Ricardo Alfonsín: "Eso que llaman antipolítica es una forma de política, la menos noble"

El embajador de Argentina en España, hijo del mítico presidente, ofrece en el Foro Democracia y Totalitarismos una conferencia repleta de ética y valores para la sociedad

27 de Enero de 2023
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Ricardo Alfonsín y Javier García Antón, durante el coloquio
Ricardo Alfonsín y Javier García Antón, durante el coloquio

Ricardo Alfonsín, embajador de Argentina en España, ha protagonizado la tercera jornada del Foro Internacional Democracia y Totalitarismos: el Holocausto como Advertencia en la Diputación Provincial, para explicar la transición en su país abanderada por su padre, Raúl Alfonsín. De hecho, tras agradecer al Instituto Europeo para el Conocimiento del Holocausto y los Totalitarismos esta iniciativa, al alcalde, Luis Felipe, y a la DPH, ha afirmado que están brotando este tipo de actos "y no es casualidad. Están surgiendo muchos movimientos y liderazgos que dejan mucho que desear en lo que tiene que ver con los valores y derechos fundamentales de la democracia. Se respetan algunas cuestiones pero muchas otras no se respetan. Y hay que generar conciencia de los riesgos que supone eso".

En un coloquio con este cronista, el líder de la Unión Cívica Radical argentina, ha recordado los tiempos en los que impartía clases de Educación Cívica durante la dictadura de las Juntas. "Con dificultades, porque soy maestro además de abogado. Enseñaba Educación Física y nada de lo que decían los programas de esa materia tenía que ver con la realidad, era justamente al revés. Mientras no había riesgo de que me escucharan, les decía lo que estaba pasando realmente en Argentina. Me gustaba la docencia... Vivíamos una dictadura atroz".

Ha contextualizado la vida de aquellos primeros ochenta a través de las vicisitudes de sus allegados. "Mi familia era de clase media, mi padre era abogado, siempre endeudado, militando siempre, yendo preso en tiempos de dictadura, con los hijos tratando de ayudarlo cuando él no podía ocuparse de determinadas cuestiones relacionadas con lo familiar. La vida común de un ciudadano de clase media, cuyo sentido de la vida se lo daba esta tarea que tiene por objeto organizar la sociedad. En definitiva, la política podría ser definida de esta manera. No hay recetas naturales o sobrenaturales, es del hombre, es una tarea histórica. La tarea de mi partido, desde la Unión Cívica, es organizar la sociedad de tal manera que cada miembro pueda vivir con dignidad, lo que la hace más difícil".

Rememora Ricardo Alfonsín las circunstancias que propiciaron la Transición. "Después de 1982, tras la Guerra de Malvinas, tras la derrota militar después de esa aventura irracional, el poder militar, la dictadura, convoca elecciones para un año después. Había dos partidos, en esos momentos Argentina era bipartidista aunque existían organizaciones menores. Los dos partidos que podían ganar, en serio disputar el gobierno, eran dos: la Unión Cívica Radical y el Partido Judicialista. Uno de los problemas que había que resolver era el enjuiciamiento del plan de la violación sistemática de los derechos humanos diseñado y ejecutado por la directiva durante los años en que ejerció el poder. Hubo diferencias entre ambos partidos, yo no diría de principios, sino acerca de qué se podía hacer en nuestro país, teniendo en cuenta que nosotros desde 1930 habíamos inaugurado muchos procesos sistemáticos y al poco etiempo se producían interrupciones institucionales de nuevo. En 1983, ni radicales ni justicialistas querían que fuera una inauguración. En aquella ocasión el principio era terminar con la dictadura, porque era terminar con la muerte, las desapariciones, las persecuciones, con el horror que se vivió durante los años de la dictadura militar llamada "Proceso de reorganización nacional". Y había dos posiciones: ganó la de la Unión Civica Radical.

"El principio era terminar con la dictadura, porque era terminar con la muerte, las desapariciones, las persecuciones, con el horror"

