Habida cuenta que el acta de hermanamiento ha ocupado buena parte del acto del "jumelage" que se inició hace 58 años, reflejamos el final de ese texto que firmaron el alcalde oscense Mariano Ponz Piedrafita y el de Tarbes, monsieur Boyrie, el 8 de agosto de 1964:
"Estrechamente unidos a lo largo de la historia de Aragón y de la Bigorre, en las que sus reyes y condes lucharon unos al lado de otros, hasta la muerte frente a los mismos enemigos.
Fieles a los lazos de buena vecindad que unieron en el transcurso de los siglos a aragoneses y bigourdans, hasta nuestros días, más allá de la cresta fronteriza.
Más orgullosos de poder proclamar la constante lealtad de los hijos de Aragón y de la Bigorre hacia sus respectivas patrias.
Considerando que la obra de la historia debe proseguirse en un mundo ensanchado, pero que no sería verdaderamente humano más que en la medida en que los hombres se sientan libres dentro de ciudades libres.
En este día, contraemos el compromiso solemne:
De mantener vínculos permanentes entre las dos Corporaciones municipales de las dos ciudades; de favorecer en todos los aspectos, espirituales, culturales, económicos, turísticos, deportivos, los intercambios entre sus habitantes, aportando así un testimonio de nuestra mutua comprensión de ver satisfecho un vivo sentimiento sincero y eficaz de fraternidad europea, de conjuntar nuestros esfuerzos con el fin de ayudar en toda la extensión de nuestros medios a la realización de nuestro ideal de paz y prosperidad”.
Así ha empezado y ha acabado su presentación Verónica de Castro, que ha conducido hace apenas poco más de una hora el tradicional acto solemne también tradicionalmente acompañado de un calor de horror que provoca un juego de abanicos permanente durante las alocuciones. En el salón, la delegada del Gobierno, Rosa Serrano, las consejeras Gastón y Broto, la subdelegada del Gobierno, Silvia Salazar, la delegada territorial de la DGA, Carmen Luesma, la diputada al Congreso Begoña Nasarre y los senadores Ana Alós y Gonzalo Palacín, entre otras autoridades.
El alcalde de Huesca, Luis Felipe, ha asegurado que anhelaba el "rumor y la algarabia tras dos años de silencio... Durante dos años nos ha faltado el olor a albahaca que inundaba las calles en prelaurentis y luego en San Lorenzo en todos los actos más tradicionales. Pero sobre todo nos faltaba el calor de la fiesta. Estoy impaciente por oir el cohete anunciador" que iban a lanzar Manuel Avellanas y Rubén Moreno representando no sólo al Festival Internacional de Huesca, sino a una "de las mejores tarjetas de presentación de la ciudad, que alcanza escenarios universales". Otra gran tarjeta de representación de Huesca, ha añadido, ha sido el deporte y esa Parrilla de Oro merecida que ha sido para el Club Ciclista Oscense. El primer edil ha estimado que "con Tarbes hay un paradigma de la colaboración, una virtud por lo que nos une más que por lo que nos separa". Finalmente, ha invitado a todos a disfrutar San Lorenzo "con intensidad y sabiduria, pero siempre con respeto y prudencia"
Su homólogo de Tarbes, Gerard Trémege, ha aludido al contexto internacional con la pandemia y la guerra en Ucracia que tiene consecuencias económicas que enfrentaremos y superaremos. Ha manifestado su gratitud "por la hospitalidad de Huesca en San Lorenzo. En los últimos años hemos tenido energía para impulsar proyectos deportivos, culturales y económicos", y ha apostado por promover nuevos proyectos y programas. En agradecimiento, ha regalado un cuadro del Museo de Tarbes y un libro a la ciudad de Huesca, exactamente igual que Luis Felipe le había entregado una cesta de frutos altoaragoneses. Y ya era la hora de la fiesta.