Lee bien los partidos Antonio Hidalgo. En ocasiones, que suelen fructificar, en los planteamientos. En otras, tras palmar, en la interpretación. Reconoció tras la calamidad de Cartagonova que la derrota había sido un toque de atención... también para él. Y, sin embargo, en Elda, el planteamiento ha acumulado errores aledaños a los de la huerta cartagenera.
El entrenador del Huesca, tan dado a cuidar la psique de los futbolistas porque es fundamental para su rendimiento, necesita urgentemente una reflexión y, si hace falta, con ayuda. Después de las magníficas sensaciones ante Almería y Zaragoza, en el primer caso en cuadro, la recuperación de efectivos ha deparado dos derrotas muy dolorosas. Está pecando el Huesca de cosechar grandes resultados ante los de arriba y pésimos contra los de la parte baja, lo que ha propiciado que la situación no sea trágica pero el drama asome a falta de la avenida de Castellón el domingo. Y los levantinos apuntan alto.
En el cambio de tendencia de este año, El Alcoraz se ha convertido en estadio fortín, pero fuera algunos de los descalabros han sido para retirarse al rincón de pensar. La otrora robustez de la retaguardia se ha convertido en un meme. Un central no puede ceder la responsabilidad al VAR de esos centímetros de forma pasiva (las líneas de la videovigilancia, sostiene mi amigo Carlos, las ha tirado el que las pinta en su pueblo después de tomarse tres tintos) ni dejar un balón de cabeza para que empalme un delantero que ni se había estrenado. Por segunda jornada consecutiva, convertimos futbolistas en sequía en alegrías para su afición por el estreno realizador.
Ya son 1.378 días que el Huesca no es capaz de remontar, pero es que esta noche, aunque haya podido acabar igualando, ha dado sensación de desconcierto. Futbolistas nerviosos, desconfiados de sus posibilidades, adscritos al error, atolondrados, sin entender que cuando sale Gerard -aunque no esté en plenitud- es para nutrirle de balones, no para cargar la fortuna sobre una banda izquierda hoy manifiestamente insuficiente.
Toca recuperación y recapitulación. Después de la exhibición -hasta su injusta expulsión- de Diego González en el eje, existe la alternativa de liberar hacia más adelante a Óscar Sielva y, más allá del anhelado retorno de Soko, quizás sea momento de atrevimiento arriba porque, cuando algo no funciona, hay que buscar nuevas opciones. El equipo es breve y, sin embargo, ha demostrado durante jornadas ante equipos muy superiores que su capacidad es superior a la arrastrada en estos cuatro días horríbilis.
Si no hay en el autobús, es urgente una sesión en el diván para varios jugadores desorientados y para el propio míster. Se ha cumplido una premisa que no siempre llega a término, pero al Huesca le está pasando: cuando juegas mal pierdes. Y hay que analizar el foco para erradicar los problemas. Próxima estación: El Alcoraz. Volveremos a vivir con el corazón en un puño.