Por fin regresa la competición al Alcoraz y con ella volveremos los aficionados a ese magnífico campo (hoy más estadio) en el que tantos sentimientos tienen cabida. En las próximas líneas, voy a dar mi visión de diferentes tipologías de aficionados que – en mi opinión- convivimos en tan maravilloso hábitat. Seguro que algún lector no se sentirá representado, así que voy pidiendo disculpas por adelantado.
LOS TÉCNICOS
Estoy en condiciones de afirmar que esta categoría engloba a la práctica totalidad de los asistentes. Si ya en los minutos previos todos tenemos nuestra alineación, en el transcurso del partido vemos con clarividencia los cambios que habría que hacer (así como el momento óptimo de realizarlos) y una vez terminado el encuentro sabemos exactamente lo que debería haber hecho el cuerpo técnico para lograr un mejor resultado.
En los últimos tiempos grupúsculos de esta categoría han mutado, adquiriendo renacentistas conocimientos en dirección deportiva (fichajes que hacer, clausulado de los contratos, …), marketing o arquitectura.
LOS FIELES (DE) SIEMPRE SIN REBLAR
Sirva esta tipología como homenaje a todos esos abonados históricos, ancianos en su gran mayoría. Por lo general, acuden al campo con mucho tiempo de antelación para subir los peldaños sin la incómoda sensación de estorbar y son los últimos en salir por la misma razón. Estos héroes, muchos de los cuales se han rascado el bolsillo en más de una peliaguda situación del club, están hecho de otra pasta: amén de haber sobrevivido a la dureza de la Tercera División, tienen a sus espaldas haber superado la aplicación de la ley del deporte que acabó con los carajillos del bar (única defensa ante el frío cuando no había tantas tribunas ni mallas del Decathlon) o las diferentes reubicaciones con las que las diferentes reformas les han ido castigando. Su red social es el cara a cara y tener en cuenta su opinión es más necesario hoy que nunca.
LOS JUERGUISTAS
Cantan, gritan, saltan y se divierten casi con independencia de lo que sucede en el verde. Son capaces de contagiar al resto del campo. Viven el evento al máximo de pulsaciones y eso acarrea el riesgo de pasarse de frenada y no comprender que hay otras maneras de disfrutar el fútbol, amén de la suya.
LOS TARDANOS
Son aficionados, generalmente ubicados en asientos de zonas de difícil acceso, que llegan sistemáticamente tarde, molestando al resto de aficionados. Ni siquiera haberse perdido golazos en los primeros minutos de algún partido les ha hecho mejorar su puntualidad. Suelen completar su desempeño yendo al bar sobre el minuto 40 para desesperación del vecindario. No tienen remedio.
LOS INSULTADORES
Gen compatible con la mayoría de categorías. Capaces de hacerte aborrecer la mejor localidad del campo si los tienes cerca, profieren continuamente insultos y todo tipo de lindezas a rivales, árbitro e incluso a propios jugadores. La presencia de futbolistas no convocados suele desactivarlos aunque confío en que llegue el día en que se aplique la Ley del Deporte en las gradas y este tipo de comportamientos sean definitivamente erradicados.
LOS CENIZOS
Inexplicablemente acuden al Alcoraz pese a tener clarísimo que todo va a ser un despropósito apocalíptico. Lo veían venir y así lo hacen saber a su entorno. Si te toca un cenizo cerca, tu cerebro amplificará los aullidos de pavor que se escuchan en las ocasiones de gol del equipo rival.
LOS OBTUSOS
Se ciñen la bufanda azulgrana con tanto entusiasmo que en ocasiones el riego no les llega adecuadamente al cerebro, nublándoseles la visión y perdiendo la perspectiva de quiénes somos y quiénes tenemos enfrente. No contemplan otra cosa que no sea una victoria y si no se da, culpan al árbitro o al estado del terreno de juego.
LOS VIPS
No me viene a la mente otro sentimiento que no sea el de compasión. En el caso de las autoridades, el hecho de tenerte que comportar como mandan los cánones me parece una restricción durísima. De los palcos de empresa y su menú sólo se habla cuando vienen mal dadas en lo futbolístico, no acordándose nadie de su generosa contribución a las arcas del club en los momentos dulces.
LOS DE LA MEMORIA HISTÓRICA
Rememoran y verbalizan batallicas del pasado que protagonizó alguno de los rivales de turno en pasadas vidas futbolísticas. Son capaces de recordar la fisonomía de Bordalás cuando entrenaba al Elche y explican a la concurrencia los aplausos o pitidos aleatorios que carecen de explicación sin esa memoria histórica.
