Las batallitas del carca: Niebla

En aquel pabellón –entonces nos parecía normal- cometimos todo tipo de comportamientos antideportivos

06 de Octubre de 2024
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Anicet Lavodrama recuerda la 'niebla' de Ferrol y de Huesca
Anicet Lavodrama recuerda la 'niebla' de Ferrol y de Huesca

Pocos pensarán que en una columna deportiva me ponga a hablar de Niebla, la novela de Miguel de Unamuno, pero  como “nadie escoge su principio ni su fin, ni siquiera su propio destino”, me ha parecido que podía venir a cuento para enlazar otro tipo de niebla, por un lado como fenómeno meteorológico y por otro como condicionante deportivo.

Estás últimas semanas, las plantillas del C.B. Peñas y Bada Huesca se han visto obligadas a entrenarse en condiciones no habituales, por ser moderados, al no poder utilizar la pista del Palacio de los Deportes. Esta situación, y la lectura de una larga entrevista en Jot Down a Anicet Lavodrama, no me pidan que les explique cómo ni por qué, me trasladó al viejo pabellón del Parque donde jugó sus ya míticos partidos el Magia Huesca y volví a acordarme de la niebla.

Lavodrama, hijo del embajador de la República Centroafricana, se había formado en la Universidad de Houston junto con Hakeem Olajuwon, y cuando llegó a La Malata para jugar con el OAR Ferrol lo que más le llamó la atención fue la niebla. Llegó a pensar que el fenómeno atmosférico invadía la pista procedente de las rías ferrolanas, pero poco tardó en comprobar que eran los propios aficionados los que desde la grada provocaban ese efecto.

En EEUU se pueden llevar armas por la calle, pero está prohibido fumar en las instalaciones deportivas, igual que ahora en España, pero por aquel entonces era impensable que eso sucediera en los pabellones. Lavodrama estaba preocupado “porque llovía todos los días” y no tenía una máquina secadora para su ropa, pero lo que más le intrigaba y le resultaba incomprensible era “jugar partidos viendo la niebla en el pabellón porque todo el mundo estaba fumando… eso, para mí, tampoco era normal”.

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Al bueno de Anicet se lo encontró mi primo Luis Abadías por la calle cuando el OAR vino a jugar a Huesca y vestía unos pantalones cortos y zapatillas sin calcetines en pleno enero, pero el pívot todavía recuerda que esa niebla tan particular “no pasaba solo en Ferrol, también en Huesca”, donde destaca los partidos que jugó “contra Granger Hall y Brian Jackson”, a quienes considera dos grandísimos jugadores.

En aquel pabellón –entonces nos parecía normal- cometimos todo tipo de comportamientos antideportivos, por no decir otras cosas más graves, ya que era normal escuchar insultos racistas y cantar el ahora castigado “vais a morir” a voz en grito, con toda la grada echando humo por la boca.

Años más tarde, otro baloncestista, en este caso el onubense Antonio Gómez, también tuvo problemas de adaptación a Huesca porque su llegada coincidió con una época en la que la niebla era una compañera asidua de los oscenses. El bueno de Antonio llegó a colocar un poster de un sol en su habitación, hasta que se enteró de que cogiendo el coche y subiendo hasta Arguis podía disfrutar del astro rey.

Los dos, Anicet y Antonio, se habrían ahorrado muchas penurias si Jorge Orús, compañero de fatigas entonces en Diario del Altoaragón, hubiera ejercido antes su magia, porque fue realizar un reportaje que tituló “Huesca, 40 días sin ver el sol”, y ese mismo día salió esplendoroso y luminoso.

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