Cosas que me deja el derbi del domingo: la principal, que el Huesca me gustó más que el Zaragoza porque supo crear más peligro con diferentes formas de atacar. No me resulta extraño que vaya por delante en la clasificación.
La entrada de Pulido a Simeone es de las rojas más unánimes que he visto enjuiciar a representantes de las dos aficiones. No me cabe en la cabeza que le quisiera lesionar, pero aun dando por hecha esa falta de intención, las consecuencias pudieron ser muy graves.
Es difícil de entender que un jugador con 200 partidos en la escuadra oscense, reconocido y premiado en los prolegómenos, protagonice esa acción. Ver la repetición de su carrera desde atrás me hace pensar que se le fue un poco la pinza por la excitación del momento. Que luego hubiera algunos descerebrados insultándole no me merece opinión alguna.
La entrada de Zapater no debe ser roja: cuando levanta la pierna de forma temeraria ni siquiera ha visto al rival, quien hábilmente se pone después la bota del ejeano como paraguas, fingiendo un golpe en la cabeza que no parece tal.
Pero claro, con 0-1, la protesta de todo el equipo azulgrana, la roja anterior a Pulido, la ficción del fulano y que Zapater es expulsable de tan buenazo que es, pues al vestuario el otro capitán y todo en orden.
Empata el Huesca con un fallo de Cristian. Que lo es, aunque quizá se haya exagerado. En ese momento del partido el sol es muy cegador en esa portería. Le bota antes y tiene el infortunio de tocarla también con los pies cuando va a recomponer el cuerpo. Coincido en que ya no es el guardameta nivel 10 para Segunda que era hace dos o tres años. Discrepo de quienes entienden como pecado criticarle por todo lo que ha dado hasta ahora. Pero sigo creyendo que todavía es un gran portero de presente en el Real Zaragoza.
He comprobado cómo la afición azulgrana ha quedado algo descontenta porque considera que, con un poco más de ambición, su equipo podría haber ganado. Pero a mí me parece aún peor el regusto para muchos zaragocistas de ver una posesión blanquilla en balde, que no hay ideas, trabajo o talento suficiente para transformar una jugada bien cocinada en el postre exquisito.
En cambio, bien saliendo a la contra en la primera parte, bien alternando el contragolpe con los ataques posicionales en la segunda, el Huesca generó peligro del diáfano, el que centra desde un lateral del área o incluso el del jugador que desborda dentro del área. Por eso decía al principio que fueron mejores.