ha expuesto el investigador José Ángel Asensio, quien ha subrayado que la falta de inscripciones con el nombre del asentamiento dificulta su identificación con certeza, pero su hallazgo podría reconfigurar el mapa de las ciudades romanas en el Pirineo.
El ciclo Miércoles de Conversaciones de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en su sede Pirineos, ha celebrado la última charla hasta octubre, que se ha dedicado al yacimiento de El Forau de la Tuta, con la participación de los investigadores Jorge Angás, Lara Iñiguez y José Ángel Asensio. En la sede de la Fundación Ibercaja de Huesca, los investigadores han expuesto los resultados de las cuatro campañas arqueológicas, que se comenzaron en 2020, aunque el equipo de investigación formado comenzó a trabajar un año antes. “Es mérito de la gente de Artieda y su insistencia en que ahí había que investigar”, han agradecido en todo momento durante su explicación, y principalmente a Sebastián Iguacel, propietario del terreno donde se encuentra el yacimiento”. “Es un milagro lo que se conservó”, ha apuntado Asensio.

Lara Iñiguez ha relatado que el “espectacular” y “excepcional” mosaico romano descubierto en 2021 dio a este yacimiento notoriedad internacional, pero para los investigadores tuvo más repercusión hallar en las catas un cruce de calles, junto a los restos de la ermita posiblemente de un edificio público, lo que ya llevó a pensar que “se trataba de un ámbito urbano”, aunque había que demostrarlo. Las nuevas tecnologías de detección y las campañas de excavación han sacado a la luz otro mosaico, pertenecientes ambos a las termas romanas, lápidas que demuestra la existencia de una necrópolis y cloacas.

"Todo el mundo se pregunta qué ciudad era esta, nosotros también nos lo preguntamos", ha comentado Asensio tras la exposición de los trabajos y hallazgos en el yacimiento. Ha apuntado que es una pregunta que puede que nunca tenga una respuesta cien por cien fiable. “La única prueba irrefutable sería el hallazgo de una inscripción con el nombre de la ciudad, ya sea conocido en las fuentes clásicas o desconocido hasta ahora”, ha señalado.
Lo que sí se puede afirmar, según el investigador, es que se trataba de una ciudad vascona. "Era un centro urbano y una comunidad situada en lo que en el siglo II d.C. se consideraba tierra de los vascones", ha explicado, aunque ha reconocido que el significado exacto del término "vascones" sigue siendo incierto. Como ha apuntado, aparecen relativamente tarde en las fuentes grecolatinas, concretamente en la época de la guerra de Sertorio, y siguen siendo un enigma.
Desde el punto de vista arqueológico, las ciudades vasconas no presentan una diferenciación clara con otras poblaciones, pero culturalmente se distinguirían por el uso de una lengua que apenas ha dejado testimonios escritos. Asensio ha mencionado la reciente aparición de la Mano de Irulegui en Navarra como un hallazgo importante, “pero los lingüistas no se ponen de acuerdo en si es vacoaquitano”.

La ubicación de Artieda dentro de Vasconia en la época del Alto Imperio no deja dudas. "Sabemos que Jaca era una ciudad vascona y algunos autores sitúan también a Huesca dentro de esta categoría. Ahora tenemos una ciudad y podemos decir que estaba en zona de vascones", ha explicado Asensio.
“Hemos lanzado una hipótesis -ha anunciado- Somos historiadores y nos interesa suministrar información que nos permita avanzar en la historia”. Así, ha explicado que a partir de las inscripciones funerarias altoimperiales halladas, se confirman la presencia de nombres de origen eusquérico desde finales del siglo I a.C. y mediados del siglo I d.C. "Estos nombres han sido corroborados por las mayores autoridades en lengua vascoaquitana", ha añadido. “Lo que más me emociona es que son personas reales”, ha compartido.
“Nos podemos remontar bastante en el tiempo y saber que se produce una evolución desde una antroponimia plenamente eusquérica hasta la plenamente romana en la lápida de Valeria Massa, que por tipología puede estar datada sobre el año 300”, ha explicado. De esta forma, la evolución lingüística reflejada en las lápidas indica una progresiva asimilación de la cultura romana. "Podemos hacer la reconstrucción cultural de la romanización. Estas personas terminaron olvidando su lengua vernácula y asumiendo el modo de vida, la onomástica y por supuesto la lengua romanas. Quizá en sus casas seguían hablando esa lengua vaco-aquitana", ha reflexionado.

Uno de los hallazgos más llamativos en Artieda ha sido una escultura de la que solo se conserva una mano izquierda a tamaño natural sosteniendo una "patera umbilicata", y que se ha "intentado reconstruir". "Este objeto fragmentario aporta una cantidad de información inmensa", afirma Asensio. La escultura habría llegado desde Italia por piezas o entera y su presencia en una ciudad incipiente de la primera mitad del siglo I demuestra una fuerte inversión local y el deseo de asemejarse a los centros urbanos romanos. "La religión oficial del Imperio, vinculada al culto imperial, fue un factor clave en la romanización", ha señalado.
En un intento por identificar la ciudad, Asensio y su equipo se han lanzado a otra aventura. "Nos hemos atrevido a proponer el nombre de Nemantuisa", aunque reconoce que no hay certeza absoluta. La ubicación de esta ciudad, mencionada por Tolomeo, estaría al oeste de Jaca. "Hasta ahora se había situado en un yacimiento de Navarra, pero creemos que podría estar en las Cinco Villas o la zona de la Foz de Lumbier o la Canal de Berdún", ha explicado.
El hallazgo de esta ciudad en Artieda podría reconfigurar el mapa de las ciudades romanas en el Pirineo. "Tenemos listas de ciudades que no sabemos dónde están y ciudades en el terreno cuyo nombre desconocemos; esto es una propuesta. Aparece una ciudad nueva en Artieda y trastoca todo el mapa de las ciudades romanas de la zona del Pirineo y esta es nuestra propuesta para intentar avanzar”, ha concluido.