Hubo un tiempo en el que la trascendencia de Bahía Internacional, la agencia de Petón y Margarita Garay, en la configuración de las plantillas de la Sociedad Deportiva Huesca era muy notoria. De hecho, justo es reconocer que rindieron algunos servicios excelentes en materia de calidad de jugadores, junto a otros más discutibles e incluso algunos inconcebibles no hace tanto tiempo. Se puede esgrimir que los futbolistas son como los melones, pero algo más de ciencia hay en su dulzura final. Pues bien, el verano de la temporada 2024-2025 se ha caracterizado (a falta de poco más de día y medio para el cierre de mercado con improbables movimientos porque los pequeños remanentes en principio se van a reservar para las contingencias invernales) por que por vez primera en años no llega una nueva ficha que tenga debajo la firma de la propietaria del 16 % de las acciones del club (o sociedad anónima deportiva).
En los años precedentes, llegaron con ese origen futbolistas como Seoane, Rubén Pulido, Javi Martínez o Juan Pérez entre muchos otros, y también Manu Rico figura en la plantilla de jugadores de Bahía, que encabeza por valor Mikel Merino con 50 millones de valor de mercado, que precede a Aimar Oroz con 15 y, muy por debajo, el central Raúl Torrente que juega en el Dinamo de Zagreb con 3 millones. De los 125 jugadores que contempla Transfermarkt pertenecientes a Bahía, en realidad son solo 66 los que ahora mismo están en activo, aunque algunos como Christian Rivera, Jorge Pombo o el internacional Vitolo (valorado en apenas 100.000 euros) no tienen club en el que exhibir sus habilidades futboleras.
De la plantilla del Huesca actual, sólo aparecen en esa nómina los aludidos Rubén Pulido, Juan Pérez o Manu Rico, y en este mercado estival no se ha producido transferencia alguna de jugadores de Bahía Internacional, una circunstancia que refrenda las palabras de Manuel Ollé en su última comparecencia en la que explicó que ahora mismo es una agencia más cuyos servicios pueden ser contratados... o no. Esto es, que será la conveniencia para el club la que determine cualquier operación.
Dicho de otra manera, atrás quedan aquellos tiempos en los que en los despachos de Madrid comparecían los máximos directivos del club para reportar y para recibir instrucciones sobre las decisiones que había de tomar la Sociedad Deportiva Huesca. Para fichar o desfichar (¡ay, aquel contrato con Stoichkov al que sólo le faltaba la rúbrica hasta que la voz dijo no!). La omnipresencia de Petón y la mano que todo lo mecía de Garay. O la asunción de que la propiedad del Huesca se llamaba Bahía o Petón, a elegir, en atención a la consecución de la aportación del Gobierno de Aragón para salvar al club a través de la Fundación erigida con aquellos dos millones (de los que la agencia se cobró su comisión en forma de acciones). Una expresión más de que, efectivamente, nos hallamos inmersos ya en una era nueva, aunque tenga su punto de transición por la coyuntura económica en la que la prodigalidad ha dado paso a la austeridad. De aquellos fastos vienen estas facturas.