En la renovación, ha habido revolución en la Fundación Alcoraz. De ninguna otra manera puede interpretarse, salvo intereses personales o ignorancia deliberada, el cuádruple cambio en el organismo que rige la Sociedad Deportiva Huesca, en el que tan sólo sobrevive el presidente, Manuel Ollé.
El abogado, precisamente, ya explicó en la comparecencia para detallar la incorporación de los nuevos inversores la singularidad de Huesca, donde es la Fundación la que comandaba el club y no, como sucede en otros lugares, la sociedad anónima deportiva la que creaba una fundación con fines que en algunos casos eran compartidos con la Alcoraz, como el cuidado de la base futbolística, el sentido educativo del fútbol o las acciones sociales.
Esa dicotomía, con relaciones complejas en las que había incluso un intercambio de financiación con resultados contradictorios, ya está cerrada con un cambio del mando único tradicional a la colegiación entre los grupos que "ponen la pasta". Un aspecto diferencial y decisivo. Los patronos de la Fundación, siempre propuestos e impuestos por José Antonio Martín "Petón" y Bahía Internacional, exactamente igual que sucedió con el rosario de consejeros del club (desde la superpoblación de hasta diez hasta los últimos cesados o dimitidos como García Capó, Cristina Aranda o Callizo en las sucesivas crisis institucionales), dependerán ya exclusivamente de las dos grandes patas inversoras que han permitido la supervivencia del Huesca.
Quedan fuera del Patronato con el agradecimiento por los servicios prestados Carlos Santolaria, Cuco Lanau y Luis Miguel Ciprés (anteriormente se había dado de baja voluntariamente Juan Blas Pérez), y son sustituidos por Jorge Costa, Ricardo Mur, Alfonso García Vicente y Gemma Alonso (directora corporativa del Grupo Arqa), con el ejercicio como secretario de la Fundación de Antonio García Lapuente, que a su vez ha asumido con su bufete Cuatrecasas los servicios jurídicos de la Sociedad Deportiva Huesca. Concíbase como un puesto importante el de la citada Alonso, que se suma como directiva a los accionistas de los dos grupos.
Es el primer paso para la reestructuración en todo el complejo Fundación-club, que desembocará en la nueva composición del Consejo de Administración que, más que presumiblemente, va a ser muy reducido e integrado por algunos (no todos) de los nuevos patronos junto al presidente, Agustín Lasaosa, en el que los inversores tienen depositada toda su confianza.
De esta manera, mientras prosigue el análisis financiero de las cuentas del club -bajo un control estricto del consejero-delegado, Ricardo Mur- que no se reducen al último ejercicio aunque éste es sometido a un escrutinio para la presentación de los documentos anuales en la Junta de Accionistas, se ha enterrado definitivamente el viejo régimen en una toma de las riendas a velocidad meteórica, y es que en un mes exacto (el anuncio de Ollé fue el 12 de agosto) apenas quedan restos de la antigua estructura y de las viejas políticas que han dado pie a esta plataforma de salvación, en la que imperará la racionalidad sobre el despilfarro y la contención de gastos y búsqueda de nuevos ingresos sobre la sangría sin límite de las tres últimas temporadas.