Cómo acabar con los tóxicos de las empresas para evitar el contagio destructivo, a debate en Eboca

Reflexión entre las reacciones a la presencia de psicópatas en las organizaciones, desde las visiones utilitaristas hasta las buenistas y las moralistas

01 de Abril de 2025
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Cómo erradicar los tóxicos en las empresas: reflexiones en Eboca

"Los tóxicos nos impiden crecer, los buenos profesionales no tiran para arriba. Los tóxicos crecen a costa de los demás. La buena gente crece haciendo crecer a los demás. Con ser buena persona no es suficiente para ser un buen profesional. Pero nuestros líderes y nuestros referentes solamente pueden ser los que suman profesionalidad y buen hacer, no se puede ser un buen profesional si no se es buena persona. Un head hunter, buen amigo, me contó una anécdota que viene a cuento sobre alguien a quien en el ismo momento le dieron su bonus e ipso facto le despidieron. El bonus era por los resultados, el despido era por cómo los había conseguido".

Sobre un artículo de Xavier Marcet, presidente de Lead for Change, titulado "De tóxicos y de resultados", se ha articulado la tarde de este lunes un encuentro para la reflexión y la acción de un grupo de quince empresarios y profesionales especializados en distintas disciplinas que han departido en Eboca, con su presidente, Raúl Benito, como anfitrión y conductor, en torno a una de las actitudes determinantes de la evolución de las compañías y de las organizaciones. ¿Cómo actuar ante un tóxico con poder? ¿Como un moralista que demandará tacto para echarlo con una buena indemnización y un pacto de no competencia? ¿Como un buenista proveedor de más y más oportunidades con una fe infinita en el ser humano? ¿Como el utilitarista que sostendrá que hay que mirar hacia otro lado por su rentabilidad económica? Todo desemboca en el "mal menor", que se navega entre el pragmatismo de los resultados o el imperio de los valores.

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Raúl Benito ponía en contexto la cuestión sobre el libro "El psicópata integrado en la familia, la empresa y la política: Claves para neutralizarlo" y sus características: gran aplomo para hacer el mal, el mito de su inteligencia superior, la discapacidad en la esfera espiritual de los valores, el peligro del efecto contagio en la organización y la raíz de base genética que se desarrolla en mayor o menor profundidad según el ambiente.

Una estadística para la incertidumbre: en una organización, el 1 % son psicópatas puros, el 5 % parcialmente y, en dos sectores como son la política y las finanzas, el porcentaje se dispara hasta el 15 %.

A partir de esta exposición, una pregunta por una de las participantes: ¿Cómo hacemos cuando aparecen y aparentan dar buenos resultados? Ahí entra la casuística señalada por Marcet. Y un riesgo añadido para la acción frente al psicópata o tóxico. "Es una persona que no tiene escrúpulos, no es fácil de llegar y hay que elegir entre la acción y la omisión". Pero, al final, se derivará en una "cuestión de sostenibilidad en la empresa y de la empresa".

Un avezado empresario inicia el encuadre del peor tóxico en la empresa: el cenizo, que en su compañía se identifica para evitar su captación para integrar la nómina de empleados por su efecto indiscutiblemente "contagioso". Otro, con larga experiencia en materias de responsabilidad social, llega más lejos en la dicotomía: "Así como hay apóstoles que ayudan a engendrar una atmósfera humana y productiva, los psicópatas son terroristas que todo lo destruyen a su paso"

El tóxico ha de ser identificado en un cuadro psicológico nítido: es narcisista, ególatra, negativo, "cenizo" y especializado en dinamitar la convivencia. Se generan culturas nefastas.

Un experto en el reino de la naturaleza sentencia que "el único animal que hace el mal sin esperar beneficios es el hombre". Ahí salta otra diferenciación: entre el cenizo que encuentra tres problemas para cada solución, que puede incluso llegar a ser recuperable -o no, que diría el gallego- y "el cabroncete, el malo per se", que merece el exterminio.

En el ambiente liderado por un psicópata, se producen dos efectos: el contagio y la depresión, que se constata cuando el tóxico toma vacaciones y sale el sol para todos los demás.

Una recomendación fundamental es la utilización de la psicología en la contratación, que contribuye a dar luz cuando el psicópata es eliminado y se opta por la plasmación de los valores en el fichaje que sustituye. Es "hacer reset de la sociedad, que empieza a planificar su estructura".

En esa dirección, un experto de los recursos humanos sostiene que, sobre los valores impregnados por los empresarios, hay cuatro modelos de empleados: el que desempeña un buen trabajo y está alineado; el que está alineado pero su desempeño es menos eficiente; el no alineado y con una funcionalidad mediocre; y el tóxico. Puestos a elegir, hay que echar prioritariamente a este último, conscientes de que, cuanto más crece la organización, más invadida se ve por los psicópatas.

Una conclusión interesante es que la coherencia en la cultura de una organización hace incompatible la presencia de los tóxicos, y si el ser supremo insiste en creer con él es que éste es un "toxicómano", adicto a las ventajas de un psicópata "eficaz" aunque la vara de la eficacia sea errónea en la comparativa de sumas -su aptitud- y de restas -su actitud magnética para sumar adeptos a su posición y eliminar toda motivación del resto-. No en vano, a la suma de "cenizos" se añade la desincentivación organizativa generalizada.

Sale a la palestra el libro Las Cinco Disfunciones de un Equipo que propone un modelo para un grupo cohesionado y eficaz a través de un relato en el que se retrata un equipo disfuncional aquejado de falta de confianza, miedo al conflicto, carencia de compromiso, evasión de la idea de rendir cuentas y desdén por los ressultados.

Al final, un psicópata es un "buen manipulador y vendedor" que sólo encuentra freno si los máximos dirigentes de la organización cogen el toro por los cuernos y se erigen en reales "entrenadores" del conjunto de la compañía.

Esto es, aun con diferentes percepciones y respuestas, la idea es erradicar la psicopatía y la toxicidad de las organizaciones renunciando a visiones falsamente buenistas y utilitaristas porque el problema requiere un buen jardinero que arranque de raíz las malas hierbas después de observar su efecto desastroso sobre la planta.

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