Pelayo Novo, Albacete, hotel Abba Huesca. Mañana del 31 de marzo de 2018. Una llamada al 112 avisa de que una persona se ha precipitado desde el tercer piso del establecimiento hotelero. Rápidamente se persona la UVI móvil, que consigue estabilizarlo y posteriormente lo traslada a Zaragoza. Había desayunado con sus compañeros en la víspera del partido contra el Huesca y todo sucedió muy deprisa. Los jugadores del Alba estaban en shock, muy pronto llegaron Agustín Lasaosa y Juan Carlos Galindo, presidente y doctor de la Sociedad Deportiva Huesca. Allí se abrazaban con Enrique Martín Monreal, entrenador del cuadro manchego.
Hubo pocos resquicios para la especulación, aunque las investigaciones policiales apenas trascendieron. La única duda era si la versión oficial era la correcta. En realidad, este cronista vio las huellas de sus zapatillas sobre la balconada del cuarto piso. Sus compañeros no albergaban otra explicación que su estado anímico. De hecho, familiares le acompañaban en sus desplazamientos para evitar recaídas depresivas.
Ingresado en el Hospital de Zaragoza, pasó mes y medio hasta que fue trasladado al Hospital de Parapléjicos de Toledo. Como gran deportista que fue, buscó el estímulo en la recuperación de su movilidad y, de hecho, fue objeto de reportajes periodísticos porque su evolución fue tan increíble como sus declaraciones que incitaban a encontrar el sentido de la vida.
Se convirtió en campeón de Asturias de tenis adaptado en silla de ruedas, que se erigió en su modo de transporte junto a su apoyo en las muletas. También alcanzó un puesto en la Federación Asturiana de Tenis.
Pelayo Novo había conseguido dejar atrás las frustraciones después de una larga trayectoria como futbolista en equipos como el Albacete, el Elche, el Oviedo o el Córdoba a la que puso un final abrupto aquella caída desde el tercer -versión oficial- o cuarto -oficiosa, pero real- piso del Hotel Abba.
Esta tarde del martes se ha conocido su fallecimiento al ser arrollado por un tren de la línea entre Oviedo y Siero, a la altura de La Corredoria, muy cerca de La Malata.
El "chico formidable" al que se referían sus compañeros aquella mañana del último día de marzo en el Hotel Abba, el modelo de superación de los titulares periodísticos de los últimos meses, ha cercenado su existencia de forma abrupta. Y, ante el fatal desenlace, no queda sino una primera fase de duelo y respeto, y una segunda etapa a más largo plazo de análisis de la complejidad del deporte profesional y las secuelas que deja incluso en personas con una sólida formación académica como era la de Pelayo Novo. Descanse en la paz que, de una u otra manera, había buscado en la senda de la vida.