El Museo del Jurásico de Colunga, ubicado en la costa de la Comunidad de Asturias, recibirá este miércoles la llegada de un singular personaje, de 18 metros de largo, 4 de alto y aproximadamente dos toneladas de peso, realizado con la última tecnología, en los talleres de Tecmolde y Shu Digital.
Así, en la madrugada del martes, Loporzano ha visto marchar este gigantesco dinosaurio, uno de los más grandes de su especie, al que le aguardan otros hermanos nacidos en esta misma cuna altoaragonesa y de los mismos creadores, solo que hace muchos tiempo atrás. “Hace unos años, hice para un empresario de Bilbao doce modelos diferentes, que movieron por toda España”. Luzán les perdió la pista, pero un buen día se reencontró con ellos en una visita casual al Museo de Colunga.
El trabajo ha requerido una gran inversión de horas y esfuerzo, como entonces, pero con la gran diferencia de que han aportado las nuevas tecnologías. “El primero que hicimos era muy parecido, pero mucho más pequeño y todo a base de motosierra. Ahora sí que ha cambiado mucho la cosa, porque hemos empleado todas las tecnologías de modelado 3D, que van dando forma al bicho y aplicando texturas. Luego, una vez que tienes el modelo en 3D, las máquinas fresan esos volúmenes y, a la vez que diseñas el modelo, metemos por el interior unas estructuras tubulares de hierro que son muy potentes para permitir soportar el peso del cuerpo y facilitan una pequeña flexión en la cola y la cabeza”.
“Después -añade-, cortamos con láser por control numérico, se suelda, y ya conformas todo el esqueleto. Luego, lo vestimos con el volumen, toda la piel, y aparece el dinosaurio”.
Luzán comenta que estos modelos llevan seis o siete capas de diferentes materiales para poder adaptarse a los cambios climáticos y eso requiere mucho trabajo manual. “Es una barbaridad, porque hay detalles que las máquinas dejan muy rígidos, y precisamente a estos hay que darles un carácter muy natural con los pliegues de la piel y otras cosas. Todo eso se hace a mano”.
Julio Luzán se ha mostrado encantado del emplazamiento que va a ser ahora el hogar del diplodocus, “un lugar privilegiado, con el mar al fondo y muy bien integrado en la naturaleza”.
Su llegada está prevista este miércoles, a las 9:30. Su traslado por carretera ha despertado la curiosidad y el interés de miles de personas que se han cruzado con él. Esta noche, duerme a 70 kilómetros de su nueva casa.