Hace diez años, un grupo de amigos alumbraron una idea. En torno a la bombilla que aportó la luz, Javier Cruchaga, Antonio Rico, Andrés, Tomás, Saturnino, Javi Merca, Nico y Felipe. En el calendario, marcaba 13 de mayo de 2015. Se dejaron llevar por su devoción, muchos años de Javieradas juntos, y por su pasión por la montaña. Don Bosco mediante, concibieron un club. Y los Javieres, a fecha de hoy, no sólo se han consolidado, sino que aglutinan más de 352 almas que disfrutan de una programación continua. "Nos faltan fines de semana", sostiene gráficamente Nico.
Luego vendrían unos cuantos más a sumarse a la iniciativa, como María Dolores o Iván. Imposible nombrar a todos. Les reúne una filosofía: montañismo con causa. El Club de Montaña Javieres, pese a su crecimiento, no renuncia a su espíritu ni a sus orígenes, la Javierada que este 2025 ha alcanzado su 44 edición desde Huesca. Sin embargo, esta cita anual se antojaba insuficiente para todo lo que podían dar y para toda la naturaleza que hay para disfrutar en la provincia de Huesca. Incluso si contemplamos sólo La Hoya.
Su combustible han sido los valores y una determinación: disfrutar del trayecto y de la compañía, de la diversidad generacional, de la experiencia, de la voluntad. "El premio no es llegar el primero, sino llegar todos juntos", reconoce el núcleo fundador.
El sexto club de montaña de la provincia no se concibe sin un ingrediente que es motor de su actividad: la solidaridad. La ONG Entarachen Bosco Global que preside la socia Maite Aznárez, que pone luces a Etiopía (Mekanissa y Zway) con los recursos que captan la propia organización y los Javieres, es, por así decirlo, de la casa. A ella destinaron en 2024 17.354 euros fruto de las andadas populares (la Nueno-Etiopía es nuclear) y de la venta de lotería. Pero hay corazón para más y también la Asociación Oscense de Esclerosis Múltiple ha sido beneficiaria de su magnanimidad.
Dentro de este ámbito, hay un reconocimiento para las almas dadivosas con los premios Sierra de Guara que han recibido tres grandes: el imprescindible Miguel Escuer, la generosa Podoactiva y la abnegada y servicial Guardia Civil, acompañante más allá del sentido del deber.
El crecimiento de los Javieres no empece para una dualidad virtuosa: a golpe de humildad, son capaces de alcanzar los más altos hitos en programas como "Doce retos, doce cimas", las travesías pirenáicas, la nocturna de Guara... Gran acogida tienen las peregrinaciones a Turín y Lourdes.
El Club alberga también un componente educativo de primer orden. Están satisfechos de la capacidad de incorporar gente muy menuda a la Javierada, pero todo es fruto del trabajo de acciones como las Domingueras, el otro polo del Grupo de Alto Nivel que protagoniza barrancos, vías ferratas y raquetas.
Ser el único de los grandes clubes de Aragón que sostiene una línea ascendente en socios en los últimos ejercicios no es motivo de vanagloria, sino de confirmación del buen trabajo cuyos crampones son la humildad, la modestia, el esfuerzo y, para coronar, los valores humanísticos y cristianos. La verdad está en el camino, no en las metas.
De ahí que, sin dispendios ni alharacas, celebran este martes 13 de mayo su décimo aniversario. No habrá celebración multitudinaria, se guarda para la ocasión el 22 de junio de gozar de una paella en Cillas, solidaria naturalmente. Y es que, cuando hay faena y un foco, naturaleza+deporte+amistad, faltan los minutos para cumplimentar todos los objetivos.
Aquella prometedora semilla de Javier Cruchaga, Antonio Rico, Andrés, Tomás, Saturnino, Javi Merca, Nico y Felipe ha fructificado y el presente es tan dulce como luminoso el futuro. Desde algún punto de lo más alto, contemplan con su sonrisa don Alfonso y don Javier (Alzueta), y ellos recogen las bendiciones. Mucho que dar, mucho que recibir. En la entrega está la verdad. Felicidades, Javieres.