Cuando la cultura y el misterio se entrelazan con el teatro, surgen proyectos como la visita teatralizada al Instituto de Estudios Altoaragoneses. Esta idea, impulsada por su directora, Susana Villacampa, y dirigida por Jesús Arbués, transforma este emblemático edificio en un escenario lleno de magia y historia.
Producido por ITHEC, la asociación que gestiona los Talleres Municipales de Teatro y Danza de Huesca, el espectáculo propone un recorrido donde el pasado cobra vida a través de los "fantasmas" que habitan el IEA. "Cuando Susana me propuso el proyecto, al principio me sorprendió, porque es algo muy distinto a lo que normalmente hago -explica Arbués-, pero enseguida se me ocurrió que podríamos imaginar qué pasaría por la noche en el Instituto, cuando se cierra y no hay nadie trabajando. Pensé que los fantasmas de Costa, o Lastanosa podrían recorrer el edificio, interactuando con los visitantes".
Esta propuesta no solo es un recorrido histórico, sino que también ofrece una interpretación artística y divertida de la historia cultural de Aragón, lo que la convierte en una experiencia única y accesible para todo el público. "Por aquí estaría el espectro de Joaquín Costa, o incluso Ramón Acín viendo Las Hurdes en el salón de actos", imagina Arbués.
Durante estas visitas, cinco personajes principales, junto con otras figuras evocadas, guían a los espectadores por un recorrido único. Fantasmas históricos como Joaquín Costa, Ana Barca de Bolea, Vicencio Juan de Lastanosa y Ramón J. Sender iluminan los salones, bibliotecas y fonotecas del edificio.
"Los actores son algunos del equipo habitual, como Blanca y Jimmy, y otros seleccionados en casting", explica Arbués. Encontrar al más adecuado para ciertos personajes no fue fácil. Sin embargo, "Jimmy como Joaquín Costa es bastante espectacular, y el chico que hace de Sender también tiene un parecido sorprendente", comenta.
El elenco incluye a una trabajadora de la Clínica Bragado -primer uso que tuvo el edificio del IEA- que se quedó atrapada en el edificio y que actúa como conductora de la historia. Cada personaje tiene su propio momento en la obra, y ofrece humor, misterio y guiños al público. "Cada uno hace su rollo, te vas a reír y también reflexionar", asegura el director.
Las visitas, de carácter gratuito, se realizarán en tres horarios: 18:00, 19:30 y 21:00. Debido a las características del edificio y el formato íntimo del espectáculo, las plazas son limitadas. Para asistir, es imprescindible inscribirse previamente enviando un correo electrónico a inscripciones@iea.es con el nombre, apellidos, teléfono de contacto y horario deseado.
Las visitas teatralizadas se llevarán a cabo en varias fechas: la primera ha tenido lugar el 20 de noviembre, y le seguirán otras el 28 de noviembre y los días 3 y 4 de diciembre, con tres pases cada día a las 18:00, 19:30 y 21:00 horas. El aforo está limitado a 25-30 personas por pase, para garantizar una experiencia cómoda y de calidad para los asistentes.
UNA VISITA DIDÁCTICA Y LÚDICA
Susana Villacampa explica que la visita se ha diseñado como un recorrido temático basado en personajes clave cuyos trabajos se han investigado y publicado en el Instituto. "Por supuesto, no podían faltar los dos protagonistas, Costa y Ramón J. Sender, quienes tienen espacios dedicados a su obra y proyectos abiertos sobre ellos desde hace varios años," comenta Villacampa.
Junto a ellos, se incorporan otras figuras históricas, como Vicencio Juan de Lastanosa, cuya cátedra fue creada en 1949, y cuya figura cultural fue esencial para dotar de identidad al instituto y a la ciudad. También destaca la figura de Ana Barca de Bolea, una monja y poetisa del siglo XVII, a quien se le ha dado un lugar destacado en el recorrido, especialmente para resaltar la presencia femenina en la historia cultural de Aragón.
La visita también tiene como objetivo mostrar algunos de los puntos fuertes del Instituto, como la hemeroteca, el fondo antiguo de libros y el salón de actos. Según Villacampa, "queríamos transmitir la riqueza cultural y los proyectos de investigación que se desarrollan aquí, de una forma didáctica y lúdica".
La directora del IEA destaca que que el teatro, con su toque de humor y dinamismo, es el vehículo perfecto para acercar estos contenidos a un público amplio, desde los oscenses hasta quienes visitan la ciudad. Para ella, "es importante que los centros de estudios estén abiertos a toda la sociedad, no solo a eruditos, sino que todos puedan disfrutar de la cultura y de las actividades que aquí se realizan".
JUAN CARLOS GIMÉNEZ O JOAQUÍN COSTA
Juan Carlos Giménez, quien interpreta a Joaquín Costa en la visita teatralizada al Instituto de Estudios Altoaragoneses, destaca lo gratificante que es poder rememorar a una figura tan relevante para la historia de Aragón. Reflexiona sobre la paradoja de que, aunque Costa sea ampliamente nombrado, pocas personas realmente leen su obra. Giménez se sumerge en la personalidad del personaje, con una dedicación absoluta a su trabajo.
A la hora de interpretar a Costa, hace especial énfasis en la identidad de este personaje, cuyo trabajo estuvo marcado por la sinceridad y el compromiso con sus ideas. Costa fue un hombre entregado al estudio y a la obra, pero también al amor, aunque, como en otros aspectos de su vida, tuvo mala suerte en este terreno. Giménez comenta que Costa era una persona profundamente integrada y fiel a sus ideales, sin buscar marcarse de manera excesiva. A través de estos elementos, intenta acercarse lo más posible al personaje en su interpretación.
Juan Carlos Giménez estima que, aunque probablemente sea bien conocido a nivel provincial, la figura de Costa sigue siendo un tanto desconocida. Destaca la importancia de actividades como la visita teatralizada para acercar a Costa al público, incluso a los ciudadanos de Huesca.
En cuanto a la interpretación de Ramón J. Sender, Alfredo Abadía también se siente honrado de representar a uno de los dramaturgos y escritores más importantes de España. Para prepararse, Abadía ha leído tanto sobre Sender como sobre la época del Instituto de la Juventud, y ha profundizado en su carácter. "Era una persona triste, con una melancolía profunda por una España que ya no existía," comenta Abadía, describiendo cómo el escritor nunca dejó de lamentar la España que había perdido y que ya no podía recuperar.