Paseando bosques, pueblos perdidos, pantanos y santuarios por la Ribagorza

Peña Guara cuajó una nueva ruta por la provincia. Partió desde La Puebla de Castro en dirección a Ubiergo

Javier Albás Garzo
12 de Noviembre de 2024
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Paseando bosques, pueblos perdidos, pantanos y santuarios por la Ribagorza
Paseando bosques, pueblos perdidos, pantanos y santuarios por la Ribagorza

De nuevo en el monte el pasado domingo 10, la tropa de Peña Guara de Rutas por la Provincia nos llegamos hasta La Puebla de Castro para comenzar una jornada de paseo amable por nuestra tierra y la comenzamos tomando, desde la zona deportiva del pueblo, senda marcada como GR-17 en dirección a Ubiergo.

El primer tramos discurrió un buen trecho por terreno llano, no en balde atraviesa la partida “El Plano”, la senda, aunque señalizada GR, se adapta como puede a los campos de cultivo que la cercan y la cortan a veces, dejando tramos tan vestidos que hace imposible seguirla con el rigor que nos gustaría.

El cielo de momento se presentó con niebla alta, que nos privó del sol, pero con buena temperatura para andar y con la vista puesta desde el inicio en Ubiergo, el primer punto de parada que alcanzamos tras una pequeña subida por la senda original casi recuperada y jalonada por los paretones tradicionales, como debe ser.

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En Ubiergo (Obergo, Hoberg) nos detuvimos para almorzar en el entorno de la plaza y la iglesia, el templo muy bien arreglado y dedicado a la advocación de Santa Ana (siglo XII) tiene una buena torre campanario y lo pudimos visitar ya que estaba con la llave puesta en la puerta invitando a pasar al interior, la iglesia es digna de ver y está muy cuidada, presentando además algunos badajos y curiosos ladrillos decorativos expuestos en una pequeña mesa, todo detalles de agradecer.

Nos vino bien el rato que pasamos en Ubiergo ya que poco a poco se fue despejando la niebla y el sol apareció para prometer compañía el resto del día, así que salimos del lugar en dirección al siguiente destino entrando en el  oloroso bosque de la zona con carrascas, chinebros, romeros y buchos por senda mullida de hojas que se fue empinando sinuosa, entre perdidas parcelas de antiguos cultivos, hasta llegar al despoblado de Bolturina, datado ya en 1.026 como “Beltorinarum” (656 m.).

Este lugar, abandonado desde los años 75/80 del siglo pasado, está casi recuperado por la naturaleza, barzas, litoneros, hiedras y carrascas lo tienen ya sepultado y solamente es visible por la impresionante planta de la iglesia casi derruida con su torre desmochada (siglo XVI), a quienes se agarra un diminuto cementerio, que alguien cuida todavía y donde deja notas preguntando por las familias que en su día se desperdigaron por el mundo, que la suerte le favorezca.

En el frente de la iglesia dedicada también a Santa Ana, con el buen sol que nos acompañaba, nos hicimos la foto de grupo para el recuerdo y retomamos la ruta subiendo por la misma senda hasta llegar al punto más alto del día La Collada (770 m), donde cruzamos la carretera que llega a Torreciudad.

Tras cruzar la carretera tomamos la senda que baja empinada atravesando el bosque por la Peña Solans ya con las impresionantes vistas del pantano de El Grado al fondo completamente lleno y tras un trecho también la vista de Torreciudad, a donde nos fuimos acercando para acceder por el aparcamiento hasta la puerta principal y los más atrevidos llegar hasta el coro en el interior del templo.

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Impresionantes vistas del pantano de El Grado.

Estuvimos un buen rato por el entorno del templo haciendo fotos con la panorámica de Monte Perdido y todo su entorno nevado, acompañados de la buena luz del día, hasta que tuvimos que reemprender el camino que todavía faltaba un buen trecho.

Salimos de Torreciudad andando por una senda que discurre junto a la carretera y que baja hacia El Grado, hasta tomar la senda que serpentea pedregosa y va dibujando el contorno del pantano; Por esta senda disfrutamos de la impresionante vista de la enorme masa de agua frente al sol como un enorme mar de plata en medio del valle del río Cinca, río que se precipitaba tras la presa con una anchura pocas veces vista, todo un espectáculo imborrable.

Terminamos de bajar la senda en el mismo puente bajo la presa de El Grado, que al cruzarlo impresiona también sabiéndola tal llena y por el rugir de la enorme cantidad que desagua, pasamos el puente y por el  barrio del Cinca fuimos llegando hasta El Grado para acercarnos a comer al Restaurante Tres caminos junto a la carretera, donde teníamos reservada mesa para todos y una buena comida a la que le hicimos los honores en buena armonía.

Así tras unas 5,50 horas de andar, 12,7 km. y +390 / -630 m., terminamos la jornada, contentos por los bosque, pueblos y templos visitados; Deseando ventura para todos, os esperamos para la próxima.

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