Cómo evitar convertirse en mula digital tras ser ciberestafado

La eventual responsabilidad penal de una víctima de ciberestafada

Consultor de Ardiciber
19 de Marzo de 2024
Criptomonedas

Martes. 9:05 a.m. Al poco de iniciar su jornada laboral a Manuel le entra un Whatsapp en su móvil desde un número extraño, (más adelante se comprueba que es un prefijo de Camboya):

  • “Hola Kevin, ¿éste es tu número?”
  • “No, disculpa. Te equivocas, me llamo Manuel.”
  • “Lo siento, me he equivocado  espero no haberle molestado, discúlpeme.
  • “Ok, no pasa nada”
  • “Gracias por su comprensión, mi nombre es Bella, y usted?”
Conversación en este caso

Y así es como empieza una estafa que acaba con los ahorros de Manolo.

Gracias a las técnicas de persuasión de los estafadores y tras una larga conversación que puede llevar días o incluso semanas, la estafadora, que ya ha conseguido hacer creer a Manolo que trabaja en una agencia inversora en criptomonedas, logra que el propio Manolo decida invertir en la empresa de Bella una cantidad pequeña de 300 euros para ver si su nueva “amiga” Bella es tan profesional como asegura ser en este mundillo.

Bella le ha asegurado que en una semana verá duplicada su inversión inicial. Manolo no está convencido, pero para él 300 euros no le supone mucho esfuerzo económico y decide transferir su dinero al IBAN de un banco español que le pasa Bella.

Durante la semana que pasa, Manolo continúa wasapeando con Bella en ratos libres, compartiendo sus gustos y aficiones, hasta que Bella le dice que ha consultado la inversión realizada y que ha comprobado que el saldo no se ha revalorizado hasta los 600 euros, ¡¡¡sino que supera los 1.000!!!

Manolo sigue desconfiando, no cree que tanta plusvalía sea posible, aunque sabe que el mercado crypto es muy volátil, por eso se sorprende cuando Bella le pregunta retadora:

  • “¿No me crees, verdad? Pues mañana recibirás en tu cuenta bancaria, desde donde me transferiste los 300 euros hace una semana, un ingreso de 1.000 euros en concepto de inversión en Cryptomonedas. Son tus ganancias, no las mías, ¡¡enhorabuena!!”

Manolo, aunque desconfía, al día siguiente accede a la banca digital de su banco de toda la vida y comprueba sorprendido que, ¡¡efectivamente!!, en su cuenta hay un ingreso de 1.000 euros que pone como concepto “Inversión en Criptomonedas”  junto al nombre de la empresa de Bella tal como ésta le vaticinó.

Rápidamente, Manolo contacta por WhatsApp con su ya amiga Bella para informarle de que efectivamente le han llegado los 1.000 euros.

  • “¿Lo ves, Manolo? Dudabas de mí, ¿verdad?” (le reprocha en tono amistoso Bella acompañando la frase con emoticonos de carita sonriente).
  • “Pues disfruta de tu dinero, ¡es tuyo!”
  • “Gracias Bella, invitaré a mis amigos a cenar este fin de semana”.
  • “¿Y si lo reinviertes?”, le pregunta Bella. “Yo creo que en otra semana te lo puedo volver a doblar”.
  • “Además así me ayudarías a cobrar una comisión y quedaré bien delante de mi jefe. ¿Me harías ese favor, Manuel?”
  • “Vale, dice Manolo. ¡¡Reinvierto los 1.000 euros!!”
  • ¿Quieres añadir algún fondo más a la orden de inversión?
  • “Bueno, que sean 1.500 euros, así te sacas una comisión mayor.”
  • “Gracias, Manuel. ¡¡Eres un sol!! (carita sonriente y beso con corazón)”

Tras ordenar hacer la transferencia de 1.500 euros a la misma cuenta bancaria que le dio Bella inicialmente, Manolo recibe a los 7 días un ingreso de 3.000 euros en su cuenta bancaria, con el mismo concepto que el anterior.

En semanas posteriores, Manolo fue reinvirtiendo sus ganancias en el mercado crypto y añadiendo fondos de sus propios ahorros, cancelando para ello un depósito a plazo que tenía al 2% en su banco, fruto de sus ahorros de toda la vida.

A las pocas semanas los 10.000 euros que transfirió se convirtieron en un reintegro a su cuenta de  20.000 a los pocos días. La reinversión de 25.000 euros se convirtió en otro reintegro de 40.000 euros a la semana siguiente.

Incluso ofreció a sus amigos participar en este chollo aumentando las cantidades a reinvertir con las aportaciones de sus amigos que elevaron la siguiente cantidad a transferir a 60.000 euros, cifra que se convirtió a los pocos días en un reintegro en su cuenta de 80.000 euros, momento en el que Bella le dice que la próxima reinversión se tendrá que hacer a través de la cuenta bancaria de su sede central porque para reinvertir cantidades superiores a 80.000 euros lo tienen que hacer desde otra cuenta bancaria, y es a esta nueva cuenta a la que transfiere los 90.000 euros que ha conseguido reunir entre reinversiones de beneficios, sus propios ahorros y las aportaciones de sus amigos.

