Se abre el portón que da acceso al espacio escénico poco antes del mediodía. El plan es espectacular: asistir al estreno nunca representado de Celestina, un evento teatral adaptado de la obra de Fernando de Rojas en formato Bululú. La adaptación es obra de Luis Manuel Casáus, persona ampliamente conocida en el mundo dramático y de larga trayectoria en el mismo.
Es el propio Luis Manuel quien da la bienvenida a la asistencia. "Estamos en familia y hace frío", comienza Luis. Si el frío es cierto, no lo es menos que asistir al estreno, y en el corral de comedias, lo hará ciertamente soportable. Y, por otra parte, si estamos en familia, da la impresión de que ésta es numerosa: el patio de butacas se encuentra completo en su aforo y, aún, hay quien sube a los palcos buscando algún consolador rayo solar pre-invernal.
Continúa Luis explicando el formato Bulubú con amplias derivaciones en su discurso acerca de la importancia de acercar a los más jóvenes al mundo literario clásico. Explicado el tema, llega el momento de ponerlo en práctica. Roberto Nistal será el encargado de contarnos la tragicomedia de Calixto y Melibea, interpretando a todos y cada uno de los personajes. Un encorvamiento de su espalda, y es Celestina quien habla, unas flores y será Melibea quien nos cuente su desazón, una espada o un guante y serán un criado o el mismo Calixto. Sin impostaciones de voz que puedan inducir a caricatura, sin más efectos que una declamación y un conocimiento exacto del texto, con una adaptación del mismo que transmite todo el sabor y el rancio encanto que a nuestros oídos posee el habla del siglo XVI.
Terminada la función, el público asistente, testigo de un hito escénico, que, comenzando ahora, no sabemos cómo podrá desarrollarse en un futuro próximo, aplaude en pie los saludos del actor y del adaptador. Como sólo puede producirse en eventos con esta carga de familiaridad, cultura y confianza, falta un último acto. En concreto, el de la interacción entre protagonistas de encima del escenario y protagonistas del patio de butacas. Un amplio debate, trufado de felicitaciones y reconocimientos, da paso a un cúmulo de opiniones favorables.
Una foto coral de todos (prueba inmejorable del "yo estuve allí, hijo mío") cierra la mañana.