La carnicería 'Hija de Amado Ara', un negocio emblemático de Huesca que ha estado en funcionamiento desde 1876, cerrará sus puertas, definitivamente, el 14 de septiembre. A pesar de que la familia Rivera ha gestionado la tienda durante décadas, el nombre original del establecimiento se ha mantenido como un tributo a su fundador.
Carlos Rivera, su esposa, Chonín Loriente, y Carlos Javier Rivera Loriente, hijo de ambos, se van despidiendo de la clientela estos días, con la satisfacción de cerrar una etapa de la vida en la que han sido muy felices, a pesar de que también han afrontado momentos duros.
Carlos Rivera comenzó a trabajar en la carnicería como aprendiz el 2 de noviembre de 1970, bajo la dirección de Pedro Samitier. La tienda siempre ha pertenecido a los herederos de Amado Ara, una familia que ha mantenido la tradición de la carnicería. El 2 de enero de 1992, la pareja tomó el control del negocio como propietarios, donde han trabajado durante 32 años, creando una estrecha relación con sus clientes, siempre fieles, y adaptándose a los cambios en el mercado.
A lo largo de los años, la carnicería pasó de vender solo carne y salchichas a ofrecer productos elaborados como hamburguesas, muslos de pollos rellenos y redondos de ternera rellenos de setas y foie, entre otros. Chonín Loriente comenta sin vanidad que, posiblemente, la clientela echará de menos las espaldas rellenas estas Navidades.
La evolución del establecimiento, ubicado en la plaza López Allué, ha sido posible gracias al trabajo en equipo de la familia. Sin embargo, con el tiempo, el equipo se ha reducido, y Chonín, que ha alcanzado la edad de jubilación, ha decidido que es el momento adecuado para retirarse. Y está encantada.
El trabajo en la carnicería ha sido duro y sacrificado, y se ha sacado adelante a base de mucho esfuerzo, con jornadas que comenzaban a las 4:15 para preparar productos como morcillas y preparar el mostrador. Después, toda la mañana sin parar y, por la tarde, más.
De la clientela sólo hablan maravillas. "Es muy normal, muy maja, charlamos, nos contamos cosas, hablamos de cocina, de los hijos, de todo", dice Chonín, para reconocer, de nuevo, que está muy cansada ya y su esposo, con 68 años, lleva ya tras con una jubilación activa. El 29 de septiembre se jubilarán los dos.
El negocio, no obstante, cerrará definitivamente unos días antes, el 14 de septiembre, para abrir la puerta a una nueva etapa en sus vidas. La dureza del trabajo, las pocas vacaciones y la responsabilidad constante que implica ser autónomo pesan mucho. Aunque siente un poco de pena por dejar el negocio, también muestra entusiasmo por las oportunidades que la jubilación traerá.
A pesar de que algunas personas han sugerido a Carlos hijo continuar con el negocio, la decisión ya está tomada y sin nostalgias ni tristezas. También él comenzará una nueva aventura vital, que aguarda con muchas ganas.
En el escaparate, hay un mensaje de despedida, que lanzan al corazón de sus clientes: "Por cada corte, una historia; por cada sonrisa, un lazo forjado; por todos estos años juntos".