La UD La Fueva revivió este pasado sábado el histórico ascenso que logró hace justo dos décadas a Tercera División. No habrá ahora siquiera los seiscientos habitantes que había en el valle en aquel año de 2003 con Manolo Garcés en la presidencia. Una tarde cargada de emociones la que se vivió con un encuentro entre jugadores de aquel equipo de Tercera y del que había logrado el ascenso desde la Regional Preferente. Una treintena de futbolistas que en buena medida se encargaron de juntar Oscar Encuentra e Ismael Lanau, dos auténticas instituciones de la historia del fútbol fovano.
“Fue todo muy bonito y emocionante. La gente que estuvo jugando en La Fueva se marchó con un recuerdo muy bueno y positivo y agradecieron todos el buen trato que recibieron en su momento y las excelentes relaciones que hicieron y dejaron”, destaca el actual presidente del club, Antonio Araguás.
Hay que rebobinar un poco y quienes hemos tenido el gusto de conocerle podemos aseverar lo buena gente que es Araguás. Un futbolista de talento que aterrizó en el Huesca juvenil y fue catapultado al Deportivo de La Coruña. Tras su paso por la entidad gallega, el Super Depor entonces, retornó al Huesca en su año más crítico, dirigido primero por Pedro Polo y luego por Garde, salvado in extremis del descenso a Preferente en la última jornada en Ejea. Siguió el año siguiente pero mediada la temporada decidió volver a sus raíces, a La Fueva. Y en casa, excepto un año que estuvo en el At. Sobrarbe, continuó jugando hasta que colgó las botas.
Y la campaña pasada, ante la ausencia de candidatos y consciente de que es fundamental tener presidente y directiva para que haya fútbol, decidió dar el paso al frente para acceder a la presidencia del modesto equipo que milita ahora en Segunda Regional. “Es un cargo muy codiciado”, dice con una sonrisa.
Volvemos a este último sábado. Dentro de las emociones, una de las importantes fue el homenaje que se rindió a la figura de Román Ángel Castillón, que falleció a causa de la Ela. Su cuñado Valentín Clavería, fue quien recibió en nombre de la familia sendas camisetas para los dos hijos de Castillón y también un obsequio elaborado por los niños de Valentia. También cada uno de los protagonistas del encuentro recibió una camiseta conmemorativa del aniversario.
En el mismo campo hubo un picoteo y la fiesta continuó con la “cena del socio” que anualmente organizan de forma conjunta la UD La Fueva y la Asociación Cultural A Redolada. “Se nos hizo muy tarde”, indica Araguás. Y es que la velada dio para recordar las batallas de aquellos años. Ese ascenso logrado desde la Preferente con José Ramón Buesa en el banquillo, la importancia que tuvo saber mantenerse en Tercera la campaña siguiente (2003-04) con Valerio primero y Pedro Naya después de entrenadores. Y en la segunda temporada de Tercera -que ya era todo un hito-, con Antonio Díaz, no se pudo evitar el descenso. Dos temporadas en las que Ángel Supervía ocupó el cargo de presidente.
Y siempre en el club el gran capitán Ismael Lanau, que superados los 50 tacos aún lucía sus galones con la misma pasión, orgullo y juventud del primer día. Todo un ejemplo a imitar y una referencia.
“NECESITAMOS UN CAMPO DE CÉSPED ARTIFICIAL”
Como canterano de La Fueva y ahora presidente, Antonio Araguás reivindica la imperiosa necesidad que tiene la comarca de un campo de césped artificial. La explicación es sencilla. El fútbol base tiene en la Escuela Deportiva Sobrarbe el motor que le da vida. Hay un centenar de chicos y chicas que juegan al fútbol pero que no tienen dónde entrenar en condiciones. “Hasta ahora vamos mendigando campos porque en invierno está todo muy mal”, lamenta Araguás, que también pone el acento en el escaso apoyo institucional que hay.
“Es una instalación que necesitamos para poder entrenar en condiciones dignas. La Escuela Deportiva está haciendo una labor tremenda y juega sus partidos entre La Fueva y Boltaña. Pero las condiciones de trabajo son lamentables. Es una labor de formación con el hándicap de no disponer de un campo. Y nadie se quiere mojar”, concluye Araguás, con la esperanza de que sus palabras no caigan en saco roto.