La poeta zaragozana Teresa Garbí, que durante años impartió clases en el Colegio Universitario de Huesca, comienza 2024 sumando un nuevo libro de versos a su ya prolongada trayectoria literaria
Teresa Garbí
Cada vez más tierra
Sevilla, Renacimiento, 2024
100 páginas. 11,90 euros
Prólogo de Luis Moliner
El título de esta reseña es el del primer poema del libro a comentar (que, en plan epanadiplosis, adelanta a su vez su último verso), pero también un lema que podría parecer que contradice el título del nuevo libro de Teresa Garbí (Zaragoza, 1950), cuando en realidad lo completa, o por lo menos lo complementa, o acaso lo contrasta…: Cada vez más tierra remite de un modo tremendo, directo y poco disimulado a la muerte, y aunque éste es un libro más de meditación que de balance, más intuitivo que autobiográfico o desde luego más sugerente que narrativo, está en él “toda la vida en el aire”, a la sublime espera de que ocurra algo, con la propia vida en vilo.
Aquí esa propia vida es tratada casi como si fuera un sujeto aparte, independiente de la persona que la disfruta (quiero decir de la autora que la canta y que empieza a despedirla), y sería bueno entender también así la muerte, no como algo nuestro sino como algo suyo, algo que existe fuera, aunque cada vez nos afecte más y tenga que ser más tenida en cuenta.
No es extraño que a lo largo del libro se citen haikus de Susana Benet o de Vicente Gallego, ya que el modo que ha encontrado Garbí de expresarse en este libro pasa por un laconismo semejante, un esencialismo que va adelgazando más y más los poemas hasta llevarlos, al final, incluso a un caso de monóstico (poemas de un solo verso), que en todo caso recoge el tono y el espíritu de todo el conjunto: “Un cuerpo en tierra se convierte en árbol y en roca”.
El tema de la pandemia es central, casi total, en Cada vez más tierra (sobre todo en su tercera sección, titulada “Parada forzosa”), aunque está bastante sugerido, sin entrar argumentalmente a ello, sin obviedades (aunque con algún topicazo que era bastante evitable: “Nos han robado esta primavera”…), sin muchas concesiones a la actualidad y sin ninguna al periodismo convertido en verso. Y, si el asunto del covid ayuda, digamos, a despertar reflexiones generales sobre la muerte, el confinamiento correspondiente da pie a pensar en abstracto sobre la libertad: “Sin libertad. / Qué frágil e incierta la vida. // Ya no somos personas, sólo muertos, / un código de barras, / sin tierra”.
El libro es necesariamente luctuoso, pero también muy bello y hondo, muy consciente de la propia poesía (“Has subido a la colina / de muertos. // Desde allí has visto / el mar”). Y, aunque no parece que lo atraviese ningún sentimiento religioso especialmente relevante, hay en él una extraña esperanza, una pequeña alegría por haber vivido con consciencia, algo a lo que la propia escritura ha debido de contribuir notablemente. Eso es algo que estalla de modo muy hermoso y con enorme desnudez en el brevísimo poema final, que, dado que en la poesía apenas son posibles los spoilers, reproducimos: “Si tienes que morir, / no importa: / vivirá tu tierra”.
Es paradójico que apenas comenzado el 2024 (el mismo 3 de enero, según promete el colofón) nazca un libro tan epilogal, tan de otoño, pero podemos quedarnos con lo mucho que estos poemas tienen de renacimiento, y no lo digo por el nombre de la editorial que lo publica sino por la regeneración, la sugerencia de los ciclos, la conformidad completa ante la naturaleza, pues ésta es otra protagonista clara de Cada vez más tierra, y lo es de la mano también de la pandemia, cuando asistimos a una explosión de vegetación creciendo silvestre o pudimos ver cómo bajaban del bosque los animales a merodear entre nuestros buzones: “Todo está en orden: / somos prisioneros / pero canta el ruiseñor / en el jardín / y corre el cervatillo / por la ciudad desierta”. Todo estaba en orden, sí, pero se trató de un orden natural, salvaje, no domesticado: “Has visto la alegría del perro / al contemplar la hierba verde y alta. // También tú, como él, vas a entenderlo todo, / y entonces sonreirás”.
Entenderlo todo y al final sonreír: es un buen resumen del espíritu que mueve la poesía de Teresa Garbí.