No se trataba de ser agorero, ni mucho menos, ni apuntarme al sector de los adivinadores, pero ya escribí en mi primera colaboración de la presente temporada que no me gustaba nada el runrún que rodeaba al equipo.
Los hechos han ido confirmando mis temores y a fuer de ser sinceros y reconocer que las actuales corrientes y movimientos hace tiempo que se escaparon de mis entendederas, y sin querer poner paños calientes a las nefastas y desafortunadas gestiones de las últimas campañas, no estaría de más echar un vistazo a los comienzos del actual proyecto que ahora se está enjuiciando desde todos los ángulos y perfiles.
Algunos aún recordamos que hubo que recurrir a la creación de la Fundación Alcoraz para tramitar la llegada de capital mediante la ayuda del Gobierno de Aragón porque los socios no fuimos capaces (sólo acudimos cerca de 700) de suscribir todas las acciones que se sacaron para completar los cerca de 2,7 millones necesarios. El proyecto, que se encontraba en un pozo sin fondo cuando llegaron Petón y Lasaosa porque nadie le fiaba nada a un club en bancarrota, estuvo a punto de morir antes de nacer en ese crucial momento de dar un paso al frente, pero entonces nadie se rasgó las vestiduras, como parece suceder ahora echando en cara o renegando de aquel procedimiento.
También me viene a la memoria otras palabras que recogí en otra colaboración del sabio Toño Riva en relación con la trayectoria del CB Peñas en la ACB: “A nosotros nos sacaban en procesión al principio, luego nos querían tirar al río y cuando el club desapareció todos nos añoraban”, vino a decir en Román paladino para que se entienda.
Otra curiosidad, porque aquel trayecto también desembocó en una venta que parecía el maná de todos los desiertos y acabó en Fuenlabrada porque todos los inversores quieren recobrar su pasta. Entonces, mis cuatro pequeñas acciones se devaluaron con la ampliación de capital y acabaron desapareciendo, pero eso no quiere decir que esa fuera la intención del actual posible comprador, al que se le reconoce la buena voluntad e identificación con el club. Pero, ¿acaso se creen ustedes que los jeques o americanos que están llegando a los clubes españoles no saldrán con sus bolsillos resarcidos si no logran lo que pretenden?
Otro de mis admirados referentes deportivos, Alfredo Vizcarro, siempre me recordaba que “no hay como ser de Huesca y tener memoria”. A mí me ha tocado vivir etapas en el Huesca en la que los jugadores hacían huelga porque no cobraban (ocho de diez mensualidades llegué a perdonar), había Días del Club desde enero y hubo que acudir al rescate del campo embargado por el Banco Hipotecario. Por eso entiendo que en estos delicados trances por los que está pasando el Huesca hay que conservar la prudencia -máxime cuando empiezo por reconocer que hace tiempo que estoy fuera de juego-, y no dedicarse a derribar a troche y moche sino a reconstruir lo que con tanto esfuerzo se ha sacado adelante.
Porque también tengo pocas dudas de que si el equipo estuviera bien clasificado el ruido sería menor. En aquellos años de zozobra económica, lo único que les preocupaba a los asambleístas era qué delantero goleador se iba a ficha, no el estado de las cuentas.
Y en este aspecto, los que más necesitan nuestro apoyo son los jugadores y técnicos; de lo que ellos puedan hacer en el campo depende en gran medida el futuro del club. Hay que seguir siendo fieles sin reblar para mantener la categoría y que vaya ‘escampando a boira’, y pedir a los directivos y propietarios que sean conscientes de la responsabilidad que tienen para, por lo menos, no poner palos en las ruedas.