"Adiós San Lorenzo, adiós/ las peñas están aquí/ nosotros también sentimos/ que hoy la fiesta llegue a su fin". La Plaza de San Lorenzo se ha estremecido con los cantos armónicos de los peñistas, miles de gargantas para una sola voz, un hasta siempre al patrón, un compromiso hasta el 9 de agosto siguiente y un anhelo de reencuentro, todos juntos, con el santo y con nosotros mismos en 2025.
Esos versos de Ángel Orós y Darío Esparza hace 36 años se han convertido en plegaria de los miembros de las peñas, y de todos los oscenses que han erigido este acto en uno de los más hermosos de las fiestas de San Lorenzo. Es cuando ya se roza el final y tiene un efecto balsámico, incluso terapéutico, para cambiar la nostalgia por alegría de lo vivido, para renunciar a la tristeza porque en el horizonte siempre estará San Lorenzo.
Es el carácter de toda la ciudad, de todos los vecinos y de los miles de visitantes que han reconocido, confirmado o conocido la excelencia de las fiestas de San Lorenzo. No es el final de un camino, sino el comienzo de otro que nos va a conducir indefectiblemente al júbilo, a ese cohete que rasga los cielos, a esa mañana de Danzantes, a esa procesión y esa misa pontifical, en dirección feliz para completar otro ciclo. Y, de paso, es el reconocimiento de que lo hemos hecho bien. Que hemos correspondido al santo y hemos cuidado nuestra integridad como oscenses. Así que, con una sonrisa, cantamos: "Adiós San Lorenzo, adiós/ las peñas están aquí/ nosotros también sentimos/ que hoy la fiesta llegue a su fin".
Es una paradoja feliz. Es la canción triste de una ciudad contenta. Porque nos lo merecemos. ¡Viva San Lorenzo 2025!