Ha agregado el embajador que los militares, antes de irse, habían "sancionado la ley de impunidad más gravosa en materia de derechos humanos, la que más afectaba a la posibilidad de que se hiciera justicia o se supiera lo que había pasado. Se habían perdonado los delitos a sí mismos y a las organizaciones guerrilleras. Había un partido que decía que no se podía derogar esa ley y daba argumentos jurídicos, aunque en el fondo pensaban que no estaba la correlación de fuerzas para que se pudiera investigar. El partido radical sostenía que se podía, que se iniciara el juicio para los responsables. Establecía tres niveles de responsabilidad: los que habían dado las órdenes, los que habían diseñado se plan sistemático de violación de derechos hurmanos; los que se habían excedido en el cumplimiento de las órdenes y el tercer nivel tenía que ver con aquellos que, en un marco de gran confusión, temor y amenazas por las vidas, no tuvieron más remedio que cumplir las órdenes". Como en Nuremberg cuando se juzgó a la Alemania nazi. En Argentina fue posible porque "el pueblo lo decidió, literalmente, porque ganó Raúl Alfonsín que fue el que propuso esa solución. Y pudimos hacer el juicio a la Junta Militar y, después, cuando pasó el tiempo y la correlación de fuerzas se modificó y la democracia estaba más consolidada y menos amenazada, se pudo avanzar en un mayor conocimiento acerca de lo que había ocurrido. Era en 2003, con Néstor Kirchner... sobre el espanto en materia de derechos humanos durante siete años de dictadura militar".

Ricardo Alfonsín y Javier García Antón
Ricardo Alfonsín y Javier García Antón

El inicio de la transición argentina coincidía con la consolidación de la española. "Se miró lo que se hacía en distintos momentos de la historia en distintos países. Necesitamos de la experiencia ajena para encarar ese proceso. Decíamos que no se podía consolidar la democracia sobre la base de una claudicación ética, y que hubiera significado actuar como si nada hubiera ocurrido en el país. Dar una vuelta de página como si nada hubiera ocurrido. Lo que se hizo en Argentina no se hizo en ningún lugar del mundo, ni siquiera en Grecia, porque las condiciones eran distintas. Yo no critico a ningún país por no haber hecho eso, porque uno hace lo que puede en función de las circunstancias y los elementos que definen eso que se llama correlación de fuerzas. A veces no se puede avanzar, porque pretender avanzar en la investigación de las cosas ocurridas puede ser un remedio peor que la enfermedad. Puede llevar tiempos llevar a cabo esa tarea. Por ejemplo, en Argentina se decía que hay que enjuiciar a todos. Justicia para todos aunque perezca el mundo. Nosotros teníamos que tratar de que la sociedad conociera qué es lo que había ocurrido esos años de dictadura, que pudiera hacerse justicia con los máximos responsables y al mismo tiempo de una respuesta a los que habían sido víctimas, pero también había que cuidar los derechos humanos hacia adelante. Que lo que estábamos haciendo no generara un nuevo golpe militar y volvieran las dictaduras y la violación de los derechos humanos. Los que nos estaban gobernando no estaban muertos hace treinta años. Los que nos habían hecho desaparecer, asesinado, torturado, los que se habían quedado con los recursos de los argentinos estaban vivos, en los cuarteles, recién habían dejado el gobierno. Era contra esos señores contra los que había que poner en marcha la reparación jurídica a través de una respuesta democrática. tuvimos muchísimos problemas cuando se iniciaron los juicios, alzamientos, reclamos... Pero soy de los que cree que no se puede hacer una transformación si no hay una sociedad que mayoritariamente la acompaña, buena o mala. En la Argentina, la sociedad la acompañó, incluso con diferencias con el gobierno por los problemas económicos. Fue la década perdida en América Latina, el mundo estaba contra Argentina, estábamos desindustrializados, una deuda extraordinaria, sin recursos económicos, sin divisas, sin posibilidad de hacer frente a los compromisos... Las demandas objetivamente no se podían resolver en dos o tres años".

El camino no fue llano, no fue sencillo. "Hubo manifestaciones inmensas, los militares se amotinaron y mi padre tuvo que personarse ante ellos, no sabíamos qué podía pasar, si lo iban a matar o secuestrarlo, tomarlo de rehén para exigir que se tomaran decisiones, lo que suponía un golpe de estado literalmente... Pero, finalmente, gracias a la sociedad argentina y al conjunto mayoritario de las fuerzas argentinas, pudimos cumplir con un objetivo que era el principal, aunque no el único: consolidar la democracia política. Era la condición imprescindible para luchar por la democracia social, que tiene que ver con la igualdad de oportunidades para la existencia de condiciones materiales que permiten vivir con dignidad. Ese es un imperativo ético para nosotros. Los radicales hemos creído siempre que la política tiene que generar las condiciones para que cada uno de los miembros de la sociedad pueda vivir con dignidad. Por supuesto que no depende solo de lo que hagan los gobiernos, depende también del esfuerzo personal, pero si no se dan ciertas condiciones garantizadas por la política es muy difícil".

