"Mamá empezó a hacer ropa cuando yo nací y, cuando nació Eloy, empezó a hacer más. La gente comenzó a preguntar dónde la hacía, cómo, dónde la compraba y se la quisieron comprar". Es Leyre, diez añitos de inquietud y curiosidad, y explica la raíz de Rebelde, la marca de ropa que regenta con su madre, Mapy López, en medio de un ecosistema armónico, el de la matriz Disímil que es un estudio creativo y el de la sala de eventos Eventual, en torno al Paseo de las Autonomías de Huesca.
Ropa familiar y artesanal con ojos e ideas de niño que nutren la mente despierta y las manos para la confección de Mapy, que se reparte el tiempo para abundar en el diseño gráfico, en la organización de Eventual y en una marca que trasciende la moda para convertirse en una herramienta de educación de la que se siente orgullosa.
Mapy asiente a las palabras de Leyre, ausente este sábado Eloy, el benjamín de la familia de cinco años que también aporta su frescura infantil a la inagotable fuente de buenas ocurrencias. Esta "locura", como la define la madre, arrancó efectivamente en la forma expresada por Leyre, a la que "gustaba jugar a las muñecas y ayudarme. Decidimos hacer alguna cosita conjunta, empezamos a dibujar y ella me decía sus ideas: mami, esto me gusta así porque es más guay asá. Ha ido creciendo y casi sabe más que yo. Ella sabe lo que gusta a las niñas y me lo transmite, si es moderno, si es cómodo". Son un equipo. Leyre apostilla: "Rebelde tiene que ser cómodo y estiloso".
Acompañan con su punto de espectáculo bajo la denominación Sesión Rebelde, que es "todo lo que hacemos a mano y en directo. Cuando me encargan una camiseta, la gente que la compra la ve cómo la hago, la pinto en directo y se la mando para que vea que es exclusiva y única".
En cuanto a la marca en sí, el nombre obedece a que su madre espetaba a Mapy que era "rebelde, y cuando nacieron mis hijos dije: de tal palo tal astilla, ellos también son rebeldes. Y empecé haciendo camisetas que ponía: soy rebelde. Y dijeron: queda muy bien".
Leyre, a la que encontramos haciendo chapas con fotografías para amigas, está feliz con su madre. "A mí me gusta cuando me dice que le ayude a hacer algún eslogan porque nos lo inventamos juntas y tenemos ideas". A partir de ahí, surgen los mimbres de la colección, con sus frases específicas. "El año pasado nos inventamos un diccionario de palabras rebeldes, y a cada palabra le dábamos una ilustración, tanto el pequeño como ella. Y quedaron palabras súper chulas: revoltosa, locaria... Y las poníamos en las camisetas".
DOS TEMPORADAS
Leyre especifica que son dos las colecciones, para la temporada de verano e invierno. De hecho, Mapy ya está estudiando las telas y los conceptos para la de invierno. "La mayoría las vendíamos sobre todo fuera, pero ahora ya nos conocen más en Huesca a través de redes sociales y eventos". El norte, la zona de Galicia y Cádiz son destinos de sus trabajos, gracias en parte a dos influencers del sur con gran repercusión. De momento, no venden en tiendas: "Aquí se hace todo a mano uno a uno. El margen que te queda, si lo tiene que ganar una tienda, tú no ganarías nada. Vas haciendo de una en una, los tejidos son orgánicos, de alta calidad". "Si algún día pudiéramos llevar a un taller y el coste fuera menos, podríamos venir en tiendas. Pero es un proyecto que va pasito a pasito".
Mapy es la fotógrafa de la colección, "tanto de ellos como de otros niños que vienen y adultos. Todo lo personalizo. A veces me dicen: me gusta esta camiseta, pero la quiero para mi bebé de dos años, para mi marido, para el niño y para la niña, y a mí en vestido. Y entonces pienso: esta ilustración para el niño, ésta para la niña, para la mami a rayas y para el papi otra cosa, todos coordinados y guapísimos". Todo a medida. "Con las tijeras hacemos todo al gusto de cada uno".
Leyre ya tiene máquina de coser que le trajeron los Reyes, pero le da un poco de pereza usarla. Prefiere "ponerse looks cuando los probamos, enseñármelos y me hace bailes de tiktok con los looks, toda moderna". Lleva una camiseta con el lema Mini Influencia Rebelde Kids, que estrenaron en un encuentro de influencers en Eventual, para el que presentaron la marca y se les ocurrió que tenían que ir con algo de influencia: "Diez horas sin parar y a las once de la noche tenía camisetas. A la gente le encantó. Hicimos un sorteo y pintamos la camiseta en directo. Les dije que no hay que tener miedo a la hora de pintar ni de cortar".
Casi todas las amigas de Leyre llevan la marca. Gusta a ambas el factor sorpresa. Mapy dice que "le gusta regalarles cosetas. Y siempre cuando hacemos algún pedido metemos detalles, algo a juego que no espera el cliente. Unas chapas, un coletero, o una cinta..."
A pesar de esta vocación, tiene otra clara. "Quiero ser profesora, pero luego también grabaré videos con ropa". Le encantan las matemáticas, es su asignatura preferida, así que se complementa con su madre, que es de artes: "Tú cobras y yo trabajo", ríe Mapy. Leyre está en un programa de habilidades especiales en el colegio para responder a su potencial.
El entusiasmo recorre la conversación y la acción. Se ponen madre e hija dos gorros de distintas colecciones y destinatarios, muestran la riñonera pintada para un pedido, en dorado y negro. Con los esprais y pintura, rápidamente quedó muy atractiva. Leyre sentencia: "Cualquier cosa que pidan, mamá lo hace súper bien".
Utiliza compás y regla a pesar de su especialización en diseño gráfico. A veces ayuda la abuela de Leyre. Todo es un trabajo muy hilado. Eloy también contribuye con sus dibujos, "que es bueno", y "se inventa algunas palabras". Con un 6 y un 4, Eloy hizo la cara del retrato de Mapy: "Me ha dibujado guapísima".
LA IMAGINACIÓN AL PODER
Mapy considera esta actividad una parte de su concepción educativa para sus hijos. "Me gusta incentivarles la imaginación. Yo juego mucho con ellos e intentado educarlos de una manera divertida, aunque soy también muy gritona -asiente Leyre- porque me gusta poner orden en las cosas, pero sí es verdad que la creatividad forma parte de una imaginación que conforme van creciendo se va perdiendo. Esas ideas innatas que salen de un niño de cinco años cuando te dice que la paloma de la paz -porque la colección de ahora se llama Paz, Amor y Rebeldía- tiene que ser un palomo, vestido de leopardo y chulillo, mamá tiene que hacer todo eso en una ilustración, tienes que ponerte en su imaginación para ver cómo concibe él el palomo de la paz, Rebelde. Y llega ella y quiere una paloma más molona, que lleve patines, lleve gorro, sea guay... Ahí voy haciendo bocetillos y ellos me dicen: guay, queda chulo. Y a veces me dicen que no mola, y si no mola no se hace". Lo mismo sucede con la comodidad: "No tiene que apretar, si aprieta no se hace".