Gran Scala, 15 años del fiasco del Eurovegas de Monegros cuya paternidad nadie reconoce

Los proyectos del nuevo Dubai de Salamanca y de Elysium City en Extremadura vuelven los ojos al despropósito de tres lustros atrás en los Monegros

12 de Febrero de 2023
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Proyecto de Gran Scala. La virtualidad informática lo aguanta todo
Proyecto de Gran Scala. La virtualidad informática lo aguanta todo

La nueva Dubai y el macrocomplejo de la ciudad inteligente y de ocio en la Siberia extremeña llamado Elysium City han vuelto los ojos de muchos observadores a lo que acaeció hace quince años en los Monegros, uno de los mayores fiascos de la historia de nuestra comunidad del que nadie reconoce paternidad alguna: Gran Scala.

El megaproyecto que fue dado en llamar el Eurovegas en el desierto fue firmado con el Gobierno de Aragón el 12 de diciembre de 2007 y presentado poco después a las fuerzas políticas, económicas y sociales de Aragón en un gran acto en el que los cuerpos de los presentes estaban llenos de moratones porque, para entrar, hubo codazos como en una batalla campal por alcanzar una meta en la que no hay armas. Todo fue una locura en la que, paradójicamente, a las mentes críticas se les tachó con todo tipo de improperios del que el más suave era el de traidores a la patria aragonesa.

El Gobierno de Aragón, presidido por entonces por Marcelino Iglesias, se prestó hasta una exposición al parecer de muchos -incluso internos- excesiva cuando, en realidad, nada se veía en los cimientos. Ni de lejos. International Leisure Development, el supuesto fondo de inversión promotor, ya dejó clara aquella mañana decembrina en un encuentro con banqueros y grandes grupos hoteleros que, en realidad, no disponía de los 17.000 millones de euros que iban a convertir la estepa de los Monegros (tardó meses en desvelar la ubicación, Ontiñena) en la segunda ciudad de Aragón con los 60.000 trabajadores previstos a los que supuestamente se sumaban familiares en muchos casos. En verdad, en los corrillos, señalaban los empresarios que ILD pretendió, más que dar una información vaga, obtener financiación gruesa exterior. El pecunio propio brillaba por su ausencia. Recuerda este cronista a un gran hostelero mostrar su estupefacción porque "quieren que pongamos los hoteles antes de estar hecho el complejo".

El delirio espantó cualquier atisbo de escepticismo por el relumbrón de las cifras. 32 casinos, 70 hoteles y cinco parques temáticos, 60.000 personas en nómina. Las dos empresas constituyentes de ILD, eso sí, demandaban a las administraciones comunicaciones de enormes prestaciones como aeropuertos, estación de tren de alta velocidad, autopistas y autovías. Tal cual lo requerirían las nóminas de jeques árabes y de magnates rusos, entre otros, que poblarían las lujosas instalaciones del desierto. Incluso, sottovoce, se aparcaba la incomodidad del debate en torno a la ludopatía y la industria del sexo. Tiempo habría de adecuar la ley con la permisividad requerida por la magnitud del mayor "impulso al desarrollo de Aragón de la historia" -tal cual se espetó-.

Se avino una especie de censura de todo lo que no fuera a favor de la doctrina. Los medios de comunicación ya vislumbraban cabeceras propias o delegaciones en la nueva "Gran Scala city", los representantes de las administraciones se frotaban las manos con el aluvión de inauguraciones y los propietarios de los terrenos de Ontiñena constataban que les había tocado el Gordo de la Lotería. De hecho, sí es cierto que ILD llegó a desembolsar 1,8 millones de euros. De ahí a 17.000 millones. Pronto se acabó la liquidez, subsumida en los áridos terrenos de los Monegros.

Todo acabó cayendo por su peso. Entre los socios y los directivos, cuestiones turbias relacionadas con la justicia. Los responsables institucionales transitaron paulatinamente a un desapego proporcional a la evanescencia de la viabilidad. La plataforma ciudadana "Stop Gran Scala" o la Coordinadora Monegros No se vende y Docentes aragoneses contra Gran Scala, pudieron desactivarse tras haber sido sometidos a todo tipo de vejaciones verbales por desafecto presunto sobre su tierra. De negarse a todo debate, se transitó a un silencio cómplice entre quienes vendieron humo a toneladas desde el "Aragón oficial". De la opacidad que alimentó el voluntarismo, un "sólo sí es sí" porque no se aceptaba el no, a la negación de toda paternidad. Nadie había traído a aquellos tipos, todo había sido un sueño efímero.

El gasto público, por razón precisamente del escaso tiempo en el que todo se desplomó, no llegó a ser significativo -aunque, en tal tenor, todo es opinable-. Eso sí, brotaron por contagio otros anuncios sobre grandes inversores de pícaros de playa en otros espacios como Sabiñánigo o Barbastro, que quedaron obviamente en cero.

Hoy, las aventuras en Salamanca y Badajoz colocan en el foco de algunos opositores a esos macroproyectos lo que sucedió con Gran Scala, de cuyo despropósito se han cumplido años sin celebraciones ni recuerdos. En las iniciativas castellana y extremeña, el dinero ha asomado la patita. Aquí, se enterró hace quince años en la fosa común sin más epitafio que una memoria difusa. ¿Acaso existió?
 

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