El refranero español está repleto de aforismos que nos permiten interpretar y hasta adelantar la realidad. Uno de ellos se centra en la fatalidad: lo que mal empieza, mal acaba. Es el precedente de la posmoderna Ley de Murphy, la de la tostada que cae siempre por el lado de la mantequilla. Eso le ha sucedido a la Sociedad Deportiva Huesca con la polémica del doble abono y de las entradas, cuya evolución no ha podido ser sino la previsible: cada toma de decisiones ha generado más crispación. Me viene a la cabeza la metáfora del mal árbitro, el que recomido por un error compensa con otro... y suma dos para su valoración negativa.
Conste que, si no me he pronunciado anteriormente con un artículo de opinión, ha sido por mi coherencia constatable en los tiempos más agrios del club en los que lanzamos la campaña "Huesca, sí se puede" con el objetivo de poner al aficionado y a los jugadores (e Hidalgo) en el centro de todo... lo deportivo. De tal guisa que mi compromiso con los entonces rectores del club era que, de haber motivo para la crítica, se manifestaba de lunes a miércoles-jueves y, a partir de ahí, todo era fútbol. Publicar las entradas entregadas por instituciones y compradas por empresas del Club de Negocios fue cuestión de emergencia y respeto a los lectores.
Explicitada esta digresión para que las cuentas anónimas lanzadas por algunos exdirigentes del club en Twitter (X ahora) no piensen que respondo a sus invectivas e invitaciones mal intencionadas, me dispongo a proclamar que, efectivamente, el abono de doble velocidad fue una decisión desafortunadísima. Y que el hilo de determinaciones posteriores también ha resultado fallido. Y es más: todavía resta la posibilidad, para rematar el círculo vicioso, de la Copa del Rey que, como sucediera en aquel vacío ante el Rayo Vallecano, volverá a constatar que el espíritu de Murphy todavía no ha desaparecido del todo en este transformado Huesca.
Pero permítanme un mínimo recorrido cronológico tras el exordio. La campaña de abonados se presentó el 10 de julio de 2024, con el objetivo de los 6.000 socios, realista después de la desafección deportiva e institucional evidente. Si apuntamos el error, reconozcamos también el buen trabajo al cerrarla en 6.567. La lectura es que los aficionados entendieron la emergencia de la situación económica y financiera del club, angustiosa.
La innovación de las dos velocidades introdujo inquietudes y ya vislumbraba la crisis reputacional de las últimas semanas porque a nadie se le ocultaba que la diferencia de cincuenta euros que incluía el Día del Club, Copa del Rey, Femenino y B tenía en el primer caso nombre y apellidos: Real Zaragoza. En el origen, la medida ya pecaba de una inconveniencia: establecer dos clases de socios. Se le añadieron explicaciones muy poco convicentes como el amor al club, como si se quisiera más o menos por 50 euros.
Y todo desembocó en un hecho cierto y muy controvertido: se cargó toda la diferencia sobre el derbi, más cinco euros. De esta guisa, los del básico podían interpretar que les hacían pasar por el aro "con intereses". Y los del completo podían entender que habían hecho una buena inversión... hasta la polémica de las invitaciones.
Los 55 euros del suplemento a los abonados de la plebe implicaban, por otro lado, que se devaluaba desde el club el argumento de una doble prestación como es el Femenino y el B, porque toda la carga de la diferencia más un diez por ciento se sustanciaba en el Día del Club. Y todavía queda la Copa del Rey que, para los básicos, habría de representar otro gasto, de tal manera que, sin Femenino y B, en caso de que viniera un Barcelona o un Real Madrid, podrían interpretar que se les "castiga" -tal es el sentimiento- con cerca de un centenar de "leuros".
