Las diferencias entre la RFEF, LaLiga y la entrada real, conclusiones de un pasional partido de Copa del Rey

El misterio del número de espectadores tiene su explicación: a los 7.968 aportados hay que sumar los palcos, hasta 8.700 aproximadamente

05 de Enero de 2025
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Las diferencias entre la RFEF, LaLiga y la entrada real
Las diferencias entre la RFEF, LaLiga y la entrada real

Estábamos mal acostumbrados. La Liga de Fútbol Profesional es, organizativamente, una maquinaria tendente a la perfección. La Real Federación Española de Fútbol, pese a su abundante provisión presupuestaria, es amateurismo bien intencionado (no lo pongo en duda). Todo es más complicado que en la competición liguera. No hay VAR, con lo cual quedas al albur del Ortiz Arias de turno (no pongo en duda los dos fueras de juego de los goles del Huesca, pero sí su diferencia de criterio). Y soy consciente de la complejidad de habilitarlo en determinados estadios o campos.

Pero, más allá de lo que acaece en el terreno de juego y su entorno, una competición tan pasional como la Copa del Rey merece una mayor profesionalización, y la Federación que tantos escándalos ha protagonizado por las malversaciones de fondos y otras corruptelas dista una barbaridad de alcanzar unos estándares mínimos. Informativamente, su web es un pequeño cataclismo (¡ay, madre, lo que suspiraba ayer por esas estadísticas de la Hypermotion!), no hay fotografías, las ruedas de prensa de los entrenadores quedan encargadas a los clubes y la inflación de medios informativos dista del rigor liguero (el que no tenga su seguro de responsabilidad civil y otros requisitos no se sienta). Aquí podrían entrar, por cierto, las asociaciones de periodistas, pero ni están ni se les espera.

En definitiva, que con la entrada de Javier Tebas en la vicepresidencia de la RFEF, si tiene mando en plaza (no se concibe de otra manera en el oscense que no es de los de estar por estar), debiera avecinarse un nuevo tiempo. Sí, ya sé que los odiadores se lanzarán a la yugular, pero a cierta edad uno es muy fan del concepto de George Bernard Shaw: el peor pecado no es odiar a los semejantes, sino tratarlos con indiferencia, esa es la esencia de la inhumanidad. Hay personas que no han venido al mundo para complacer a todos, ni siquiera para complacer gratuitamente, y Javier Tebas (y este firmante humildemente) conoce el significado de sí y de no.

Que el Huesca-Betis fue un partido precioso es una evidencia. Ver deslizarse por el verde a creadores de fútbol como Lo Celso o Isco es una delicia, y constatar cómo compiten en una parcela ancha tremenda Diego González, Hugo Vallejo, Jordi o Gerard suscita un entusiasmo bien justificado por el público. Resultó emocionante el final, tras derrota, con los aficionados entregados al meritorio y brillante desempeño de los de Hidalgo.

Y un por cierto. He preguntado, porque me chocó la cifra oficial de espectadores (7.968) que contradecía la apariencia visual de El Alcoraz, exactamente igual que en la anterior etapa contrastaba el aspecto con el guarismo dado por el club, pero en sentido inverso (ya me aclaraban entonces que lo mío era una cuestión de deficiencia óptica). Y viene a resultar que en el conteo faltaban, porque no pasan por tornos, los palcos, de tal guisa que, en realidad, fueron sobre 8.700, que ya cuadra más respecto a los 9.100 de aforo total.

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