Cristina Luque, El Rinconer y La Miel de Cris en Huesca, artesanía jubilosa de una tienda joven "y disfrutona"

La joven oscense ha evolucionado su negocio a través de sus pasiones con el trasfondo de su pensamiento: "Dejar un mundo mejor del que me encontré"

16 de Mayo de 2024
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El Rinconer de Cristina Luque en Huesca, una tienda disfrutona

Del emprendimiento por necesidad a la vocación "disfrutona" sólo media un proceso de maduración en la que las propias inquietudes van guiando el camino hacia la obra personal de una vida. Es lo que le ha sucedido a Cristina Luque, erigida en institución comercial en el Barrio de Santo Domingo y San Martín con El Rinconer en la Travesía Ballesteros y en reina de su universo apícola. Como las abejas, ha pecoreado de aquí y de allá para erigir un proyecto en camino permanente. Este jueves 16 de mayo, precisamente hoy, sopla 40 velas con una risa abierta y una palabra para cada clienta, para cada miembro de su particular comunidad.

Cristina dio un paso al frente hace trece años, aunque la tienda es "exultantemente" joven. "Una idea loca en un tiempo en el que parecía que se estaba hundiendo el país, en crisis. Yo dije: a mí me da igual, yo voy a emprender, yo voy a salir adelante y decidí montar El Rinconer. Desde entonces, fui día a día, vendiendo productos artesanos de la zona en pastelería, panadería, repostería y otros como vinos, encurtidos, patés... Todo de La Hoya y el Prepirineo oscense".

POR UN MUNDO MEJOR

Cinco años más tarde comenzó con su pasión por las abejas, por la apicultura, pero con el trasfondo de la idea "de dejar un mundo mejor que el que me encontré al nacer". Inició la "pequeña labor de cuidar a las abejas, hasta un momento en que la cosa se fue complicando, empecé a tener mucha miel. Y ya que tengo El Rinconer, voy a venderla aquí. Una pequeña producción. Al principio era para la familia y los amigos, luego se fue extendiendo a mis clientes. Y todos venían pidiendo "la miel de Cris, la miel de Cris", y por eso le llamé así". Hoy, con más complejidad, comunica a través de su web y de las redes sociales.

En tiendas de Huesca, el Prepirineo y otros lugares de la provincia vende La Miel de Cris. Se produce un intercambio de apoyos con otros productores. "Queremos que disfruten de las bondades de Huesca, que nos tenemos que poner en valor, y poco a poco vamos creciendo como empresas y emprendedores. Siempre estamos intentando innovar con los productos, como el cruasán de lotus, kinder, pistachos, en salado canapés y empanada de atún". El escaparate es un gozo para los sentidos. Y además Cristina agrega su toque, una especie de orfebrería comercial, colocando cada pastita con una delicadeza exquisita. 

Al final, sostiene con una seguridad que convence, "El Rinconer y La Miel de Cris no serían nadie sin los clientes, sin los proveedores, sin toda esa red de apoyo, de familia, de amigos que entienden el montón de horas y el sacrificio que conlleva llevar esto adelante". Influye su propio hábitat, el barrio, en el que se ha criado y al que adora. Imprime carácter San Martín.

Retornando a las abejas, destaca la sensibilidad de estos animalitos que padecen cualquier cambio en su ecosistema. Afecta el clima, la contaminación, "el abejaruco que nos achicharra porque es un pájaro precioso pero evidentemente come abejas", la avispa asiática "velutina" que es un problema en crecimiento y el cambio meteorológico aunque este año en Huesca las lluvias hayan sido generosas.

"La apicultura es algo pasional". Se ha convertido en toda una autoridad. Explica, entre cliente y cliente que interrumpe (para alegría de todos) la entrevista, que la variedad floral de la miel depende "del mes de cosecha y la zona. Si recogemos un tipo de miel como la de romero antes de que abcra otra flor, sería de romero, y si es de tomillo pues lo mismo. En épocas de todas las flores abiertas, la denominación es mil flores, multifloral. Pero siempre hay tonalidades y matices por la zona, por el mes de cosecha y el toque de cada apicultor, que lo importante es que sea una miel artesana, natural y cruda".

Con el paso del tiempo, se queda cristalizada y dura, lo que certifica que es "crudita y natural. La que se ha sometido a un proceso de calor, de pasteurización, va a perder las propiedades y además no se va a quedar nunca dura".

Incide en la razón de ser de este pequeño insecto. "Las abejas nos hacen un doble favor, porque están polinizando toda la zona y esa biodiversidad que necesitamos paa nuestra supervivencia. Ya no sólo en los campos de cultivo, almendros, cerezos... Nosotros tenemos miel de Bolea. También es bueno para los animales herbívoros para que puedan subsistir, y los carnívoros que luego se comen a esos animales. Al final, es una cadena que necesitamos para subsistir. Por eso dicen que si las abejas murieran, tardaríamos tres años más o menos en dejar de existir".

ACEITE PROPIO

En esa mente y ese cuerpo inagotables que no dejan de bullir ideas que ejecutar, se ha colado otro producto, que es el aceite de olivos propios de las variedades arbequina y picual. "Uno de los productos a los que tengo muchísimo amor es un proyecto personal en el que tenemos las oliveras aquí, en el barrio de Santo Domingo y San Martín. Recogemos el producto del árbol directamente, lo mandamos  moler, lo envasan y aquí tenemos oro líquido. Es un color... Y mucho cariño. Al final es como la miel: cositas de amor".

La sonrisa es el espejo del alma, igual que las palabras con las que envuelve en seda reconfortante la relación con los clientes. Lo reconoce. "Soy muy disfrutona. Empecé por hobby, sin pensar que esto se pudiera complicar tanto, y ahora trabajo y tengo la suerte de dedicarme a mi pasión. Ya no es tanto trabajo. Sí que es verdad que es una lucha, un esfuerzo, una constancia, pero es algo que te gusta. ¡Qué mejor que poderte dedicar a lo que te gusta!".

Como buena emprendedora, amparada en su espíritu observador y curioso, ya atisba nuevos proyectos, siempre pecoreando de acá y acullá, como sus abejas. "No puedo contarlo. En unos meses podremos hablarlo. No es algo lucrativo, es para ayudar a terceros". Compás de espera para un alumbramiento muñido desde un rincón especial, El Rinconer de Cristina Luque.

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