Miguel Escuer estrena el premio Sierra de Guara del Club Javieres a la Solidaridad

El comerciante está "siempre ahí, en silencio, sin ruido, pero arrimando el hombro, y a veces más"

12 de Diciembre de 2022
Miguel Escuer y los responsables del Club Los Javieres de Huesca

Se han juntado dos que "son más que". El Club de Montaña Javieres es "más que un club", y no hace falta extensión alguna en símiles futbolísticos. Y Miguel Escuer es "mucho más" que un carnicero. Es "mucho más que" un comerciante. Es "mucho más que" un empresario. Puestos a elegir entre la trinidad, quizás la mejor atribución sea la vocacional, por lo que tiene de dar de comer al hambriento. Y por dar de beber al sediento... de justicia.

Los Javieres, efectivamente, trascienden un mero club de montaña, albergando cualquiera de éstos los magníficos valores que atesoran. Andan y corren más que Forrest Gump, pero en el testigo que llevan entre manos contagian voluntariado y solidaridad, de manera que la organización de marchas populares no sólo reportan panes y peces multiplicados, sino la caña de pescar y el horno. Y, de paso, divulgan la comarca y llevan su espíritu hasta Mekanissa y hasta Zway, en aquella Etiopía en la que se encienden las luces por Entarachen Don Bosco Global.

ANTES DE PEDIR

Miguel Escuer siempre está antes incluso de que se produzca la necesidad. Es quizás el olfato del instinto de la generosidad, que huele mejor que sus excelencias alimentarias. Y, porque siempre lo ha encontrado, el club de Montaña Javieres de Huesca ha concedido en  su primera edición el premio Sierra de Guara a la "Solidaridad" a MIGUEL ESCUER. Así, como suena, con redoble de tambores.

Placa que recibió Miguel Escuer

El Club ha valorado su compromiso con los oscenses, su colaboración en todas las actividades en las que acuden a su establecimiento asociaciones locales y organizaciones sociales y deportivas, para ayudar a cumplir sus objetivos. Y entre ellos, agradecido para la eternidad, el Club que programa la marcha solidaria Nueno-Etiopía. Ese día, los aromas de sus productos son el inefable rastro desde la salida hasta la meta. 

Los Javieres amparan su decisión en que la responsabilidad social empresarial resulta cada vez más trascendental para que los proyectos sociales se lleven a cabo, completando la aportación que socios y organismos oficiales desembolsan. "Las personas y colectivos necesitados precisan para su supervivencia la solidaridad de la sociedad. La reversión a la sociedad de parte de lo que ella nos da es una necesidad si apostamos por la inclusión de las personas con discapacidad y un mundo más justo".

Y concluyen con dos palabras mágicas y sin embargo tan caras de escuchar. "Muchas gracias". Y el complemento. "Miguel por estar siempre ahí....en silencio, sin ruido, pero arrimando el hombro, y a veces más". El voluntario del año ya tiene otra muesca en su castillo de la entrega solidaria.

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