La virtud cardinal que imperaba en esta séptima edición del calendario anual de los 12 Cimas, 12 Retos del Club de Montaña Javieres ha sido la prudencia. En jornadas anteriores habían tenido que cruzar ríos en condiciones de riesgo, superar caminos complejos y hollar cimas exigentes. Este sábado ha sido el día de la prevención.
La circular Panzano-Panzano contemplaba una ruta de 18 kilómetros que se han quedado en tres menos porque el calor apretaba en el día previsiblemente más tórrido del verano. Así que, con buen ánimo, se han lanzado y, tras superar Aguas,. han alcanzado el cerro de San Salvador, vértice geodésico de 711 metros, un total de 38 animados caminantes.
En una matinal en la que uno de los anhelos era abrazar sombras, han visitado la Ermita de la Magdalena, con la intención inicial de retroceder. La temperatura desaconsejaba tal pretensión, así que han escogido el primer atajo para aligerar el recorrido. En el Barranco de Calcón, donde todavía hay algua, los montañeros se han remojado las zapatillas, la nuca y la cara.
Llegados a Aguas, pueblo de nombre propicio, había que reponer fuerzas a golpe de bocatas y también aliviar el calor con líquido por todos los lados.
Era el momento de tomar rumbo a Labata, con esa subida a San Salvador que muestra algunos atisbos de lo que fue un templo, aunque ni hay techo para resguardarse ni arcos sobre los que pensar en acondicionarlo, apenas unos contrafuertes. El paisaje, entre campos de cereal, olivos y almendros.
Otra vez el sabio ejercicio de alcorzar por senderos que trasladaran de Labata a Panzano para completar el dibujo circular, meta en la que Niko y otros Javieres esperaban con refrescos a las 13:20 horas. No es complejo imaginar la velocidad en la hidratación placentera. Otro reto, otra cima, otro desafío superado.