Las batallitas del carca: reduccionismo

También la afición ha recuperado la mejor versión de cuando se inició este proyecto

12 de Enero de 2025
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La falta de la expulsión. Las batallitas del carca: reduccionismo
La falta de la expulsión. Las batallitas del carca: reduccionismo

Ahora que tan de moda están todo tipo de tecnicismos y palabrejas para explicar qué es y cómo se juega al fútbol, me voy a permitir usar uno de esos neologismos: reduccionismo, para resaltar lo que Boskov definió maravillosamente: ‘Fútbol es fútbol’.

Los ‘carcas’ entendemos que todo debería ser más sencillo, porque el balompié es un juego y siempre se ha dicho que hay que hacer lo fácil, aunque para la mayoría de los futbolistas menos dotados siempre haya sido muy complicado. Así lo reconocía Cruyff cuando decía que “jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”.

A los acostumbrados al fútbol de la calle, nos cuesta entender tanta palabrería cursi y vanidosa para eludir lo que siempre ha sido “un deporte simple en el que a algunos les gusta hablar, pero yo prefiero ganar”, en palabras de Fabio Capello.

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Además, todos entendemos de fútbol, todas las visiones son válidas porque cada uno lo ve de una manera. Muchos especialistas son más radicales que yo y justifican el desarrollo de todo un partido a lo que sucede en las dos áreas. Y es un verdad, pero yo lo amplío a tres claves; un portero que las pare, un equipo que dé solidez y equilibrio y un delantero que las meta. Ese es, me parece a mí, el misterio del enorme éxito que está logrando Antonio Hidalgo en el Huesca.

Los entrenadores de los equipos de relumbrón no se cansan de pedir fichajes cuando llegan a un club, Hidalgo ha hecho lo que predicaba Luis Aragonés, adaptarse a lo que tenía y sacarle el máximo partido. Los nombres no hace falta mencionarlos porque son protagonistas habituales, pero ahí se muestran las verdaderas virtudes de lo que antaño entendíamos por un buen entrenador. "Aquí el más tonto hace relojes de madera. Y funcionan", decía el sabio de Hortaleza.

También voy a emplear el reduccionismo para tratar de explicar lo que sucedió contra el Mirandés. En el once contra once se vio un buen partido y la mejor versión del Huesca, pero cuando el rival fue perdiendo futbolistas todo cambió y se fue enredando. Porque dos no riñen si uno no quiere.

Ante el Betis el Huesca también había ofrecido una buena imagen, porque los dos equipos querían jugar. Los burgaleses, cuando se quedaron con nueve, ya no quisieron jugar, se limitaron a amontonar hombres dentro del área y a no dejar espacios, con lo que Soko y Gerard Valentín ya no podían exprimir sus mejores virtudes.

Hacía falta un virguero que el Huesca no encontró para desatascar el tapón y en esas circunstancias era más importante no encajar gol que meter el segundo tanto. Muchos aficionados tienden a pensar que cuando el rival se queda en inferioridad suele ser más fácil, ganar, pero no siempre es así. El Mirandés goleó en Málaga con uno menos, el Huesca de los inicios en Segunda nunca perdía cuando se quedaba con diez y ahí está la famosa frase de Helenio Herrera: “Se juega mejor con diez”, aunque él salía siempre con once al campo.

Los aficionados trasladaron un poco ese nerviosismo al terreno de juego, aunque pronto se dieron cuenta de lo que necesitaba el equipo, reaccionaron para apoyar con entusiasmo y hubo final feliz con baile incluido. Por no faltar hasta hubo una buena ración de humor somarda cuando todo el estadio coreaba pidiendo penalti o roja ante las decisiones del colegiado. Porque, y esto lo quiero resaltar, también la afición ha recuperado la mejor versión de cuando se inició este proyecto. Juntos, fieles siempre sin reblar, es más fácil alcanzar los objetivos.

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