Aquel año 1960 brotaron a la luz del mundo países, organizaciones, personajes y acontecimientos. El 1 de enero, sin ir más lejos, Camerún, la cuna de Patrick Soko, se independizó de Francia e inició el periplo de descolonización de una veintena de países (Nigeria, Cota de Marfil, Chad...). Fue el año de John Fitgerald Kennedy, que ganó por un puñado de votos a Richard Nixon. El de la temida OPEP a la que miramos de reojo durante décadas para ver el precio de la gasolina. De cuna fueron grandes deportistas como Perico Delgado o Ayrton Sena, la escritora Almudena Grandes, los cantantes Bono y Loquillo, el chef Martín Berasategui y los actores Antonio Banderas y Hugh Grant. Refulgió el fútbol porque el dios, Diego Armando Maradona, llegaba al planeta Tierra a la par que... la Sociedad Deportiva Huesca.
El renacimiento definitivo del fútbol en nuestra ciudad irrumpió en pañales, los mismos que precisaron aquella anualidad los padres de los 150 socios del Huesca de hoy, en el confortable El Alcoraz (remodelado y remodelable esperemos en un futuro próximo), transformadas las rudimentarias instalaciones en el teatro de los sueños que algunos dan en llamar émulo de los atractivos estadios británicos del mejor sabor balompédico.
Esta mañana, se han fundido los que celebran 65 años. En realidad, lo hacen cada dos semanas y, a través del corazón, en cada latido. Una cuarentena de los abonados nacidos en 1960 ha recorrido las instalaciones del estadio con el presidente, Agustín Lasaosa, como anfitrión mayor dentro de un equipo que se ha ocupado de agasajar a sus soportes anímicos. Guiados por Joaquín Aineto, director de Marketing del club, y los responsables de Comunicación, Cristian Serrano y Rosa Calvo, han esperado en la explanada apenas unos minutos para una gran cita.
A través de la puerta 0, se han dirigido a su feudo, la grada, por el túnel de vestuarios y atravesando el arco de Huesca la Magia por el que cada partido saltan al campo de batalla nuestros héroes. Allí, instrucciones generales de Joaquín Aineto y las palabras del presidente, aplaudido, Agustín Lasaosa. "Sois del Huesca del año catapún. Eso no os lo quita nadie. No es tan fácil ser del Huesca, como se está demostrando".
"Sois del Huesca del año catapún. Eso no os lo quita nadie. No es tan fácil ser del Huesca, como se está demostrando"
"Ahora mismo estamos en un momento que parece que hay una duda y que hemos bajado un poco el tono. Pero fijaos que empezamos en julio y agosto mirando la clasificación por abajo, que decíamos primero en julio que igual hasta desaparecíamos. En agosto mirábamos a ver si no estabamos entre los cuatro últimos, y ahora resulta que miramos a ver si estamos entre los cuatro primeros... con el último presupuesto. Vamos a sentar la cabeza y vamos a decir: Dios mío, ¡dónde estamos! Este año nos ha tocado ir a ciudades que dices: ¿pero qué hacemos nosotros aquí? Vienen treinta de Huesca, están en Málaga alli arriba, en un palomar, y estamos 28.000 personas, 600.000 habitantes. Pero vas a Granada, Almería, Coruña, 28.000 en el campo, y nosotros pegándonos contra ellos y yendo quintos... de momento".
A Agustín Lasaosa se le aprecia feliz. Hoy mismo ha estado departiendo con el míster, apoyando para mejorar entre todos. "Daos las gracias por ser como sois, por ser del Huesca y, aunque alguno de vosotros piense que no, simplemente ser año tras año del Huesca y sacando el carnet es lo más grande que hay en Aragón y a lo mejor de España: Ser del Huesca".
SER DEL HUESCA NO TIENE JUBILACIÓN
No es sorprendente la elección de los jugadores para celebrar cada victoria. El Freed from Desire de Gala Rizzato es un canto a la libertad y el amor para conseguir los anhelos vitales que nada tienen que ver con la acumulación de caudales, sino con la liberación de los deseos.
Con un respeto reverencial, como si visitaran un templo civil, los cuarenta nacidos en el 60 se concentran en el vestuario previo paso por las dos figuras de San Lorenzo que protegen a quienes allí se congregan. Nadie osa tocar el altavoz que, tras cada victoria, coge el jefe Sergi Enrich y pone a bailar desenfrenadamente a una veintena de tipos que acaban de pegarse seis, ocho, diez kilómetros a toda pastilla y que renuncian a quejarse del cansancio porque acaban de vivir la simbiosis con la afición para una algarabía sin limites. Bien es cierto que Joaquín Aineto se erige en cancerbero del aparato musical, elemento sacro en manos del goleador balear.

Tras el vestuario, la sala de prensa, donde posan los invitados y se arrancan con el primer "Sí se puede". Están felices y relajados, y así se dirigen hacia la zona de palco, donde reciben las explicaciones y se sientan confortablemente en las butacas de autoridades. Autoridades son, y como tales les corresponden, con una visita entre aplausos, los dos baluartes defensivos Jorge Pulido y Jérémy Blasco, que saludan uno a uno entre vítores y exclamaciones como "¡vaya temporada os estáis cascando, de diez!"
La felicidad se aprecia en la armonía en la que todos se dirigen hacia los palcos que miran desde el cerro los búhos chicos, los de General, para desembocar en el restaurante. Allí, en la terraza que asoma al campo, que se ve precioso, son agasajados con un chiste alusivo de Adolfo Lacasa, Gofi, que es del 57 pero se involucra tanto que, con Fernando Lobera y José María Pardina, han propiciado este hermoso mediodía de convivencia. Bajo el escudo de la Sociedad Deportiva Huesca, reza su creación: "Somos del 60 como tú y este año cumplimos 65, pero ser del Huesca no tiene jubilación". Genial. Lo que viene a llamarse una verdad apodíctica, Sin réplica.
Están en la entrega Pulido y Blasco, que también obsequian con una bufanda con los tres colores, el azulgrana por una cara, la Cruz de San Jorge por la otra. Foto de familia, "más sí se puede" y un brindis final servido por los profesionales de Carmelo Bosque (otro del 60 ahora con una leve lesión muscular fruto del esfuerzo del último partido contra el Levante cuando celebró el gol de Joaquín y se levantó con excesiva energía). Aquellos bebés de 1960 han atravesado una infinidad de vicisitudes, pero, sea por lo que sea, no reblan ni se jubilan de fateza. ¡Felicidades!