Al  día siguiente Manolo recibe una llamada en su móvil desde un número extraño.

  • Buenos días, ¿es usted Manuel X con DNI 00.000.000? Acuda inmediatamente a comisaría, por favor.
  • Es que ahora estoy trabajando, ¿es grave?
  • Sí. 

Cuando Manolo acude asustado a la comisaría de su ciudad se encuentra con que ha sido denunciado por recibir en su cuenta dinero procedente de ciberestafas, más concretamente varias transferencias de 1.000 euros, 3.000 euros, 20.000 euros, 40.000 euros y 80.000 euros, que un señor de Alcorcón ha denunciado que se han recibido en la cuenta bancaria de Manolo.

  • “¡¡No!! ¡¡Esas son las reinversiones que me hace una empresa financiera por mis inversiones en el mercado de Criptomonedas!!”, exclama Manolo ante los inspectores.
  • “¡¡Tengo los justificantes de las transferencias!!”, balbucea entrecortado
  • “No, señor, usted no está invirtiendo en ningún mercado de criptomonedas, ni desde luego esas transferencias provienen de reintegros de inversión alguna, sino de un señor de Alcorcón que le ha denunciado por estafador”, le confirma el inspector.

Lo que realmente ha sucedido es que Manolo ha estado recibiendo en su cuenta bancaria el capital estafado a un señor de Alcorcón que ha presentado una denuncia contra él por el delito de ciberestafa, pero lo peor es que además, dado que Manolo ha transferido esos fondos a otras cuentas, se le va a acusar de otro delito, concretamente el de blanqueo de capital en su modalidad de imprudente, penado con de 6 meses a 2 años de multa, multa del triple de lo blanqueado y devolución del todo el capital blanqueado a la víctima, todo ello, según el artículo 301.3 del código penal.

Es decir, no solo le han estafado a él y a sus amigos, perdiendo todo lo “invertido” sino que también se enfrenta a una condena de cárcel, a una multa y además a indemnizar a las víctimas de ciberestafa que transfirieron engañadas su dinero a la cuenta de Manolo, por haber transferido esos importes estafados (junto con el del propio Manolo y el de sus amigos) a una cuenta controlada por los estafadores en Lituania con su última transferencia de 90.000 euros, la cual será prácticamente imposible de recuperar.

Pero lo más increíble de esta historia es que, en un giro inesperado de los acontecimientos y que resultaría hasta gracioso si no fuera por la gravedad de los hechos narrados, al analizarse las cuentas bancarias relacionadas con el caso, ArdiCiber ha comprobado que las transferencias que Manolo hacía, creyendo que estaba reinvirtiendo el dinero generado con sus inversiones, iban destinadas a la cuenta bancaria del señor de Alcorcón.

Es decir, que de forma idéntica y simétrica a como Bella engañó a Manolo con los falsos reintegros de inversiones, a la vez estaba engañando al señor de Alcorcón diciéndole que los ingresos procedentes de la cuenta de Manolo eran los beneficios generados por sus inversiones en criptomonedas.

En resumen, lo estafado al señor de Alcorcón se blanquea a través de la cuenta de Manuel, mientras que lo estafado a Manuel se blanquea a su vez a través de la cuenta del Señor de Alcorcón, y de tal manera ocurre que ambas víctimas de ciberestafa se acaban denunciando mutuamente entre sí por estafa y blanqueo de capitales, mientras los delincuentes disfrutan del dinero estafado a orillas del Báltico, reeditándose así el pasaje de la clásica fábula en la que dos liebres discuten sobre si los perros que se abalanzan sobre ellas para cazarlas eran galgos o podencos.

La moraleja de Ardiciber

La moraleja que ArdiCiber traslada a la ciudadanía es:

“Se prudente en la vida real y aún más en tu vida digital”

Y más concretamente, en lo referente al caso relatado:

1.- DESCONFÍAR de los mensajes de wasap, o de cualquier otro medio de comunicación digital, que nos lleguen de personas que no conozcamos, o incluso de personas que conozcamos pues pueden éstos haber sido suplantados. (“Estafa del falso familiar”)

2.- REVISAR diariamente nuestras cuentas bancarias para detectar movimientos no identificados, tales como cargos no autorizados o ingresos sin identificar la procedencia.

3.- En caso de detectar ingresos no autorizados, como por ejemplo Bizum, NO REENVIAR transferencias a cuentas bancarias de personas que no conozcas por mucho que se pongan en contacto contigo para exigirte que lo hagas.

4.- DAR siempre orden a tu banco de retroceder la transferencia indebidamente recibida a la cuenta de origen desde donde llegó. En caso de duda, no hay que hacer nada hasta aclarar de dónde vienen esos fondos. Es mejor que te acusen de apropiación indebida por no devolver un dinero que has recibido por error, que de contribuir al blanqueo de capital estafado a terceros.

5.- Si ves que en tu cuenta bancaria, además de ingresos sin identificar, hay salidas a cuentas que tú no has hecho, hay que EXIGIR a tu banco que inmediatamente SE BLOQUEE tu cuenta y a continuación DENUNCIAR los hechos en comisaría, ya que las credenciales de tu cuenta bancaria han sido comprometidas  y está siendo utilizada para blanquear dinero procedente de estafas.