Segunda jornada Orwell en Aragón, reeditando éxitos precedentes

Carlos Migliaccio (Neofato)
25 de Junio de 2024
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Segunda Jornada Orwell en Aragón. Foto Carlos Neofato
Segunda Jornada Orwell en Aragón. Foto Carlos Neofato

La mañana del sábado comenzó con una reunión en la plaza consistorial, donde el alcalde de Monflorite, Jesús Manuel López Ateza, recibió a más de veinte entusiastas seguidores de George Orwell. El grupo se dispuso a seguir las huellas del famoso escritor y pensador por los lugares que aún resuenan con su eco.

Frente a la iglesia del lugar, reconvertida en almacén en esas fechas, se inició el relato del día, repartiendo mapas de recorrido y recordando a Manuel Benito Moliner y su obra, que portó Casal en su mano.

De allí al lugar donde se recuperó de una herida en su mano (parece ser que había dudas entre dos casas; una de ellas se adornaba con una placa que recordaba el hecho) y paseo por el cementerio, que citaba también Orwell.

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El próximo punto de encuentro estaba en La Granja. Todo amabilidad y puertas abiertas con visita a los patios e, involuntario, a la antigua iglesia, desacralizada, y que fue letrina en tiempos del conflicto bélico. Letrina junto a un almacén de patatas y criadero de ratas para horror y náusea del escritor; tema este al que dedicó también algunos párrafos.

Y de allí, paseo por el campo para visita de restos de trincheras, especulaciones sobre el lugar exacto del certero impacto y explicaciones de Fernando nuevamente ilustradas por fotos que iban pasando de mano en mano. Tras este paréntesis tocaba el turno de Torre Fabián y el puente sobre el Isuela. Nueva visita, perfectamente guiada por el actual dueño del edificio, y sorpresa final: se encontró un casquillo de bala en el suelo del lugar.

La visita por los lugares continuó aún media hora más antes del preceptivo descanso para comer y afrontar, descansados, la sesión vespertina.

Sariñena, a las 17:30 horas. Constan Escuer, un especialista del tema e investigador de la guerra del 36 en Los Monegros, relató, en una sucesión cronológica exhaustiva, los combates ocurridos en Perdiguera entre el 15 y 16 de octubre del primer año de conflicto. Para ello, utilizó los testimonios de Antonio Giménez, figura clave del grupo "Los Gimenólogos" que trató el paso por España del conocido como Antonio, el de Isidro Benat y el de su propio tío Mariano.

Situó el pajar y la iglesia; en el primero se refugió Antonio y otros; desde la segunda se barrió el lugar con ametralladoras. Asesinaron a Mimosa y otra compañera enfermera, con lo cual, tácitamente, sabían que una rendición que respetara sus vidas era imposible. Abrieron la puerta y escaparon, perseguidos por las balas, hacia Farlete. Antonio llegó a una torrentera y se desmayó. Al despertar, fue rescatado por un grupo de caballería.

Isidro, por su parte, relató que llegó a las eras cercanas disparando a los fogonazos que partían del pueblo, delatando posiciones de tiradores. Llegaron a un pajar donde permanecieron toda la noche. Al amanecer huyeron a la Sierra. El tío Mariano se refugió con su padre en casa. Al día siguiente, incertidumbre de si debían saludar con el puño o a la romana. Recordó cadáveres y que el comandante Jerez quería fusilar al alcalde y al comandante de la plaza, pero que una bala en el cuello acabó con él antes que pudiera cumplir su objetivo.

El ponente indicó que hubo 37 muertos en el bando republicano: 16 españoles y 21 extranjeros; entre ellos cuatro enfermeras. En el bando rebelde murieron en combate el comandante Jerez y 8 legionarios. Fuera del combate, fueron fusilados por sus propias tropas, el teniente coronel Gazapo, 35 soldados. Como curiosidad, mostró fotografías de Sabino Murueta Goiena, fotos que recogían edificios con agujeros de bombas y desastres producidos.

Continuó haciendo una descripción de la composición municipal del ayuntamiento y de los proyectos que pretendían impulsar en cinco meses. Se detuvo en una carta, firmada por una decena de vecinos, que solicitaba la venta de solares municipales para construcción de viviendas.

Esta carta supuso una sentencia de muerte a posteriori para cinco de ellos. Y, a continuación, llegó la parte más agria de la charla. La relación de fusilados, las circunstancias personales de muchos de ellos, la muerte por sustitución (al no encontrar a quien buscas, te llevas esposa y/o hijos...), la desazón y el terror que narraba.

Explicó, para finalizar, la historia del maestro de Lanaja, Manuel Lacruz Novella, capturado tras intentar pasarse al lado republicano y que fue fusilado y enterrado ante la mirada aterrorizada de sus alumnos de 5, 6, 7 años...

Sariñena, a las 19:00 horas. Se endulzó un poco la tarde. De manos de José Miguel Andrade fueron presentadas tres mujeres. Se trató de la hija, la nieta y la bisnieta de Gonzalo Aguiló Mercader, el médico que, junto a su equipo, montó un hospital en Poleñino. Estas tres mujeres habían donado, hace escasas horas, el fondo documental del doctor a la comarca de Los Monegros.

Andrade puso en antecedentes acerca de la instrucción médica de Aguiló y de su paso por Grañén, donde un miliciano con ínfulas apodado "Pancho Villa" obstaculizó tanto su labor sanitaria que optaron por trasladarse a Poleñino donde el trato fue diametralmente opuesto. La familia destacó lo apreciado que fue en el desempeño de su labor, el altruismo que era esencial en él y la peripecia vital que soportaron tanto Gonzalo como su esposa, enfermera británica de carácter extraordinariamente fuerte, al finalizar la guerra.

Mientras ella volvía a Inglaterra debiendo ocuparse tanto de su madre como de una niña recién nacida, él pasaba por Barcelona, era trasladado a Sevilla y, tras ser rehabilitado, obtenía trabajo en el hospital de la Cruz Roja de Mallorca. Fue en el año 1953 cuando su hija, una adolescente llega a Palma de viaje que, por causa del azar, se convierte en el primer encuentro consciente con su padre.

Del reencuentro familiar en Mallorca, de lo mal que le sentó a la adolescente británica se habló en tono distendido. Se recordó también el trabajo del doctor en estudios acerca del cáncer gástrico, se hizo hincapié en el altruismo que llenaba de pavos el gallinero por navidad y de su prioridad por los pacientes antes que por cualquier otra cosa. Se relató su final, un aneurisma lo mató, aunque quien amargó sus últimos años fue la Hacienda Pública que (Orwell de nuevo) no podía entender que operara gratis.

Y terminó esta charla con el recuerdo de que no había, excepto una foto, ningún recuerdo a este hombre en el hospital de Palma.

Clasura "Día Orwell en Aragón", 20:00 horas. Conclusiones en boca tanto de Fernando Casal como Miquel Berga. Se encontraron las trincheras del entorno de Monflorite. Lo pertinente era emplazar a las autoridades a que las despejaran eliminando rastrojos y tierra de las mismas. Era pertinente, igualmente, que se habilitara un espacio "Gonzalo Aguiló". Finalmente, era de justicia que ese proyecto se denominara "Homenaje a Cataluña y Aragón". Por cuestiones obvias. Unas fotos corales pusieron fin, en la cresta de la ola, a estas jornadas.

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