Ana Alcolea, que tantos laureles ha cosechado en la literatura infantil y juvenil, cambia de registro y se va a la otra punta de la pirámide de la edad de la mano de Prensas de la Universidad de Zaragoza con Todas las que fui. Una gran cantante de ópera que, en el ocaso de su carrera, hace un repaso de su vida "como una gran diva, una vida llena de luces, pero también de sombras. Ella rescata de su memoria todo con toda la objetividad y el realismo más cruel que podamos imaginar. No es nada complaciente ni con ella misma ni con sus circunstancias. Ella ahora es una mujer vieja, y digo vieja porque así lo dice ella, no mayor. Es una mujer vieja que es dependiente completamente. La están ayudando para poder moverse, le tienen que cambiar los pañales y ella reflexiona de cómo en la vejez todos somos igual, que no sólo la muerte es igualitaria, sino también la vejez".
Este desgarro marca la narrativa de Todas las que fui, que este domingo ha firmado en la jornada de clausura de la Feria del Libro de Huesca. "Es una reflexión sobre la enfermedad, sobre la muerte, sobre la vida, sobre todas las personas que hemos ido siendo a lo largo de la vida. Por eso el título de Todas las que fui. Somos todas las que somos y todos los personajes que hemos interpretado, como en el caso de ella como cantante de ópera. De ahí que el título sea ese: cómo el espejo nos va devolviendo las diferentes imágenes. El espejo es la proyección de toda la suma de las que hemos sido".