Yasmina Praderas es uno de los nombres propios de los Goya de este año. La oscense recogió el galardón al mejor Sonido, junto a Aitor Berenguer y Fabiola Ordoyo, y sumó así un nuevo "cabezón" a la larga lista de reconocimientos de As Bestas, la película más premiada en esta edición.
"El momento es muy emocionante, porque estar en un espacio tan importante, con tanto público, impresiona y más a las personas que somos técnicos, qué hacemos el cine detrás de las cámaras y que no tenemos costumbre de estar delante de ellas", observa.
Ahí queda también para su recuerdo más emocional, la llamada que hizo a su familia desde el backstage, cuando le dieron el premio." Estaban todos juntos y emocionados y se pusieron e gritar como locos. Eso es lo más chulo de todo".
Ha sido tan alto el nivel de los trabajos presentados, han sido los proyectos "tan potentes", que asegura que no se esperaban esta resolución. "Nos parecía una decisión complicada, pero al final dicen tu nombre y no te queda otra que soltar el aire, levantarte y subir al escenario", señala.
En el discurso de agradecimiento, tuvo un recuerdo para varias personas, entre otras para sus allegados y las amigas de su ciudad natal. "Yo he crecido en Huesca, mi familia está allí, mis amigas de toda la vida y voy muy a menudo a visitarles. Para mí era indispensable mencionarlas".
Sus abuelos maternos, oriundos de Zaragoza, se establecieron en Montesusín y ella ha disfrutado de muchos veranos y fines de semana en el pueblo. Estudió en el Colegio Pío XII, después cursó el bachillerato y y más tarde, un módulo de Comercio y Marketing. Sin embargo, lo que en realidad le interesaba era el mundo audiovisual y en 2003 se fue a Barcelona.
Allí empezó a estudiar Cine y se especializó en sonido. "Me gusta porque consigue emocionar, de una manera o de otra, es lo invisible. Los actores se ven, la imagen se ve, ves un lugar y un espacio, pero el sonido tiene una manera de transmitir sensaciones que es diferente y, no sé por qué, pero me llama mucho más la atención poder trabajar de esta manera, que tiene algo de inconsciente. El sonido convive con la imagen y construye la historia, te ayuda a empatizar y a crear emociones"
Después de acabar la formación, tuvo que pasar por un "largo y costoso" proceso hasta su primer proyecto. "Empiezas en lo que puedes y como puedes, combinándolo con otros trabajos, por lo menos en mi caso. No ha sido fácil, el cine sigue siendo una carrera de fondo, donde lo último que puedes perder es la constancia y las ganas, porque, si no, con el tiempo acabas desviándote hacia algo que también te pueda gustar, y acabas dedicándote a otra profesión. Muy poca gente que estudia especialidad en el mundo del cine acaba viviendo de ella, cuesta muchísimo. Yo creo que la suerte te la buscas, pero también hay que estar en el momento y en el lugar adecuados".
En 2019 estuvo nominada por Quien a hierro mata, una película de Paco Plaza, y ha trabajado en otras muchas cintas como Venus, No matarás, Sentimental, Mediterráneo, o Way Down.
La oscense llevaba ya varios proyectos realizados con la productora Arcadia y con la diseñadora de sonido Fabiola Ordoyo, cuando le llamaron para participar en la películas de As Bestas. "Ha sido una experiencia muy bonita, porque Rodrigo es una persona que tiene las cosas muy claras, pero comparte opinión, prueba cosas, y la verdad es que es un gustazo trabajar con él".
Califica el largometraje como un proyecto "delicado y sensible, donde los personajes han de convivir y nada puede salirse más allá del hiperrealismo. El proceso de concentración que requiere es bastante importante", explica.
El día de los Goya fue agotador. Las horas previas, el photocoll, el encuentro con los compañeros, los nervios. Después, la gala es larga e instensa y, una vez finalizada, tuvo que pasar por otra sesión de fotografías y contestar alguna entrevista. "Terminamos brindando, haciendo la desconexión y descargando emociones", resume.
Tiene previsto viajar a Huesca cuanto antes. Quizá este fin de semana, puede que al siguiente. Aquí tiene a su madre, sus abuelos, sus tíos y primos, y sus amigas de toda la vida, con las que aún sigue manteniendo una relación muy estrecha. "Hay momentos que son obligatorios para mí, San Lorenzo, la cena, el chupinazo, la cena de Navidad con las amigas, las navidades con la familia. No lo he dejado nunca esto", asegura.
De hecho, destaca la felicidad que le han transmitido sus allegados al celebrar su logro. "Con el premio estaban más emocionados en Huesca que yo y creo que eso es lo más bonito de toda esta historia tan intensa. Al final lo más bonito es compartirlo con la gente que te quiere y que se alegra por ti".