“Vamos a intentar construir un gran equipo entre todos”, afirmaba Cuco Ziganda en rueda de prensa tras el más que meritorio empate en el Ciudad de Valencia. La frase puede parecer una más dentro de los muchos tópicos vacuos que rodean el mundo del balompié pero, en mi opinión, es trascendente tras la montaña rusa de sensaciones que vive la Sociedad Deportiva Huesca.
Con sus decisiones, tan coherentes como valientes, Ziganda ha dejado claro que su visión de equipo está por encima de los nombres y que tendrán que ser los jugadores – por mucho pedigrí que atesoren- quienes tengan que adaptarse al engranaje colectivo y no al revés.
Si la temporada pasada terminamos viendo el naufragio de un elenco de individualidades de postín sin rumbo ni timonel, comenzamos la presente viendo a un grupo con evidentes carencias en el plantel pero con una idea clara de lo que quiere ser: un equipo
Quedan todavía los últimos latigazos del mercado de verano para mejorar el nivel de la plantilla pero queda claro es que, china chana, Ángel Martín González y Cuco Ziganda están esbozando con la normalidad de su trabajo en el día a día el perfil de jugador que quieren para su proyecto.
Más de 8.000 aficionados han depositado su confianza en esta aventura. No será difícil mejorar lo visto la pasada campaña pero ese respaldo exige que fluyan aguas arriba estos valores colectivos de los que hablamos.
La ambición no se negocia, pero la humildad es imprescincible en un club, una ciudad y una provincia en la que encajan mucho mejor los currantes que las estrellas.
Dejémonos de excusas, reproches y lamentos apocalípticos. Llega el turno de sumarse a esta ola de trabajo, normalidad y defensa del equipo y sus valores por encima de cualquier interés individual. Por separado somos vulnerables. Unidos somos francamente puñeteros.
Vamos, pues, a intentar construir un gran equipo entre todos sin reblar.