Sociedad Deportiva Huesca: convencerse de que la arruga es bella

dos reveses que no han de ser una cura de humildad, sino un manual de instrucciones para entender que el camino es tortuoso

14 de Septiembre de 2024
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Once del Huesca, una revolución parecía. Pero es que la arruga también existe
Once del Huesca, una revolución parecía. Pero es que la arruga también existe

La Sociedad Deportiva Huesca tuvo su etapa glamurosa. Era la niña bonita, el benjamín al que todo el mundo reía las gracias, la chica guapa a la que todos admiraban, el galán apuesto capaz de seducir con su sola presencia. Fue la "belle époque", hace algo más de un lustro, pero también de esa era histórica se salió en medio de algunas frustraciones.

Estamos en otro momento y existen dos posibilidades: o lo aceptamos o el grado de desengaño se puede hacer insoportable para los ventajistas o para los agoreros. Hoy, hemos de pensar que la arruga es bella, expresión atribuida -porque la pronunció- a Adolfo Domínguez pero que, como todas las palabras, ha sido dicha de diferentes maneras por grandes literatos, quizás la más hermosa la de Simone de Beauvoir cuando aseguraba que las arrugas de la piel son ese algo indescriptible que procede del alma.

Los tres primeros partidos de la temporada no fueron un espejismo, sino una realidad. Eran tan poliédricos que se podían mirar desde distintos ángulos. Desde el de la posesión, hubiera parecido que había sido la fortuna la que había deparado los nueve puntos. Sin embargo, desde las ocasiones, en los tres casos los resúmenes de La Liga revelaban que los de Hidalgo generaban más oporcunidades que sus rivales.

Ahora, han llegado dos reveses que no han de ser una cura de humildad, sino un manual de instrucciones para entender que el camino es tortuoso y que todos habremos de estar muy juntos para salvar los instantes ingratos. El Huesca es un equipo humilde por presupuesto, pero también por valores. Comprenderlo puede contribuir a optimizar los rendimientos. Crecerse fatuamente simbolizará el riesgo de la irrealidad. Y empujar contra el carro de todos sólo servirá para retratar a los agoreros.

A mí tampoco me ha gustado el partido de la Rosaleda, ni el planteamiento de Hidalgo (claro, para esto hay una expresión muy aragonesa de "vistos los cojones, macho") pero existe una decisión que nuestro libre albedrío nos permite y que, de paso, genera fluidez para concebir los altibajos colectivos e individuales. Arrugar una frente precisa de cuarenta músculos. Sonreír sólo quince. Y no estamos para derroches. Así que, sonrisa y a por el siguiente. Porque la economía dice que la imperfección ayuda a mejorar. A jugadores, al entrenador, a directivos y a afición, todos perfectibles.

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