El argumento desde el club, por otro lado, ha de ser escuchado aunque no obligatoriamente compartido (o sí, esto va de libertad): hay que priorizar a los que hicieron el esfuerzo (reconocerlo es obligado) de sacar el abono total. Esta visión no contempla que un porcentaje equis de los del básico quizás hicieron un esfuerzo superior (y otros no) porque en materia de esfuerzo las rentas disponibles tienen mucho que ver. Y algo que tiene que ver con la visión de vasos medio llenos o medio vacíos. Desde la institución se consideró apreciable el porcentaje de abonados completos en la primera lectura de la campaña de un 53 % pero quizás no acertó a interpretar el alcance de un 47 % de los que se quedaron en la base. Muchos en la primera opción, muchos en la segunda. Y además hay que tener en cuenta que la casuística es variada: desde los que concebían que no habían de pagar los excesos de la etapa reciente hasta los que, simplemente, no podían afrontar ese gasto, y en medio multitud de grises.
El caso es que la expresión que más he escuchado en los últimos días es bastante procaz y puede ser considerada (o no) exagerada pero no es desde luego despreciable: "Cada colada, más puerca". Especialmente después del viernes que aciduló la víspera del derbi con la entrega de invitaciones por parte de Diputación y Ayuntamiento a los empleados que las pidieran, y que las instituciones explicaron por los convenios de patrocinio establecidos... y firmados por los anteriores dirigentes, los que van esparciendo cuentas anónimas en redes sociales. Lo del Club del Negocios no aplica: apoquinaron religiosamente las que compraron.
A partir de ahí, ha habido decisiones atinadas para dar más color azulgrana a la grada hasta llegar a esos 6.895 espectadores en la que ha sido la mejor entrada de la temporada (aunque nada que ver con otros derbis), como invitar a miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que tanto nos aportan a la sociedad. Con esa sensibilidad, me identifico. Y estoy seguro de que los del abono completo en su gran mayoría también. Sus imágenes en la Comunidad Valenciana se unen a la sucesión de inmensa hoja de servicios. Les necesitamos siempre.
Para completar el escenario, volvamos a la cronología. Este marasmo que ha suscitado tanto enfado en los dos tipos de abonados se inició más de un mes antes de la asunción de la dirigencia del club de los grupos Costa y Arqa, que se encontraron este desacierto ya hecho, como recientemente reconoció un Ricardo Mur contrariado por sus efectos. Amparados por el resentimiento, algunos exdirigentes les disparan con mala fe. Llevan, justo hoy, 90 días al frente del Huesca, esto es, hay quien pretende pasarles cuentas antes de los cien días de cortesía que en la vida parlamentaria del mundo se reconocen -aunque no se cumplan muchas veces- desde Franklin Delano Roosevelt hace 90 (también noventa) años.
Una diferencia sustantiva al respecto entre la vieja dirigencia y la nueva es que éstos han puesto su dinero -6,1 millones de euros- al servicio de la causa. Que nadie lo olvide. Y otra es que los nuevos se han comido el marrón de la irresponsabilidad de ser "simpáticos" y no aplicar subidas razonables durante años de vino y rosas. Así que menos lobos, Caperucita. La tercera es que todo este sinsentido aloja sus raíces en el descalabro de años de prácticas pésimas de quienes manejaban con insensatez dinero ajeno.
Dicho lo cual, efectivamente, en la resolución del marrón tampoco se ha hilado fino, si bien estoy convencido de que ninguna solución hubiera sido del agrado de todos. Es lo que tiene recuperar la oxidada hasta la muerte "lucha de clases". Ahora, al club le toca recuperar la atmósfera de unidad, sabiendo que, si se avanza en Copa del Rey, habrá otro motivo de análisis en una afición que no es masa, sino una suma de individuos con libre albedrío en su pensamiento. Reunida toda, eso sí, en torno a cuatro siglas: FSSR. Que siga.
P.D.: He de desvelar que fui preguntado hace semanas desde dentro del club por esa posibilidad de 50-55 euros que barajaban. Sostuve que con 30-35 euros hubiera valido, porque no se puede cargar todo en el Día del Club, básicamente porque entonces se deprecia al Femenino y el B y porque puede dar una sensación de castigo a los que no asumieron toda la subida del completo que, por cierto, era excesiva aunque urgida por la coyuntura económica del club.