La necesidad erigida en virtud. Así fue desenvolviéndose la vida en el país con resultados favorables. "El juicio a las Juntas fue lo que más riesgo generó para la consolidación democrática, pero también fue el factor que más actuó para consolidarla. Pudimos conocer los argentinos lo que había ocurrido. Desarticulamos una serie de valores, ideas y principios que impregnaban la cultura argentina y nada tenían que ver con valores como la tolerancia, la comprensión, el respeto del que piensa distinto. el juicio nos permitió descubrir el horror, nos enteramos de cosas atroces". Recomendaba el diplomático el libro "Nunca más", difícil de leer por su crudeza. "El juicio nos vacunó contra la dictadura". Y los ciudadanos adquirieron consciencia de que podían acudir a la justicia ante cualquier irregularidad.

En 1989, "yo sabía que íbamos a perder las elecciones". Era consciente de las dificultades, y de hecho aventuraba que el partido que ganara en 1983 perdería los comicios en 1989. "Era imposible dar respuesta a aquellas demandas. Sin embargo, sacamos casi el 38 % de los votos a pesar de la terrible situación económica. Hoy daría la vida por que mi partido volviera a tener esos porcentajes. Es un fenómeno que está ocurriendo con muchos otros partidos en muchos lugares del mundo. Están debilitándose incluso aquellos que eran centrales en la lucha por el poder democrático".

Ha aludido al marco actual de peligros por el comportamiento de determinados liderazgos que nos sitúan en un escenario inquietante aunque no cree que se vaya a producir nada parecido a una conflagración mundial. "La democracia no gobierna, no sanciona leyes, no privatiza, no estatiza, no abre las fronteras económicas. Eso lo hace la política, y de la política no se puede prescindir. Eso que llaman antipolítica es una forma de política, a mi modo de entender la menos noble. De alguna manera hay que organizar la sociedad. Si no, nos convertiríamos en salvajes, viviríamos en la selva. Pero puede ponerse en riesgo en un discurso que les diga a los ciudadanos que las libertades complican la posibilidad de resolver los problemas. Hay que hacer una tarea pedagdógica para que eso no ocurra".

"El que quiere cosas fáciles, que no se dedique a la política, que se dedique a la física cuántica, las matemáticas o la empresa. La política es difícil, es compromiso"

Ante las advertencias sobre los peligros en áreas como Sudamérica o Estados Unidos, "también hay que preguntarse por qué se producen esos liderazgos, porque si les vamos a decir a la gente que es muy grave y los principios democráticos son fundamentales para la convivencia, pero defendemos el estatus quo y le decimos a la gente que vamos a seguir haciendo lo mismo, y si es así no vamos a ser comprendidos por aquellos a los que nos dirigimos para que nos comprendan y no se enrolen bajo el liderazgo autoritario. No nos engañemos, algo hay que cambiar también en la forma en la que se han venido gestionando las cuestiones que tienen que ver con el bienestar material que hacen a la posibilidad de vivir con dignidaad. Que tanto tiene que ver con la economía... o no. Tiene que ver con la posibilidad de vivir con dignidad. Me parece que lo que debemos lograr es que la economía esté al servicio del hombre, y no al revés. Y esta es una responsabilidad colectiva de todos, y supone un compromiso social, la ética de la solidaridad, la fraternidad. No es fácil. El que quiera cosas fáciles que se dedique a otras cosas, no a la política. Bastante daño hacen los que creen que gobernar es fácil. Después llegan y se dan cuenta de que no era fácil. En mi país ha pasado". Quienes quieren ser dueños de la verdad "son bastante insoportables. En política son peligrosos, de esos que creen que la razón la tienen ellos. En Argentina llegaron esos que pensaron así, y dijeron voy a decir la verdad. Con las mejores intenciones, no juzgo intenciones. En todo caso me fijo cuáles son los resultados en la historia y el presente". "Llegaron un día y no resolvieron, complicaron, porque no es fácil". "El que quiere cosas fáciles, que no se dedique a la política, que se dedique a la física cuántica, las matemáticas o la empresa. La política es difícil, es compromiso, uno no va a buscar gratificaciones personales, de orden material".

El coloquio ha transcurrido fluidamente sobre cuestiones de actualidad, sobre los efectos de las políticas neoliberales, de los populismos ("hay multitud de concepciones"), de la democracia, de la educación como baluarte principal para la democracia y para los derechos humanos, sobre el holocausto y la acogida a judíos y también a alemanes que dieron el salto al charco, sobre la economía y sobre la actual evolución de la política argentina, sobre la que ha valorado el esfuerzo de apertura del actual presidente, Alberto Fernández, al que dijo sí cuando le consultó la posibilidad de venir a España. En el fondo, Ricardo Alfonsín es gallego por procedencia (su abuelo era de Ribadavia) y por condición argentina.

 

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