“Me hace mucha ilusión haber sido la primera mujer oscense y aragonesa en acabar la prueba”, ha dicho Silvia Ferrer tras ser la pionera femenina en completar la París-Brest-París este jueves. Deportista nata, “reconvertida” al cicloturismo, ha recogido el guante que le lanzó Miguel Ramón cuando hace unos años le dijo “puedes ser la primera mujer de Huesca y de Aragón que la haga”.
Aquello fue un reto. Le entró a fuego. Hasta su padre, Jaime, ya vio venir el “gusanillo” que le entraba en el cuerpo. “Si la he hecho es porque Miguel me lo dijo. Yo vengo del mundo de la competición y de haber luchado por ser la mejor. Y como deportista competitiva que he sido, me dije a mí misma que tenía que hacerlo. Pero no como reto competitivo, porque eso no me interesa ni me preocupa a estas alturas de mi vida. Pero ser la primera mujer en hacerlo, sí que me motivó. Y el objetivo era acabarla. Ya he competido mucho en otros ámbitos del deporte y este es otro mundo, el del cicloturismo, no es ciclismo de competición”, afirma, y muestra orgullo y satisfacción al tiempo que ve una puerta que se abre para las mujeres. “Me ha gustado ser la primera mujer, pero me gustaría tanto o más que se atreviera más gente a hacerla. Porque esto hay que hacerlo, aunque sea una vez en la vida”.
Desde que se puso en la línea de salida empezó a observar lo que había a su alrededor. “Lo podía haber hecho en menos tiempo -al final le han salido poco más de 87 horas- pero hemos disfrutado y acabado en tiempo. Es una prueba muy dura, con muchos toboganes, y super calurosa. Pero hemos dormido y también hemos tenido momentos de bajón, el peor la última noche, seguramente por el cansancio acumulado y porque el día anterior había comido una crêpe de chocolate que me sentó mal”.
Pero, siempre positiva, “me quedo con lo bueno y me ha encantado”. “Desde que llegué y vi el percal que había me dije que no podía volver a Huesca sin hacerla. Te encuentras con gente de lo más variopinta, bicis de lo más antiguos, ciclistas con chancletas… Tenía claro que había que acabar. Nos hemos encontrado con un ambiente y una gente increíble en todas partes. He ido a disfrutar y me lo he pasado en grande a pesar de que era dura. También, por qué no decirle, ha habido momentos en los que me picaba para pasar a alguno que se me ponía por delante”.
EL APOYO DE PEPE HERRERA
Ha sido fundamental, y así lo proclama Silvia y también Javier Escario, el apoyo que han tenido ambos de Pepe Herrera, que ha tenido que hacerse sitio por carreteras paralelas pero distantes de la prueba para el transporte de material y preparado de alimentación y ropa. “Se aprende un montón, a mi me ha gustado mucho. Y eso que me ocupaba de lavar la ropa, las luces, la comida, viajar de ciudad en ciudad, comer poco y dormir menos”, comenta Pepe, pareja de Silvia, que se ha quedado con las ganas de pedalear. “Veremos dentro de cuatro años… pero mi intención es la de hacerla pedaleando. Así que si la hacemos los dos tendremos que buscar apoyo”, advierte.
Y Silvia rompe una lanza a favor del respaldo de Pepe. “Ha sido clave, te da seguridad y tranquilidad. El tiempo que pierdes lo ganas en disfrutar más de la prueba. Saber que tienes esa apoyo cuando ves gente durmiendo en las cunetas, en los bancos, encima de una mesa… parecía que estaba todo lleno de cadáveres…”.
Mientras empieza la cuenta atrás por si llega una nueva París-Brest-París dentro de cuatro años, el espíritu aventurero de Silvia Ferrer le puede llevar hasta otras experiencias. Incluso en tierras francesas ya han recabado información de una Londres-Edimburgo que hay el próximo año. “Ya la estamos estudiando”, apostilla Silvia.