Pura emoción, sentido orgullo de oscenses, devoción sin límites, serena veneración al santo. Las Solemnes Completas han abarrotado la Basílica de San Lorenzo y la temperatura -de por sí elevada- ha subido con las primeras palabras del oficio bajo la presidencia del obispo de Huesca, Julián Ruiz Martorell: "Iube domne benedícere". Una noche tranquila y un final perfecto nos conceda el Señor Omnipotente, la primera respuesta al lector, el sacerdote José Alegre. Y, bajo la dirección de la Real Cofradía de San Lorenzo, ha sonado el primer Salmo, el 4 de Acción de gracias: Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío: tú que en el aprieto me diste anchura. Tres años después, sonaban la Coral Oscense, el Coro Ars Musicae y la Orquesta de Cámara de Huesca con Javier Ares Ibáñez con la batuta.
Otros dos salmos, el 90 "a la sombra del Omnipotente" y el 133 "Oración vespertina en el templo", hacían crecer la intensidad de la celebración. Era el momento del Himno y el Responsorio. "Antes de que anochezca, Creador del universo, te pedimos que, por tu clemencia, nos guardes y protejas".
Y otro de los grandes momentos de las Completas, el Cántico de Simeón, "ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador". La Plegaria a la Virgen, "a ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas".
Una oleada de suspiros y de expectación ha acompañado el anuncio del Himno a San Lorenzo, con música de José María Lacasa y letra de Ernesto Banzo. "San Lorenzo, Patrono de mi tierra, de esta tierra bendita de Aragón, que en su alma celosamente encierra siempre viva la llama de tu amor. Los oscenses, postrados a tus plantas y admirando su fe sobre el dolor, te suplican infundas en sus vidas los alientos que el cielo te otorgó".
Un cerrado aplauso ha culminado las Completas, los alcaldes de Huesca y Tarbes junto a las corporaciones han salido entre los feligreses compartiendo su pasión laurentina, y la Real Cofradía ha sentido la satisfacción de un reestreno bellísimo. Tras dos años de sufrimiento por la ausencia de la oración más oscense, la sensación ha sido reconfortante.