Hace ya unos cuantos años leí una máxima que puede marcar la vida de cuantos quieran ser generosos. Es de Alejandro Jodorowsky y es un conjunto de palabras muy utilizadas pero que, en su composición, adquieren carácter sublime: "Todo lo que das, te lo das; todo lo que no das, te lo quitas". Añade a la solidaridad y la empatía un interés legítimo. Dar para sentirte incluso egoístamente mejor, consciente de que, si no lo haces, estás renunciando a la cálida sensación de cumplir una aspiración humana y humanística.
Había escuchado hace apenas una hora a Antonio Hidalgo reformular su exigencia a los futbolistas: les exige que den todo... y lo dan. Hasta donde pueden, añado. De retorno en bajada por camino de Cocorón, el grupo de wasap "Huesca sí se puede", conformado por aquellos apóstoles del Huesca que sembraron de seda y de exigencia los corazones de los futbolistas la pasada temporada, han aportado su dosis de reflexión. Siempre lo hacen. No es -sólo- que sepan mucho, es que aman mucho al club y, por tanto, por él lo dan todo asumiendo incluso la incomodidad de largos desplazamientos. Como dice el entrenador de los jugadores. Como tantos y tantos seres de luz a los que muchas veces no vemos por estar concentrados en nosotros mismos, como burros con orejeras.
Estaban razonablemente enfadados con la gelidez ambiental de esta tarde ante el Castellón, en la que lo que ha acaecido sobre el césped ha dependido de lo que han hecho los que pisan el verde. La afición más ruidosa, sin duda, ha sido la del club de Castalia, que esta tarde ha sido fiel siempre sin reblar. Nos han robado nuestro FSSR.
Partiré siempre de la libertad del respetable, pero en términos incluso de rentabilidad los pitos a Joaquín Muñoz han podido resultar ruinosos. Es como si encargas una función a un trabajador y lo primero que le aseguras es que va a fracasar. ¡Porca miseria! Y el abandono a unos futbolistas agotados (fruto de un calendario demencial y de la cortedad obligada de la plantilla) no contribuye al objetivo que un abonado se fija cuando hace un sacrificio económico. No es una subvención a fondo perdido, sino una inversión para ver el mejor espectáculo y zambullirse en él para disfrutar.
Por supuesto que esta tarde hemos visto a un equipo agotado físicamente al que le ha salvado el cancerbero de siete cabezas que es Dani Jiménez y la fuerza de la naturaleza que es Patrick Soko. Pero para llegar a la meta necesitamos una afición capaz de ganar puntos, como en los mejores tiempos. Es cuestión de supervivencia. O todos lo damos todo, sin necesidad de renunciar a la exigencia a la dirigencia del club, o comprobaremos que no sumar no sólo no es neutro, sino que resta.