Ruta por el privilegiado entorno natural de San Juan de la Peña

Cerca de cincuenta senderistas de Peña Guara disfrutaron de una excelente mañana de arte y naturaleza

Alfredo Zazo
02 de Diciembre de 2024
Claustros de San Juan de la Peña.

Con un cielo azul turquesa y una excelente temperatura, cincuenta senderistas de Turismo por el Alto Aragón bajábamos del bus a las nueve de la mañana del pasado domingo día uno, en la explanada de San Indalecio de San Juan de la Peña.

Nos dirigimos en dirección sur al mirador de Santa Teresa con unas excelentes vistas a la hondonada donde se asientan Botaya, Ena y numerosas pardinas… pero un llamativo mar de nubes del que sobresalían como de la nada los cerros más altos de la sierra de Centenero, fue lo que pudimos contemplar.

En dirección opuesta, tras pasar frente al Monasterio Nuevo, y por un camino jalonado de altos acebos llegamos al Balcón del Pirineo. Toda la Canal de Berdún a nuestros pies, pero las numerosas cumbres pirenaicas que el panel informativo señala, quedaban algo difuminadas por la calima.

Tras almorzar entre los pinos, en los que empiezan a verse algunos signos de procesionaria, bajamos a visitar el Monasterio de San Juan de la Peña, y tras las consiguientes fotos en su maravilloso claustro y su no menos espectacular emplazamiento, comenzamos el descenso hacia Santa Cruz.

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El amplio camino va ganando altura con suavidad hasta salir de la hondonada donde se esconde el Monasterio, pero al llegar al cruce de Cuatro Caminos comienza un largo y pronunciado descenso. La amplia y pedregosa senda a base de innumerables lazadas, entre chinebros, seneras y bojes, y siempre pegada a los inmensos paredones que conforman la sierra de La Peña, nos dejará en la vertical de Santa Cruz de la Serós. No entramos al pueblo. Al encontrarnos con el barranco de la Carbonera comenzamos a remontarlo para pronto dejarlo y tomar una estrecha senda que remonta un afluente y que nos llevó a la cascada de La Tosca.

El rincón es encantador. En medio del pinar un arroyo fluye y desparrama sus aguas con suavidad salvando pequeños escalones de tosca recubierta de musgo, originando continuos pocitos de agua y termina por desaparecer bajo un puentecillo.

Proseguimos por lo que en tiempos debieron ser fértiles huertos para cruzar Carboneras por un rústico puente de tablones, con sirga quita-miedos, y dirigirnos, por un tupido bosque con abundantes tejos, hacia la Cueva de la Mora.

La oquedad con abundantes filtraciones permite estar a varias personas de pie dentro, pero su acceso presentaba ciertas dificultades y eso que el caudal de agua no era grande.

Sobre las dos y media llegábamos a Santa Cruz tras un excelente mañana de arte y naturaleza.

Salvamos un desnivel acumulado de 400 metros; casi 800 metros de bajada y poco más de 12 kilómetros, en un tiempo de 5:30 horas.

El próximo 15 de diciembre Rutas y Turismo por el Alto Aragón celebraremos la travesía conjunta por una zona del río Flumen y terminaremos comiendo en nuestro refugio de Nocito.

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