LOS DEL OJO DE HALCÓN
Superdotados en cuanto a visión periférica, detectan detalles que al aficionado normal pasan desapercibidos. Tenerlos cerca es un gusto, pues igual te avisan con antelación de los cambios como te informan del desempeño del cuarto árbitro o las discusiones entre los banquillos.
LOS RUTINARIOS
Llegan al campo sobre la misma hora (identifican incluso la canción que suena) y amoldan el reloj vesical para acudir al servicio con precisión suiza.
LOS PARACAIDISTAS
Se dejan caer por el Alcoraz cuando un conocido les deja el abono. Fácilmente reconocibles al verles buscar el número del asiento, muchos de ellos han terminado abonándose. Bienvenidos.
LOS IMPARCIALES
Normalmente paracaidistas, acuden al campo con la única intención de disfrutar. Gozan con un buen pase, un control imposible o una jugada colectiva con independencia de quién provenga. Son excelentes compañeros de localidad.
LAS FUINAS
Incluyo en esta categoría a esos aficionados que abandonan como fuinas el Alcoraz cinco minutos antes de que termine el partido, quizás para evitar las aglomeraciones en el metro o el cercanías. Bromas aparte, comprendo que para los cada vez más numerosos aficionados que se hacen una kilometrada para acudir al Alcoraz, supone ganar un tiempo importante pero el peaje que pueden pagar es tremendo. Que esta gente se haya perdido, por ejemplo, el gol de Chimy Ávila al Sevilla me parece que nos invalida al resto de aficionados a decir una palabra más alta que otra sobre este colectivo.
LOS VISITANTES
En esta categoría dedicada a la afición rival me gustaría destacar el subgénero de los satisfechos. Se trata de visitantes en estado de catarsis provocado por las atracciones turísticas y gastronómicas de la zona, a los que el resultado les resbala por completo y que ya cuentan las horas para volver la temporada próxima. En este punto, es de justicia reconocer la labor cicerónica que desarrollan los Fenómenos Oscenses.
LOS ADVENEDIZOS
El boom del fútbol en Huesca causó la extinción de los caracolillos - esa especie de aficionado que brotaba principalmente en el cemento de General con la llegada del sol primaveral y jugosas ofertas de localidades- a la par que supuso el génesis de los advenedizos. Atendiendo al momento de incorporación se pueden distinguir diversas familias (los de Segunda o Primera División) aunque - ya que es una categoría en la que otros te etiquetan como si fuera un estigma- me gustaría destacar a los “advenedizos confesos”, que son aquellos que reconocen abiertamente y sin pudor alguno haberse incorporado a surfear la ola futbolística en plena cresta.
LOS COMEPIPAS
Al igual que sucede con los advenedizos, son individuos de otras tribus quienes te otorgan este calificativo generalmente en tono despectivo. Desde estas líneas quiero romper una lanza en favor de la libertad de consumir frutos secos con cáscara en el graderío, siempre y cuando los residuos no se arrojen ni al suelo ni sobre los hombros del parroquiano de la fila delantera. No todo el mundo tiene la necesidad ni la obligación de saltar y animar de manera permanente.
LOS REPARTECARNÉS
Son los garantes de la única y verdadera manera de entender el fútbol: la suya.
Si son veteranos, reprocharán al de enfrente la falta de pedigrí. Para los más jóvenes, quienes no comulguen con sus maneras serán unos comepipas o unos pollaviejas (palabro que vaticino pronto adoptará la RAE como suyo).
Los repartecarnés encuentran en las redes sociales el lugar idóneo para sus sentencias. Sufren enormemente cuando se les paga con indiferencia y alcanzan el éxtasis cuando coinciden con un repartidor de carnés de repartecarnés.
LA CHAVALERÍA
Necesaria e imprescindible. Duermen, no paran quietos, se aburren, … pero al final nuestros canijos terminan contagiados por el virus futbolero y acaban formando parte de la masa social. Es cierto que ya no se les permite salir a jugar al césped en el descanso pero no cabe duda alguna de que están teniendo la suerte de vivir la mejor etapa de la Historia del club (aunque la pasada campaña alguna madre tuviera que recordar que hay que estar “a las duras y a las maduras”).
Es un auténtico lujo que nuestra chavalería sea del Huesca y eso nos garantiza un futuro Alcoraz en el que, seamos juerguistas, comepipas, advenedizos o rutinarios, nos seguirá uniendo el sentimiento de defender a la SD Huesca sin reblar.