José María Costa Casas, fragatino de 87 años, ha exhalado su último aliento rodeado de su mujer, María Cerezuela Alcaine, y sus hijos Jorge, Eduardo, Esther y Marta. Hasta ayer disfrutó con ellos de la compañía en la mesa, y con su carácter recio y afable había expresado la incomodidad porque percibía una resistencia de la parca a demorar su viaje en el que ya acompaña a sus retoños que se le adelantaron, José María, Francisco y Carmen, la última en partir cuando dejó ese 1 de mayo de 2022 la vara de alcaldesa y su profunda huella en la Fraga que tanto ama toda la familia. Reencuentros en el que participará en la esfera celestial su nieto que fue otro avanzado en el tránsito.
Como la canción de Camilo Sesto, José María Costa se va pero se queda todo su ejemplo y el aluvión de enseñanzas que ha transmitido a todos, que no sólo solo sus familiares sino todos los suyos, que son un universo. En la estela de su existencia que permanece como referencia continua que se proyecta a perpetuidad, queda, como explicación de todo, ante todo y sobre todo, su profunda vocación empresarial con la que expandió el efecto de su acción a su familia, a Fraga y a todo Aragón. Con la colaboración sempiterna de María, su discreta y elegante mujer, sembró las raíces con la creación de Piensos Costa en 1966. Vislumbraba las oportunidades de la compraventea de cereales, pero su ojo avizor le permitía llegar más lejos con la mirada. Pronto advirtió que en la integración estaba el progreso.
José María Costa, de clara voluntad asociativa, comenzó a participar en organizaciones empresariales y a descollar en las nacionales del porcino y del vacuno, donde escuchaba pero, cuando se pronunciaba, su voz se convertía en la autoridad que da la inteligencia y la capacidad de leer en profundidad y entre líneas los designios de los mercados.
Paultainamente, después de recibir todas las oportunidades para su formación académica, se irían incorporando José María, Francisco, Jorge, Carmen, Eduardo, Esther y Marta. Toda la saga. Y, claro, si el Costa patriarca exhibía una fuerza descomunal con esfuerzo sin techo, siete "costas" más se convertían en una fuerza irreductible. Piensos Costa seguía siendo la enseña recordada y querida, pero la diversificación era imparable. Concesionarios de automóviles -le fascinaban-, transformación de productos cárnicos, hoteles, tecnologías, energías,... Con los hijos pujantes bajo la mirada vigilante y el consejo sabio siempre a punto de José María, la identidad corporativa crecía, Costa Food Group era la división alimentaria dominante en el sector español mientras inundaba mercados de medio mundo y Grupo Empresarial Costa añadía las repercusiones de la diversificación, que incluía la industria farmacéutica, el turismo, el deporte y la última ilusión: la Sociedad Deportiva Huesca.
José María Costa Casas siempre estaba dispuesto a abrir la puerta a todo el mundo. Se enorgullecía de la capacidad que toda su familia y todas las personas que integraron su misión completa en el mundo tenía para practicar esa afabilidad consistente en ofrecer un sustento, un alivio y una oportunidad desde la que emerger o crecer. Como padre, ha sido cariñoso con sus hijos y sus nietos, consejero en los momentos complejos, exigente cuando se requería y siempre humano, muy humano. Su premio, más allá de las decenas de galardones recibidos, ha sido la recompensa de una comunidad que siente por él profundo afecto, y que este lunes en el Tanatorio de Fraga está desfilando para homenajearle y el martes a las 11, en la Iglesia de San Salvador de Fraga, le despedirá entrañablemente susurrándole al oído y con profundo respeto su gratitud por tanto y tan bueno que ha hecho. Descanse en paz José María Costa Casas, un empresario para los anales, un fragatino de la raíz al cielo y un humanista sin necesidad de título. En el cielo encontrará la paz con los suyos.